lunes, 24 de septiembre de 2012

¿UNA LUZ DE CHIRIPA?, ¿ROMÁNICA O GÓTICA?



FOTOGRAFÍAS: Sol del poniente en San Juan de Ortega (Tomadas el 22  de septiembre de 2012). 

Días atrás, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre,  pude cumplir con otra de mis asignaturas pendientes, la contemplación del llamado “Milagro de la luz equinoccial en San Juan de Ortega”. ¡Ya iba siendo hora! Y tengo que deciros que, sin entrar a valorar si el tema merece la consideración de milagro o no, tras la visita me han surgido algunos interrogantes. El primero de ellos es que la ventana de la torre por donde se cuela dicha luz equinoccial me parece a mí que es ojival, es decir, gótica, es decir, posterior al tiempo románico, es decir, no contemporánea del célebre capitel en San Juan de Ortega.  Por lo que no parecería muy acertado atribuir a la magia y simbolismo del románico semejante coincidencia “milagrosa”. Bien es cierto, sin embargo, que se nota claramente una restauración reciente de dicha ventana.  ¿Y si fuera románica en su origen?, ¿hay datos de  que esto pudo ser así?  La cosa cambiaría y me encantaría que los hubiera. ¿Podría ser que el escultor románico que labró el famoso capitel supiera o imaginara que un siglo más tarde habría de entrar una luz equinocial para iluminar su obra? Muy dudoso, pero me encantaría también que fuera así. Qué le voy a hacer, esta vocación de incrédulo que me domina me lleva a mil y una interrogantes, o a poner en duda cualquier cosa. Y es que, necesito más luz. 

Por otro lado, me parece una exageración decir, (como he podido leer en algunos lugares de Internet) que es la tradición y sabiduría popular la que ha acuñado la expresión “Milagro de la luz equinoccial”, cuando antes de los años setenta del pasado siglo me parece recordar que ni se conocía ni se hablaba del tema. Luego el “invento” debe ser relativamente moderno, más debido a una operación de marketing que a otra cosa. Un invento que lleva camino de convertirse, con el paso de los años, en un fenómeno de masas, si no lo es ya. Digo masas porque así me pareció la multitud que se agolpaba en la iglesia para la citada contemplación. Una multitud, todo hay que decirlo, que en mi opinión debería ser más silenciosa para poder disfrutar todos con el recogimiento debido de esos cinco minutos mágicos.




viernes, 21 de septiembre de 2012

CAMINOS DE SANTA CASILDA (II) POR REINOSO, UN ITINERARIO DE LEYENDA


En Quintanavides confluyen
dos caminos de peregrinaje. 

Reinoso.
Peñas de los Huevos

Reinoso.
Peñas fantasmales, lugar para otear horizontes. 

Camino de Santa Casilda.

Quedaron grabadas en la roca
 las ruedas del carro en el que viajaba la santa..

FOTOGRAFÍAS: Camino de Santa Casilda (Tomadas en septiembre de 2012). 



