lunes, 29 de marzo de 2010

EL CAMINO DE LOS CONTRABANDISTAS


FOTOGRAFÍAS: Ruinas del Molino Rasgabragas. Desfiladero y Camino de los Contrabandistas.

Os presento hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, un anexo al artículo “DAMIÁN MONTERO (“EL PESETA”) EL ÚLTIMO MULERO”, publicado el 17 de febrero de 2010.

En aquella ocasión os hablé de mis andanzas por el Camino de los Ladrones, allá por los páramos de Sargentes y San Martín de Elines, pero me quedaron pendientes de explorar algunos tramos del camino que utilizaron El Peseta y otros muleros que hacían esa ruta para llegar a Villadiego. A principios de este mes recorrí, a la inversa de como lo hacía Damián Montero, el tramo que va de La Rad al Molino Rasgabragas, en el Rudrón. El camino está muy bien marcado, en partes con contrafuertes de piedra, y es una delicia caminar por él, aunque la vuelta sea ciertamente dura pues hay que remontar una gran pendiente. El molino, que fue durante mucho tiempo centro de reunión dominguera para las gentes de los pueblos del contorno (Ceniceros, San Andrés de Montearados, Moradillo el Castillo....), ya que allí se encontraba un famoso juego de bolos, se incendió hace años y ahora sólo quedan algunos restos de sus paredes, y seguramente también los rodetes sepultados. El rústico puente que cruzaba el río para subir hacia San Andrés también ha desaparecido, las riadas se lo llevaron. A mi amigo Isaac Arce, el molinero de Rasgabragas, se le encogería el alma si viera ahora los tristes restos en aquel lugar de cantiles, buitres y rumores de riadas.

En otra jornada (ayer sin ir más lejos), cumplimenté otra de la asignaturas que dejé pendiente en esta ruta de los muleros. Visité por fin el despoblado de Cuevas de Puerta, próximo a Talamillo del Tozo, por donde Damián Montero y otros muleros pasaron con sus reatas en dirección a Villadiego y Melgar. En Cuevas, algunos altibajos del terreno cubiertos de hierba parecen recordar las casas derrumbadas del pueblo desaparecido, seguramente también de la ermita de Santa María de las Cuevas, que mediado el siglo XVI todavía estaba en servicio. Nadie, sin embargo, espere encontrar restos de interés. Quizá el profundo pozo de Las Fuentes, que nace junto a los sugerentes muñones, sea lo más destacable en el lugar. Seguro que El Peseta bebió en más de un ocasión de sus cristalinas aguas. Aquí, en esta especie de pozo ayrón, se forma el arroyo que avena el desfiladero por el que discurre también el camino de los muleros, el que en Talamillo llaman de los Contrabandistas.
¡Camino de los Contrabandistas! ¡Qué maravilla! A veces, los nombres de los caminos nos recuerdan épicas historias.

jueves, 25 de marzo de 2010

CRESPOS, ARREBA Y GALLEJONES, GUARDIANES DE UNA ARQUITECTURA INCREÍBLE





FOTOGRAFÍAS: Crespos. Arreba. Gallejones I y II (Tomadas en marzo de 2010).

No ha hecho falta que nadie les diera premios de embellecimiento. Solos han sabido conservar su patrimonio, solos lo han embellecido. Los valles de Manzanedo y Zamanzas han sido herederos de una arquitectura tradicional de auténtico ensueño. Pueblos como Crespos, Arreba y Gallejones, que parecen salidos de un cuento, son los que mejor han sabido mimar este patrimonio. Aunque para escenario de un cuento, Crespos no tiene rival, no señor. Visitar este pequeño núcleo situado bajo el cordón rocoso y acantilado de La Gándara, con su delicioso templo románico, sus calles adornadas entre lomillas de césped bien cuidado, sus magníficos sombríos bajo perales y guindos, sus deliciosas casas montañesas (quiero decir de las Montañas de Burgos), su fuente cantarina en el centro, junto a la mimada Casa de Concejo (ahora Txoco, porque los que se fueron volvieron de visita con nuevas palabras)..., todo nos sumerge en ese túnel del tiempo que ahora tanto admiramos y deseamos.

