FOTOGRAFÍAS: Monumento en tierras de Bricia. (Tomadas en 2009).
De Ecos de la lluvia y el aire
Es el llanopáramo, Aire, La Descampada, lugar para no vivir ni morir, arriba del Ebro y en tierra de Bricia. Aquí yace un águila de mármol sin cabeza, aquí se posó tras los disparos y el silencio de un año terrible. Hace tiempo que no oigo canciones de patria, ni veo marchitar coronas en las gradas, sólo siento tu aullido solitario, afligido, como los recuerdos que el tiempo no consigue diluir. He azotado al gigante alado sin piedad, a veces con salvaje diluvio, pero no he conseguido borrar ni una letra de las batallas de hombres y nombres perdidos. Ahora, unas que llegaron tarde tapan a otras, con odio, pues quieren borrar la huella, la huella de su propia sombra. Sí, Lluvia, yo también he dado lo más crudo de mí, he golpeado con tempestades sin cuento, luna tras miles de lunas, queriendo con la fuerza que me permite la desolación del llano introducirme entre las alas del pájaro de piedra. Pero no he logrado que se inmute, su plumaje plegado resulta inexpugnable, eterno como la sinrazón del hombre. Quise colarme por alguna hendidura, tratando de hallar los planos de la batalla, de la inteligencia de muerte, pero no encontré resquicio alguno. Con tu ayuda, Lluvia, insistiré en llegar al corazón impertérrito del águila.