Ya vimos en reciente entrada una de las rutas que desde la ciudad de Burgos llevaba o lleva a Santa Casilda. Hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, os traigo una nueva ruta por la cual se llega al santuario de la reconvertida mora. Se trata de un itinerario que fue muy seguido por devotos de los pueblos aledaños al Camino de Francia, un itinerario con evocaciones a la santa e indudable interés paisajístico. Parte de Quintanavides, lugar en cuyo callejero se puede ver una placa que señala la dirección a seguir. Y algo asombroso, junto a esta placa se ve también la concha de los peregrinos santiaguinos, lo que no deja de ser una curiosa coincidencia, pues sugiere que el paso de Quintanavides nació con vocación doblemente peregrina. Pero sigamos. Desde este soleado pueblo-camino se llega a Reinoso, tras haber pasado por Revillagodos, pueblo de notables resonancias y gran heráldica. En Reinoso se abandona el asfalto, es la hora del calzado peregrino. Se empieza a ganar altura, se enfila una amplia senda de tierra, hoy reconvertida para maquinaria agrícola. Al poco, aparecen las Peñas del Huevo, lugar mágico donde los haya, con testigos rocosos de figura fantasmal y aires dolménicos, donde alguien se entretuvo, un legendario  día, arrojando huevos contra ellas hasta erosionarlas. Observad, querido amigos de este baúl de recuerdos, que esta leyenda la encontramos también en muchos lugares de la geografía burgalesa y nacional, que peñas abiertas o  agujereadas a huevazos las encontramos en Peñahorada, en Huidobro, en Corro, por citar sólo algunos ejemplos. El poder de los huevos y de la fábula. Y sigue la senda por balcones de aire y despejado panorama; a la izquierda, los Montes Obarenes, difuminados por la bruma, en el lado opuesto, la Demanda serrando el cielo, y en medio, la Bureba del pan, tres hitos geográficos que marcan señorío en Burgos. Sigue el camino: no tarda en aparecer una vieja y borrosa tablilla con flecha indicadora y el nombre de la santa, es la dirección correcta, es jalón para los devotos que caminan a Buezo con su pierna y brazo de cera, con sus trenzas, con sus cuadros. Y pronto se llega al paso de la leyenda casildiana, lugar entre riscos calizos en cuya estrechura quedaron grabadas las ruedas del carromato en el que viajaba la santa cuando se dirigía a Buezo. Hoy estas huellas están borradas, pues el camino viejo, ya digo, se transformó en tiempo moderno. Observad también, amigos de lo insólito, que huellas de otros personajes famosos de nuestro pasado quedaron igualmente  grabadas en otros lugares burgaleses y nacionales, llámense Roldán, El Cid o el apóstol Santiago. Y aquí me paro, veo que el camino sigue y sigue entre trigales, jalonado por molinos eólicos, esos gigantes que nacieron como hongos de locura, hasta llegar al santuario, pronto se juntará con el que viene de Burgos por San Pedro de la Hoz, y con otro que viene de Quintanavides. Pero esa puede ser otra entrega. 



viernes, 14 de septiembre de 2012

LA FUENTE ANDINA DE SAN PEDRO DE ARLANZA

FOTOGRAFÍAS: Fuente procedente del monasterio de San Pedro de Arlanza en su actual emplazamiento del Paseo de la Isla, en la ciudad de Burgos. (Tomadas en septiembre de 2012).


En 1933 de San Pedro de Arlanza salió una fuente, y con ella se fue un pedazo de la historia de este monasterio. Bien es verdad que cuando fue arrancada del claustro grande debía llevar tiempo silenciosa, seguramente desde la Desamortización. Los caños del agua, poco a poco y desde entonces, se cegarían por falta de monjes fontaneros. Y ya muda, sin chorro cantarín y entre ruinas, alguien pensó que había que rescatarla y llevarla a la capital burgalesa. Pensado, dicho y hecho: la fuente fue trasladada e instalada en el Paseo de la Isla, lugar digno para tan bello y representativo ejemplar. Cuatro siglos nos contemplan cada vez que los burgaleses pasamos junto a ella y sentimos su rumor. No es poco, aunque haya sufrido una restauración reciente. Pero la fontana, además de su antigüedad, tiene una peculiaridad muy especial: en el remate-pináculo-floreado se ven cuatro caras con facciones andinas. Sorprendente. Ello ha dado motivo a que haya sido considerada siempre por los eruditos del arte como una fuente colonial. Y no está mal pensado, porque cómo explicar si no la huella andina. Desde luego, lo primero que nos viene a la mente es un maestro de cantería que, además de versado en construir magníficas fuentes, conocía bien los rasgos humanos del Nuevo Mundo, bien porque cruzó el Gran Mar, bien porque tuvo como modelo algún esclavo de Indias traído a Burgos en alguno de los muchos viajes de la Conquista. Cabría también la posibilidad de que fuera hecha por un maestro autóctono que se orientó con dibujos realizados por alguien que estuvo allí.  Imaginemos. Esta podría ser, queridos amigos de este Cajón de Sastre, parte de la trama de una novela histórica