Ay, pero la dicha no es completa, nunca lo es: Crespos no tiene vecindario continuo. Mi amigo Eliseo, que fue guardián durante muchos años de la aldea y su iglesia, respondió a la llamada de la ciudad y se fue. Desde entonces, los de la Casa de Turismo Rural de La Gándara son el eslabón perdido, o mejor, el encontrado, para que la cadena poblacional no se rompa, son los protectores de Crespos.

Nada hay en Crespos que estorbe. Solo llama la atención un cartel de metacrilato de Ceder Merindades en el que, entre otras cosas, puede leerse: “Mantenimiento de la población y establecimiento de ventajas para nuevos residentes en el medio rural, con especial atención a los emigrantes”. A lo que se ve, todavía nadie a respondido a la llamada de Crespos.

Luego está Arreba, con la misma arquitectura y prototipo de los pueblos camino. El respeto a los siglos ha hecho posible que las señas de identidad constructivas de este pueblo estén a buen recaudo, al menos de momento. Gracias, Arreba, por haber sabido valorar el patrimonio que habéis heredado. Cuando paso por vuestra estrecha calle mayor, por vuestra carretera al pie del castillo, emparedado entre viejos sillares y balconadas de madera, floridas de geranios, me congracio con la provincia, me olvido de sus desastres.

Y qué decir de Gallejones, en el hondón de las sombras. Desde arriba de El Escalerón parecen divisarse tres barrios, el de arriba, el del medio (con el cementerio que reflexiona y lapida desde su dintel de entrada: “HOY YO. MAÑANA TÚ”, y el escudo heráldico sobre José Antonio Primo de Rivera) y el de abajo. Pero preguntando en el pueblo, caso de que encontremos a alguien, nadie reconoce la existencia de tres núcleos distintos, sólo uno. Queridos amigos de este Cajón de Sastre: os voy a hacer una confidencia: uno de mis rincones favoritos de la provincia, por su belleza, está aquí, en Gallejones, en el que yo llamo "el barrio de abajo", donde el tiempo se detuvo, al menos en arquitectura. Lástima que interfiera un poste de hormigón, que una vieja torre se esté arruinando y que muy cerca haya nacido una casa de tipología greco-romana.

Gracias a los tres, Crespos, Arreba y Gallejones, también a San Miguel de Cornezuelo, yo os concedo el título de Pueblos Patrimonio de la Humanidad.

lunes, 22 de marzo de 2010

AMBULANTES Y DESPOBLACIÓN



FOTOGRAFÍAS: El panadero. El pescatero (Tomadas en 2009 y 2010).
Son el oxígeno que da vida a los supervivientes de los pueblos. Los que han salvado a infinidad de pequeñas aldeas burgalesas, y a poblaciones mayores que de otra manera hubieran quedado hace tiempo totalmente despobladas. Ahora que nuestros gobernantes tanto hablan de asentar población en el mundo rural, sin saber qué medidas tomar, porque el imán de las ciudades tiene tanta fuerza que nada puede con él, los que en verdad hacen algo para que gran parte del territorio no se convierta en un desierto son ellos, los ambulantes. Son esas ONGS sobre ruedas que, día a día, visitan con sus camionetas a los sobrevivientes. No importa que en tal o cual pueblo vivan sólo dos o tres personas, ni que haya nieve en las carreteras, ellos acuden puntuales a su cita llevando el oxígeno a una población cada vez menor y más envejecida. Recorren las calles con sus pregones, la de la Fuente, la del Río, la Bajera, la de la Iglesia... Los perros ladran a su llegada, si es que aún quedan. Conocen a los habitantes y se interesan por todos. Saben que fuera de la radio o de la televisión son ellos el único contacto que han de tener con el mundo exterior. Sienten la falta de alguno, preguntan por él. “Se lo han llevado los hijos a Burgos, a una residencia”, le dicen. Uno menos. El señor Apolinar, que a sus 82 años vive solo, sin más compañía que su perro, un día no sale a por el pan. “Está con gripe”, cuenta alguno. El panadero de Isar, o el de Villanueva, o el de Quinatanaortuño, se lo deja en la puerta, o en la ventana. Ya me pagará cuando se ponga bueno. Han visto cerrarse muchas puertas, algunas para siempre. Otras abrirán sólo en el verano, en los días de optimismo y bicicletas. La bocina de sus camionetas sigue sonando a media mañana. El panadero, el carnicero, el fresquero, el de los congelados.... Los perros se arriman. Los ambulantes son de vieja estirpe, herederos de los míticos trajineros. No pueden ni saben vivir sin el contacto con los pueblos, con sus gentes. Pero saben que el futuro de cientos de pueblos es inexorable. Un mal día, de un invierno no muy lejano, estas ONGS sin subvención llegarán a la entrada del pueblo, harán sonar las bocinas y nadie saldrá a comprar, darán la vuelta, un silencio maldito se habrá apoderado de la historia.
Sé que Edurne Rubio está haciendo un documental sobre los ambulantes burgaleses. Será un merecido homenaje a estos benefactores de los pueblos.

