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Olma de Riocavado, fundada con el románico. |
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Olma de Riocavado,
desnuda, altiva y susurrante. |
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Olmas de Cascajares, dos hermanas gigantes salidas
del fondo de la tierra. |
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Olma de Vizcaínos, junto al atrio de vecindad. |
FOTOGRAFÍAS: Olma de Riocavado (1999). Olmas de Cascajares y Vizcaínos ( 1991).
Eran viejas,
muy viejas, y por eso se las llamaba olmas y no olmos. Durante mucho tiempo
fueron seña identitaria de algunos pueblos de la sierra burgalesa, como lo era
y es también el románico a cuyo cobijo crecieron. Debieron morir por su edad
matusalénica, aunque hay quien asegura que por un maligno hongovirus llegado de no
se sabe dónde. Las troncas de Riocavado, de Vizcaínos y Cascajares formaban
parte de un maravilloso geriátrico vegetal, y durante un tiempo, tras su muerte, permanecieron secas y desnudas en su
agujero, recordándonos su pasado milenario, susurrándonos historias olvidadas.
Aun secas, nadie osaba abatirlas, porque causaban respeto, de imponentes; quizá
se temía el acarreo de algún mal a quien las hiciera desaparecer. Pero nadie
puede matar a un muerto, se pensó al fin, y fueron abatidas por aquellos que
durante siglos se beneficiaron de ellas.