"Casa de máquinas" con vivienda para el electricista adosada. |
Pegados a la carretera de Masa y vacíos ya de contenido. |
Traseras del conjunto. |
FOTOGRAFÍAS: Torre de transformadores en Masa. (Tomadas en setiembre de 2014).
A veces las cosas mas sencillas sirven
para recordarnos hechos relevantes. Esto podría aplicarse a una edificación
solitaria que existe entre la localidad de Masa y la carretera vieja de Santander. Se trata de una torrecilla,
con pequeña casa adosada, que siempre había llamado mi atención en mis idas y
venidas hacia el norte, una construcción que sospechaba pudo tener su historia
y a la que sabía que un día u otro tendría que dedicarle una atención. Siempre
me pareció lo que en realidad es, una torre de transformación eléctrica, pero
tenía que comprobarlo, pues había algo en ella que me parecía especial. Así,
recientemente hice parada en Masa para recabar información. Contacté con José
Luis de Miguel, un vecino de este lugar, de 86 años, que fue quien me dio
detalles del pequeño conjunto pegado a la carretera. En efecto, se trata de una vieja torre de transformación de la
luz que llegaba del El Porvenir de Burgos, de aquella fábrica de luz que a principios del siglo XX
se creó en Quintanilla Escalada, en el cañón del Ebro. En origen fue un alto en
el camino, en su ruta hacia Burgos capital, de los voltios producidos en dicha
central para transformar y distribuir luz a los pueblos del páramo. Hasta aquí,
todo normal. Pero la torre de Masa no es una torre cualquiera, pues dispone
(disponía) de una vivienda adosada, con su pozo de agua y con teléfono para
comunicarse con la central. En ella vivió siempre un electricista, con su
familia, que era el que se encargaba de las averías en el tendido eléctrico y
en las casas, y el que cobraba los recibos de la luz a los abonados de los
pueblos. En Masa siempre se ha conocido al conjunto como la “Casa Máquinas”,
y al que vivía en ella, como “el electricista”. A lo largo de su historia, fueron varios los electricistas
que ocuparon esta vivienda, y José Luis de Miguel los recuerda a todos y a sus
familias; se acuerda de Esteban, que era de Quintanilla Sobresierra, y de su
mujer Estefanía, “estaban cuando la luz era de El Porvenir de Burgos” (porque
andando el tiempo pasó a ser de Electra de Burgos). Precisamente, fue con
Aniceto cuando se quemó la torre con sus
transformadores y hubo de rehacerse. Más tarde, hacia los años
sesenta, estuvieron Eliseo y Juliana, y
por último José María Salas y Angelita Manero. Todos con sus hijos, que acudían
a la escuela de Masa. Uno se imagina al electricista del páramo reparando
postes y cables en las llanuras nevadas donde se hiela hasta el alma y le
entran escalofríos. Eran los tiempos heroicos de la electricidad.