jueves, 18 de marzo de 2010

AHEDO DE BUREBA CEMENTA SUS CALLES


FOTOGRAFÍAS: Tomadas en 2009

Ahedo de Bureba, uno de mis pueblos del silencio, cementa sus calles. No está mal, a ver si ello sirve para asentar población, ese milagro que tanto se espera en el desierto burgalés. Veámoslo con optimismo y esperemos gente desplazándose a este pueblo para vivir en él. Recuerdo un día, de hace diez años en Ahedo, que me embarré mucho los zapatos transitando por sus calles, ¡qué desagradable! Ahora, por fin, podré caminar por ellas sin temor a mancharme. En contrapartida, las ruinas de la iglesia románica, con su magnífica portada, siguen ahí, esperando el momento de su derrumbe total.

martes, 16 de marzo de 2010

PIEDRA Y LADRILLO PARA EL CONTRASTE



FOTOGRAFÍAS: Iglesia de Tobar. Capilla de Susinos del Páramo (Tomadas el 14 de marzo de 2010).

En un principio, en algunos pueblos de Burgos todo era piedra. No podía ser de otra manera, el páramo la proporcionaba en abundancia. Vinieron modas constructivas y se introdujo el ladrillo rojo caravista. Ahora, infiltradas entre la piedra bien escuadrada, algunas casas rojas sirven para el contraste y la reflexión.

martes, 9 de marzo de 2010

LOS MEJORES ( I ) SAN MIGUEL DE CORNEZUELO






FOTOGRAFÍAS: Balconadas de San Miguel de Cornezuelo.

Desde que iniciamos este Cajón de Sastre vienen apareciendo en él toda suerte de desgracias en torno al patrimonio edificado de Burgos, especialmente de la provincia. Hoy quiero presentar la parte opositora a los desastres, es decir a los pueblos que han sabido conservar, proteger y mimar el patrimonio edificado de sus cascos urbanos y su entorno. En una nueva ETIQUETA irán apareciendo aquellos pueblos que más han sabido ver la importancia de conservar sus señas de identidad, haciendo compatible las comodidades de hoy con la preservación de la arquitectura tradicional y elementos urbanos de interés etnográfico que heredaron de sus mayores. Desafortunadamente, no serán muchos los que aparezcan en esta galería, porque los vientos de la “modernidad” han ido llenando nuestros pueblos de elementos discordantes.

Naturalmente, todo ello será desde un punto de vista particular, subjetivo, y por ello sin más valor que el que cada uno quiera dar.

Para empezar, traemos hoy a San Miguel de Cornezuelo, del valle de Manzanedo. Se trata de un pueblo camino, puerta hacia el gran paredón natural donde se abre la Cueva de los Moros, con dos líneas de casas, una a cada lado de la carretera que lo atraviesa. Las preciosas balconadas, de distintos colores, donde un día rojearon los pimientos, le dan ese toque tan característico y bello de la arquitectura de las Montañas de Burgos. La despoblación ha hecho mella también en San Miguel, pero a lo que se ve, muchos de los que se fueron no lo hicieron para siempre y no se dejaron caer sus casas, bien al contrario: las conservaron y las mimaron, respetando la imagen que siempre tuvieron. Hoy día es una delicia pasear por San Miguel de Cornezuelo, mirando a uno y otro lado, contemplando una arquitectura vernácula sorprendente. Y hay que escudriñar con lupa en todo el pueblo para encontrar alguna alteración de importancia o que sea altamente irrespetuosa con el caserío.

http://www.salvemosrioseco.es/









viernes, 5 de marzo de 2010

HUIDOBRO PARA UN PARQUE ROMÁNICO.