 Escrito que dio pie el traslado de la fuente (1)

“Teniendo conocimiento esta Alcaldía de que en el histórico Monasterio de San Pedro de Arlanza, hoy en ruinas, existe una bella fuente  de mármol del siglo XVII, de estilo incaica, según opinión de los técnicos, situada en el centro del severo y sombrío claustro de la gran Abadía de Fernán González, que por desgracia va desmoronándose, sobre todo desde el incendio ocurrido en 1894, con lo que muy pronto quedará reducido a un montón de piedras en desorden, de lo que no se salvará la artística fuente expuesta hoy día a ser destruida o a desaparecer por el abandono  en que se encuentra, considera oportuno el que suscribe que con el fin de evitar su completa desaparición, (actualmente se encuentra sin el pilón que la rodeaba) se acuerda solicitar, previo informe del Sr. Delegado de Bellas Artes, del Ilmo. Sr. Director General del ramo, con quien se han cambiado impresiones sobre el particular, la cesión de dicha fuente a favor del Excmo. Ayuntamiento, comprometiéndose la corporación a su traslado e instalación en el Paseo de  la Isla, acrecentando de esta forma la belleza natural del mismo y completando la instalación de monumentos de arte que de otra forma desaparecerían o pasarían desapercibidos para el viajero, logrando al mismo tiempo con este sistema fomentar el turismo y que no pocos visitantes cautivados por las riquezas artísticas de Burgos, prolonguen su estancia en esta Ciudad, con objeto de gozar mejor de sus bellezas y de admirar con mayor detenimiento sus museos, iglesias, edificios públicos y monumentos; yodos los cuales no pueden ser visitados como lo merecen en un breve paseo por la población.

V.E.
NO obstante resolverá como siempre lo que estime más acertado.
Burgos 14 de agosto de 1933”. 
(Firmado: Manuel Santamaría, alcalde accidental)  


(1): Publicado en mi libro "Arquitectura del agua. Fuentes de la provincia de Burgos (1994).


sábado, 8 de septiembre de 2012

CAMINOS DE SANTA CASILDA


San Pedro de la Hoz.
A la  izquierda de la imagen puede verse
el llamado Camino de Santa Casilda. 

Cerro Blanco y Camino de Santa Casilda.

FOTOGRAFÍAS:San Pedro de la Hoz y Cerro Blanco (Tomadas en septiembre de 2012).    

Exvotos: Fotografías de Pedro Plana (tomadas en 2008). 

  

Caminos de Santiago, de El Cid, y otros famosos, son itinerarios para viajar en busca de algo o para recordar algo. Y digo yo que, puestos a utilizar o explotar viejos caminos con historia, también los que llevaban al Santuario de Santa Casilda, allá en los peñascos de Buezo, podrían ser igualmente resucitados y marcados en las guías como un valor turístico, hoy que tantas esperanzas depositamos en el turismo cultural. Desde todos los puntos cardinales de la geografía burgalesa se acudía en otro tiempo al lugar de la santa y princesa  mora para implorar su intercesión en la cura de enfermedades, fundamentalmente para el mal del flujo de sangre. También peregrinaban a su santuario mujeres con la ilusión de alcanzar una fertilidad que su naturaleza les negaba, depositando su confianza en la santa y en los lagos de San Vicente, situados bajo el gran risco y supuestamente con capacidades fecundadoras. Desde lo más alto, las mujeres arrojaban (¿arrojan?) piedras al Pozo Blanco pidiendo el favor, guijarros para pedir niño y tejas para pedir niña, prodigio a la carta. Eran tiempos en los que a falta de medicina, o cuando fallaba la medicina, nuestras madres y abuelas depositaban sus anhelos en el santoral. Tiempos mágicos en los que los caminos, hacia uno u otro santuario de toda la geografía patria, se poblaban (se pueblan) de esperanzados peregrinos.  

