jueves, 9 de mayo de 2013

AQUELLAS VIEJAS OLMAS DEL ROMÁNICO

Olma de Riocavado, fundada con el románico.

Olma de Riocavado,
desnuda, altiva y susurrante. 

Olmas de Cascajares, dos hermanas gigantes salidas
del fondo de la tierra.

Olma de Vizcaínos, junto al atrio de vecindad.  


FOTOGRAFÍAS: Olma de Riocavado (1999). Olmas de Cascajares y Vizcaínos ( 1991).


Eran viejas, muy viejas, y por eso se las llamaba olmas y no olmos. Durante mucho tiempo fueron seña identitaria de algunos pueblos de la sierra burgalesa, como lo era y es también el románico a cuyo cobijo crecieron. Debieron morir por su edad matusalénica, aunque hay quien asegura que por un maligno hongovirus llegado de no se sabe dónde. Las troncas de Riocavado, de Vizcaínos y Cascajares formaban parte de un maravilloso geriátrico vegetal, y durante un tiempo, tras su muerte,  permanecieron secas y desnudas en su agujero, recordándonos su pasado milenario, susurrándonos historias olvidadas. Aun secas, nadie osaba abatirlas, porque causaban respeto, de imponentes; quizá se temía el acarreo de algún mal a quien las hiciera desaparecer. Pero nadie puede matar a un muerto, se pensó al fin, y fueron abatidas por aquellos que durante siglos se beneficiaron de ellas.