miércoles, 25 de noviembre de 2015

VENTANAS DE MANCILES


Una ventana eclesiástica

Dos cabezas para un hogar



¿Un hombre y una mujer?


Dos cabezas de madera en el alero y un dintel con inscripción

FOTOGRAFÍAS: En Manciles (Tomadas en noviembre de 2015). 


Si rebuscamos con paciencia en este ya repleto Cajón de Sastre, queridos amigos, nos encontraremos con viejas entradas dedicadas a Manciles. En una ocasión guardamos dos preciosos palomares del Siglo XVIII, en otra, hicimos lo mismo con un letrero anunciador de un mesón, fechado en 1739, y algo más adelante echamos al cajón una leyenda inscrita en el dintel de una ventana presumida que ponía “Viva mi dueño”. Todas esas curiosidades llevábamos guardadas de Manciles. Algo, sin embargo, nos había quedado de ver en este lugar de páramos. Ayer volví a pasear por sus callejuelas, detenidamente, bajo un agradable sol invernal y el manto pacífico de los pueblos callados. Fue así cómo descubrí nuevas y sorprendentes “cosas”, entre todas, dos ventanas, las dos con méritos suficientes para engrosar la larga lista de ventanas notables que aquí llevamos inventariadas. Una parece que alumbró a algún eclesiástico, a juzgar por el escudo con llaves cruzadas que campea sobre el vano (por eso la guardamos en el compartimento de las “ventanas eclesiásticas”). La otra es muy sencilla, apenas los cuatro sillares que la enmarcan, de buena labra, le dan una mínima personalidad; ocurre, sin embargo, que a uno y otro lado del vano, salientes del muro, pueden verse dos cabezas humanas de piedra, lo cual no deja de ser una singularidad. Una cabeza debe ser de hombre, pues parece cubierta con boina, la otra, debe ser de mujer. Pero, ¿quién puso las cabezas? ¿Qué historia se esconde tras ellas? Nadie me lo ha sabido explicar. Conjeturando, podríamos decir que fueron puestas por los constructores de la casa, quizá una pareja de recién casados cuando hicieron casa, de enamorados que estaban. Y en verdad, muy enamorados debían estar, porque sobre la ventana del desván, en dos saledizos del alero de madera, tallaron otras dos cabezas, quizá también las suyas, aunque aún mucho más toscas que las de piedra. Es una pena que los nombres grabados en el dintel de esta ventana,  bajo la sombra del alero, no se alcancen a leer; de poder hacerlo, sabríamos quienes fueron los enamorados que quisieron perpetuarse en piedra y madera.


Casona de Manciles, patrimonio en peligro
Qué pena.


martes, 24 de noviembre de 2015

LA DIABLA DE AHEDO DE BUTRÓN


En un esquinal del alero, una mujer de grandes y desnudos pechos

Su monstruosa figura puede llevar siglos en el alero

Un súcubo de grandes y desnudos pechos, gran boca,
enormes dientes, ojos saltones..., es La Diabla de Ahedo


FOTOGRAFÍAS: Saledizo en alero de Ahedo de Butrón. (Tomadas en octubre de 2015)


      Se encuentra tallada en uno de los saledizos esquineros que soportan el alero de una casa en Ahedo de Butrón. Es el busto femenino de una mujer monstruosa, con voluminosos pechos al descubierto, de gran boca, abierta y enseñando terroríficos dientes, y con ojos saltones. La inquietante figura recibe el nombre de Diabla, según se nos dijo en Ahedo, un nombre, en verdad, muy apropiado, pero que no lleva aparejado leyenda alguna, lo que no deja de ser extraño; quizá la leyenda se haya perdido, o que no encontramos a personas vivas que la conocieron. La talla-mascarón aparenta ser un súcubo, una figura erótica y a la vez demoníaca, sobrenatural, hecha por alguien con imaginación medieval, quizá como elemento protector de la casa contra fuerzas diabólicas, o, más probable, como reclamo de una casa de placer o lenocinio. Sea como fuere, por su monstruosidad, bien podríamos llamarla hoy La Diabla de Ahedo. 

       Hay que observar también que el viejo y auténtico saledizo fue imitado en otro alero, reproduciéndose con gran fidelidad, como puede verse en una de las fotografías que aquí se adjuntan. Pero tal imitación, al ser de tiempo más  moderno, no debe conllevar otro significado que el de un capricho o del intento de alguien para que la figura original perdure en el tiempo, pues se encuentra ya francamente deteriorada.


domingo, 15 de noviembre de 2015

NUEVAS ESCORIAS

Muro de iglesia en Los Ausines con escorias
en el mortero.

