lunes, 24 de febrero de 2014

LA ESCUELA DE SAN ANTONIO, EN EL BARRIO DE SANTA CLARA



Calle del Doctor Fleming
Josechu mira hacia donde estaba el colegio de San Antonio.
Al fondo, la casa natal  del pintor Román.

Calle de Santa Cruz
Los maristas de San Antonio vivían en el último piso
de la casa del centro.

Acceso a la calle del Doctor  Fleming.
Hubo un tiempo que estuvo cerrada al tráfico,
con una tapia donde está  ahora el paso de cebra.
Enfrente del edificio grande estaba la
escuela de San Antonio.


FOTOGRAFÍAS: Barrio de Santa Clara en Burgos. (Tomadas en febrero de 2014).


No hace mucho que un seguidor de este Cajón de Sastre, que había visto en la entrada “El Burgos de mi infancia” una cita sobre el colegio de San Antonio, ya desaparecido, me preguntaba dónde se encontraba este centro escolar. Han pasado un par de meses desde aquella consulta y hoy ya lo puedo decir con exactitud (digo con exactitud porque mis recuerdos eran vagos al respecto; en honor a la verdad, en algún momento llegué a pensar que esos recuerdos eran más producto de un sueño que de una realidad). El asunto se convirtió en un reto para mí. Así, un día de la pasada semana, me planté en la calle de Santa Clara y pregunté a toda gente mayor que pasaba; era por la mañana, cuando l@s jubilad@s salen a comprar y hacen corrillos en las aceras. No exagero si digo que interrogué a más de veinte personas; pero el colegio de San Antonio era una niebla del pasado, se recordaba como algo muy lejano, difuso. A más de medio siglo de su desaparición, cada persona interrogada contaba su versión, cada uno ubicaba el colegio en un lugar y eran raras las coincidencias. Sólo cuando encontré a José Antonio Calderón (“Josechu”), industrial que fue en Santa Clara, pude saber la localización exacta, y algún detalle más para la memoria del barrio y de la ciudad. Josechu, además de vecino de Santa Clara (8O años viviendo en el mismo lugar) fue alumno en San Antonio, y por ello sus indicaciones fueron las que definitivamente tomé como válidas. Me contó que el colegio se encontraba en lo que ahora es calle del Doctor Fleming, antigua Héroes de la División Azul, en el edificio donde ahora se encuentra la taberna de Tanín. Hoy, esta calle está abierta al tráfico, pero cuando la escuela se hallaba en funcionamiento, se encontraba cerrada por un tapial, aunque con accesos al colegio y a diversos negocios que había en lo que entonces hacía de patio escolar. Adosado a la escuela, cuenta Josechu que había un industrial que, mediado el siglo XX, se dedicaba a la venta de gasógeno, y un poco más adelante un taller de camiones, y haciendo esquina con Santa Clara, un almacén de vinos y licores de Carcedo. Así mismo y siguiendo con la descripción de industrias, el antiguo alumno recuerda en la  acera de enfrente la “carbonería de  Vivar”.

En lo que se refiere a la escuela propiamente dicha, la memoria de Josechu nos habla de un edificio de dos plantas con cinco aulas de 40 y más alumnos cada una. Era regentada por los hermanos maristas, aunque no era tan elitista como la del Liceo Castilla, pues aquí se mezclaban alumnos acomodados con otros de extracción más humilde. Aquellos hermanos maristas vivían en una casa de la calle de Santa Cruz, en el último piso, desde el cual y antes de construirse un gran edificio enfrente (circa 1960), vigilaban a los chicos del colegio cuando se encontraban de recreo en el patio.

Josechu me prometió rebuscar entre sus recuerdos alguna fotografía de cuando pasó por San Antonio, pero no estaba seguro de encontrarlas. Si en algún momento puedo disponer de ellas las insertaría. 

La memoria de la ciudad está ahí, esperando ser recuperada. Escuelas, cines, iglesias, comercios, industrias... todo lo que se fue y algo significó se conserva en la memoria. Habrá un día que no. 

jueves, 20 de febrero de 2014

BASURAS PARA EL RENACIMIENTO

Ruinas de San Nicolás, con portada renacentista.. 

Interferencias.

Panel y contenedores.

Un lugar degradado. 

Manual de instrucciones que no se leen.


FOTOGRAFÍAS: Ruinas de San Nicolás en Belorado. (Tomadas en febrero de 2014). 