En reciente entrada, al hablar de las campanas de San Pedro de la Hoz, mencionábamos a una rica mujer que se perdió en el monte cuando se dirigía a Santa Casilda, y de cómo llegó a salvarse  al escuchar el tañido lejano de la iglesia de este pueblo. Ella pudo ser una de las muchas personas que desde Burgos caminaban con fe al eremitorio de la santa, en un primer viaje para implorar una curación milagrosa, y en un segundo viaje, para depositar su exvoto agradecido por el favor recibido. Hoy todavía, los vecinos de más edad de los pueblos de la ruta recuerdan ese trasiego de gente devota.

El itinerario desde la capital burgalesa debía pasar rozando las poblaciones de Hurones, Las Mijaradas, Riocerezo y Temiño; a partir de aquí, rozaría también Caborredondo, seguiría monte a través  por encima de Galbarros y de San Pedro de la Hoz; luego, por las descarnadas alturas de Cerro Blanco llegarían a encontrase con el camino que desde Quintanavides se dirige igualmente a Santa Casilda. Los caminos hacia este santuario parecen de historia más humilde que los citados al principio, pero son también caminos con encanto que merecen ser recordados y recorridos para conocer mejor cómo fuimos.



Santa Casilda en un retablo de la iglesia de Carrias.



EXVOTOS DE SANTA CASILDA

Las supuestas curaciones debieron ser muchas en Santa Casilda, a juzgar por el gran número de exvotos que se ofrecieron en el santuario. Piernas y brazos de cera, coletas y otros recuerdos de las gracias recibidas, hace algunos años que desaparecieron de la iglesia, al igual que de casi todas las ermitas de la provincia, pero se conservan y se exhiben algunas muestras pictóricas de gran interés. En realidad, la colección de conmovedores exvotos pictóricos que hoy podemos admirar en Santa Casilda, en edificio anexo, por su cantidad y calidad constituyen una muestra de religiosidad popular única en Burgos. Una auténtica delicia, he aquí algunos. 






MILAGROS ATRIBUIDOS A LA SANTA

Como ejemplo de los muchos milagros atribuidos a Santa Casilda me ha parecido curioso, por ser quien es el curado, recoger el siguiente:

"XIII. La Emperatriz Doña Isabel, muger de Carlos V. se vio en riesgo de la vida por esceso de sangre. Dieronla noticia de Sta. Casilda, y encomendándose a ella, sanó repentinamente: por lo que la envió su trage de oro, con quinientos ducados para las hechuras de un ornamento, de que mandó cuidase el Condestable". (Enrique Flórez España Sagrada, Tomo XXVII). 

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domingo, 2 de septiembre de 2012

LA INSCRIPCIÓN ESCONDIDA, 1654



FOTOGRAFÍA: En un lugar de Burgos (Tomada en 2010).  


En un lugar de la ciudad Burgos, cuyo nombre no quiero citar (de momento), oculta entre ruinas y una inmensidad de zarzas, se halla una inscripción de mediados del siglo XVII. El olvido secular y la indiferencia por el sitio, histórico, han hecho que los tres robustos sillares que la albergan hayan permanecido hasta nuestros días sin apenas daños de consideración. Tres siglos largos separan el mensaje de nuestros días, 358 años desde que un buen cantero labró en un buen edificio una leyenda para la historia de Burgos. Las viejas y enterradas epigrafías vienen a ser como las botellas con mensaje de los náufragos  en isla desierta. Alguien, un día, las desentierra o recoge y se sorprende al leer, pero ya es demasiado tarde, el tiempo pasado es mucho, y la mayoría de las veces los hechos escritos ya no interesan a los destinatarios, sólo a profanadores, arqueólogos e historiadores (en cierta manera, todo viene a ser lo mismo). Dejándome llevar por la lógica actual, diría que la inscripción, oculta y callada, espera ser rescatada del olvido, llevada a un lugar donde nadie pueda hacerle daño o restaurado el edificio donde se aloja. Tal vez así lo agradecieran Francisca de Quintanadueñas y Miguel de la Moneda, protagonistas de esta historia, pero, bien mirado, quizá en su arcano escondite se conserve mejor el recuerdo