Escorias entre las uniones del sillarejo

Un caso más de una costumbre constructiva


FOTOGRAFÍAS: Escorias en Iglesia de Los Ausines (Tomadas en noviembre de 2015)

El 24 de enero de 2012, con el título “Escorias en el castillo”,  publicaba aquí una entrada que suscitó un interesantísimo debate entre los seguidores de este blog. El tema versaba sobre las escorias que, incrustadas en muros, en en el mampuesto de las junturas, pueden verse en algunos edificios históricos de Burgos. Ponía como ejemplos la iglesia de Vadocondes y el castillo de Huérmeces y prometí que cuando localizara más casos lo haría saber en este mismo Cajón de Sastre. Bien, pues ha llegado ese momento, acabo de descubrir, en la iglesia de un barrio de Los Ausines, un paramento cargado igualmente de escorias en la masa de las junturas. Por lo tanto, hoy puede decirse que Vadocondes y Huérmeces ya no son casos aislados. Seguiremos atentos a nuevos descubrimientos.


viernes, 13 de noviembre de 2015

UNA VENTANA DE CASA CARRETERA EN CANICOSA


Elegancia de carreteros 

Casa carretera en Canicosa, una arquitectura 
popular única

Un espacioso porche para cobijar la carreta


Una data para la historia


FOTOGRAFÍAS: Casa carretera en Canicosa de la Sierra (Tomadas en noviembre de 2015)
      

             Vimos en entrada reciente algunas ventanas de la trashumancia, ejemplares de Huerta de Arriba, historiados y con escudo, pertenecientes a casonas de ricos trashumantes. Hoy, siguiendo la estela serrana, guardamos en este Cajón de Sastre el ventanal de una casa carretera en Canicosa de la Sierra. Las casas carreteras son un patrimonio que casi ha pasado a la historia de la arquitectura tradicional de Pinares, por eso los dos ejemplares que se conservan en dicho lugar, singulares y únicos supervivientes, han de ser mimados y protegidos.
          Característica principal de las casas carreteras son sus profundos porches en las fachadas principales, utilizados para resguardo de las carretas, para cobijo de aquellos largos carros, con motor y tracción pareja de bueyes, con los que los carreteros hacían sus trasportes en largos trayectos (Cabaña Real de Carreteros). No está muy lejana la actividad de los carreteros pinariegos, hay gente viva que recuerda su imagen, con su vara GPS transitando por las carreteras blancas, o parados en alguna venta, haciendo noche, con los maderos sobresaliendo de la carreta, los carreteros durmiendo en las cuadras y los bueyes rumiando los kilómetros recorridos.
          Como se ha dicho, existen en Canicosa dos casas carreteras. Las dos son de parecida traza, las dos con parecidos adornos en portadas y las dos con inscripción de los nombres de quienes las levantaron, pero mientras una, la que aquí dejamos, tiene una ventana noble, con elegantes recercados, la otra las tiene sencillas y sin méritos para la galería que seguimos, aunque con inscripción clara y valiosa del mediados del XVIII. Y puesto que casi son iguales, habrá que deducir que las dos casas fueron hechas en fecha parecida, 1741 según la inscripción.  


Mujer vendiendo maderos, probablemente de la zona de Pinares.
(Foto: Archivo Cortés, gentileza de Archivo Municipal de Burgos)


domingo, 8 de noviembre de 2015

EL PINO-ROBLE, UN ÁRBOL PARA EUROPA



Vecinos de Canicosa bajo su Pino-Roble


Canicosa de la Sierra desde el Pino-Roble


FOTOGRAFÍAS: El  Pino-Roble y Canicosa de la Sierra (Tomadas en 6 noviembre 2015).


Los vecinos de Canicosa de la Sierra se reunieron ayer bajo su célebre Pino-Roble para obtener una fotografía de conjunto y publicarla en una revista, como una iniciativa más en su candidatura al concurso “Árbol Europeo 2016”. Fue una casualidad y una suerte que en esa reunión bajo el emblemático árbol serrano estuviéramos presentes, lo que nos permitió obtener las imágenes que en este Cajón de Sastre hoy guardamos. Memorias de Burgos desea toda la suerte del mundo al pueblo de Canicosa en su candidatura; ojalá logre alcanzar el ansiado premio, pues la relación afectiva de sus vecinos con este árbol dual bien lo merece. 


UN ROBLE MADRE, UNA ROBLA

Debe ser una robla y no un roble. Un día su aparato reproductor se puso a crear y, sin bellota, dio a luz una rareza, un pino serrano. Se extrañó, pero no dijo nada y le crió con amor, como lo hubiera hecho cualquier madre; había traído al mundo un bebé de resina, no era lo natural pero ella lo acogió en su regazo y lo alimentó hasta que se hizo mayor. Hoy la madre robla, loba de Roma, parece agotada de tanta leche-savia entregada, pero debe estar satisfecha, su hijo se ha hecho grande y ya ve, desde las alturas de su propia copa, las cumbres de la Demanda.


Del vientre de la robla salió un pino