En cierta ocasión, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, os hablé de la mala imagen que ofrecía el palacio de Cadiñanos, al tener un chiringuito de fiestas y varios contenedores de basuras ocultando una bellísima portada renacentista. Os comentaba entonces la indignación que me producía no solo el estado ruinoso del palacio y el peligro que representaba para los viandantes, sino el poco cariño que demostramos hacia nuestro patrimonio histórico artístico. Pues bien, hoy lamentándolo muchísimo, vengo con otra denuncia similar, y esta vez en una población que, por su mayor entidad, uno piensa que semejante falta de respeto no podía darse. Estoy hablando de Belorado, estoy hablando de un barrio beliforano en el que se levantan las ruinas de San Nicolás, notables restos de una iglesia con origen medieval, con una magnífica portada del siglo XVI a cuyo pies se encuentran, como en el caso anterior, parecidos o iguales contenedores de basura. Por no hablar del entorno, tan degradado y con tantos signos de abandono. Hubo una vez, eso sí, que llegó a instalarse el consabido panel explicativo, donde se hacía ver el interés del monumento, pero este panel, situado frente a los susodichos contenedores, está viejo, arrugado e ilegible, seguramente por la entrada de agua o condensaciones. Y digo yo: ¿no habrá otro lugar de menor impacto para las ruinas donde colocar los dichosos contenedores? Es que..., vamos a ver..., la cosa no tiene sentido: por un lado hacemos ver el indudable valor del monumento y por otro le ofrendamos basura. ¿No es un desatino? Y es tan poco lo que costaría la dignificación del lugar...

martes, 11 de febrero de 2014

TEMPESTAD EN BURGOS, 1550


Viento huracanado. 


FOTOGRAFÍAS: Se desata la tempestad. Efectos del huracán de 1981 en el parque botánico de La Isla, en Burgos.


De un tiempo a esta parte se nos ha hecho familiar la terrorífica expresión ciclogénesis explosiva, empleada por los informadores del tiempo meteorológico cuando nos hablan de borrascas de cierta o gran magnitud. Antes, mucho antes, cuando la vida era en blanco y negro y Mariano Medina nos contaba que el Páramo de Masa, La Canda y Padornelo estaban cerrados o con cadenas, es muy probable que ya existiera semejante definición, pero entonces la cosa se quedaba en algo menos impactante, creo recordar que en simple borrasca, o como mucho, en potente borrasca atlántica. Hoy, cuando los exhaustivos informativos del tiempo en TV se han convertido en espacios de gran audiencia, y cuando todo ha de producir emociones fuertes para que los índices no decaigan, parece que se tiende a magnificar el asunto, empleándose nombres nuevos, seguro que más científicos, pero también más mediáticos. El saber no ocupa lugar, desde luego, y por otro lado, seguro que una alerta por ciclogénesis explosiva habrá salvado más de una vida; es, pues, algo serio. Me pregunto, de todos modos, cuántas ciclogénesis explosivas habremos vivido los que ya peinamos canas a lo largo de nuestra vida, seguro que muchas, aunque no lo sabíamos. ¡Aquellas nevadas y hielos eternos de los 50!, ¡aquella época dorada del frío en Burgos! 

En realidad, todo esto viene a cuento después de haber “descubierto” recientemente una tormenta huracanada que se abatió sobre Burgos en la víspera de San Juan de 1550 y que a punto estuvo de hacer desaparecer gran parte de la ciudad. Viene referida en “Crónica del Emperador Carlos V” (Ricardo Beltrán y Antonio Blázquez, Real Academia de la Historia; Madrid, 1920), y es la pluma de Alonso de Santa Cruz quien describe los efectos de la misma; veámoslos:


“Asimismo aconteció en este año, víspera de San Juan en la noche, en la ciudad de Burgos, que vino sobre la dicha ciudad una nube obscura echando de sí mucha lumbre, como relámpagos, con muy grandes excesivos aires que derribó la Iglesia Mayor  y un paño del muro de la fortaleza y el humilladero de Santa María la Blanca, y derribó los arcos del Monasterio de Santa Dorotea. Y asimismo derribó la torre de la ciudad y un álamo que estaba junto á San Lucas. Y en San Francisco derribó ciertas almenas que hicieron mucho daño en las bóvedas de la iglesia, derrocó también la sacristía del dicho Monasterio, donde se perdieron muchas y buenas piezas del servicio de la dicha sacristía. Y fueron tan recios los vientos, que hicieron que la gente tuvo por cierto anclar en ellos muchas malas visiones y fantasmas, y se llevaron muchos tejados y vidrieras que estaban puestas en las ventanas y chapiteles de torres. Y en el campo arrancaron y destrozaron muchos árboles muy grandes, y se tuvo por cierto que si los dichos vientos duraran media hora más que asolaran casi toda la ciudad”.
  

Y puestos en huracanes, cómo no recordar el que tuvo lugar el 30 de diciembre de en 1981, el que diezmó los parques de la ciudad de Burgos, especialmente el de La Isla. Aquí os dejo, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, una muestra de aquel terrorífico vendaval.