FOTOGRAFÍAS: Iglesia arruinada de Huidobro (Tomadas en 2007).

Posiblemente la iglesia de Huidobro sea uno de los desastres del patrimonio más emblemáticos y conocidos por los burgaleses, al menos por aquellos que gustan de salir al campo y encontrarse no sólo con el paisaje, sino con el patrimonio edificado de los pueblos. No vamos a explicar aquí los enormes valores artísticos de este templo románico, uno de las más importantes de Burgos, distintos historiadores del arte ya le han descrito bien en sus publicaciones. Hoy, una vez más, dejamos constancia de su presencia y del estado ruinoso e insultante en el que se encuentra. Quiero insinuar, también una vez más, la posibilidad de crear un gran parque románico, en o próximo a la ciudad de Burgos, donde se puedan traer todas aquellas iglesias románicas de Burgos que, por hallarse en despoblados, olvidadas, sujetas a todo tipo de expolios y en estado ruinoso, pueden llegar a desaparecer en breve tiempo. Ahora que tanto se habla de Burgos como capitalidad europea de la cultura, es un buen momento para recordar esta posibilidad.

De los pueblos, torres, ermitas, y otros valores patrimoniales que se perdieron no hace tanto tiempo, y que ya no surgirán de su cenizas, podremos hablar o escribir en otra ocasión.

miércoles, 3 de marzo de 2010

EPIDEMIA DE PUERTAS CERRADAS





FOTOGRAFÍAS: Puertas de un pueblo del norte de Burgos (Tomadas el 2 de marzo de 2010)

AB, 2 de marzo de 2010. 11 de la mañana. Luce el sol, lo cual es una agradable novedad en este infame invierno que padecemos. Detengo el coche a la entrada del pueblo entre montañas, junto a una cruz de piedra que recuerda a caídos en la guerra (a los unos). La calma es total, y desde la distancia no veo humo alguno salir de las chimeneas, lo cual es un mal agüero. Me sumerjo en el caserío, comienzo a ver las bonitas balconadas de madera de las casas, unas rojas, otras verdes, algunas azules. Qué raro, noto la ausencia de ladridos. Sigo una calle sin criterio alguno, creo que me llevará al corazón del pueblo románico. La primera casa tiene la puerta cerrada a cal y canto: es una puerta con doble hoja, la interior entera, la exterior la mitad; esta última pertenece a ese tipo de puertasmitad que los pasiegos de Burgos llaman barrera y en Candelario conocen como batipuerta. A veces se usan para apoyar los brazos mientras se contempla llover, otras veces sirven de posadero a gatos y gallinas. Avanzo por la misma calle, otras casas veo, todas cerradas. Ni una respiración, ni un alma humana que llevarse a la plática. Tampoco veo coches, el silencio es absoluto. Una calle cumplida, luego otra, y otra, a la izquierda, a la derecha. Nada. Puertas y más puertas clausuradas. Nadie las abrirá esta mañana de un invierno que hace caer tapiales y techumbres, hoy no sonarán sus goznes. En lo que parece la Plaza Mayor, la fuente coronada con muñeco chorrea en vano. Enfrente, una casa que podría estar dentro de un museo, y en ella, una galería marrón que se asoma a un foro sin voz. De pronto, ¡una furgoneta!, y a su lado, escombros; alguien hay, alguien trabaja en algún lugar que no adivino. Aplico el oído: nada, silencio. Prosigo. Aparece la iglesia, el sol alumbra con intensidad capiteles y tímpano. ¡Qué gran arte, qué despilfarro para un pueblo muerto! Al despedirme, lanzo un silbido que significa lamento emocionado, y ¡oh, milagro!, a lo lejos ladra un perro escondido.