Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 22 de mayo de 2020

JERGA PARA UN CONFINADO

Pueblo del valle de Zamanzas, tierra de canteros

FOTOGRAFÍAS: Báscones de Zamanzas. Jesús Fernández (2018 y 1997 respect.) 

        En el obligado confinamiento que hoy nos toca vivir siento añoranza de mis andanzas por la provincia. Siento la falta de los pueblos, el oxígeno de su paisaje, de sus cielos y de las viejas palabras cuyo eco todavía resuena por callejuelas despobladas. Lo añoro hasta la extenuación, y eso que rosetas y ventanas han llenado, y están llenando, vacíos en mi soledad frente a la pantalla. Algo inesperado, sin embargo, sucedió hace poquitos días que vino a aliviarme de los efectos de la reclusión, una especie de milagro por el que aquello que tanto añoraba vino a mi encuentro sin haberlo llamado ni buscado. Por correo electrónico, queridos confinados y amigos de este Cajón de Sastre, me llegó una carta firmada por alguien que no conocía y que me hablaba de un tema que en su día me dio muchas satisfacciones. Era una carta bilingüe, escrita en castellano y en un lenguaje extraño que me resultaba familiar, el de la jerga de los canteros. Como os podéis imaginar, la misiva me produjo un agradable cosquilleo, pues me retrotraía a veinte años atrás, a una tarde de verano en un jardín de Brizuela anotando las palabras de la Jerga que Jesús Fernández, cantero que fue en Munilla, casi ciego y centenario, me fue transmitiendo. Fueron aquellos momentos mágicos, de esos que se quedan pegados en la piel de la memoria. Han pasado veinte años, y ahora recibo una carta de su nieto, ofreciéndome una ampliación de aquella Jerga recogida, la que él mismo grabó a su abuelo siendo un chaval. Por su gran interés, reproduzco la carta para el disfrute de todos.


Jesús Fernández Martínez, de Munilla,
 nos transmitió la Jerga que hablaron los canteros 



LA CARTA

Hola, miaíres aire Jesús Roca Fernández.
El jabárdu Mieres aireé Jesús Fernández Martínez, erguín  de Munilla que ploró a Brizuela, con el que garleáste face 22 ñorténes, y endrepés papeloseaste  el papelosu “Jerga de los canteros en el pueblo de Munilla”. En mi ciba he burniadú un cipruquín diccionario de garleandéras que recugí de murguecíllu. Si iriequíres te andámo las garleandéras que ñéto.
Sidos
Txus

¿Qué, os ha extrañado su lectura, queridos amigos? Bueno, como intuyo vuestro asombro, y probablemente no estéis versados en este lenguaje, viene a decir lo siguiente:



TRADUCCIÓN

“Hola, soy Jesús Roca Fernández.
El abuelo mío era Jesús Fernández Martínez, cantero de Munilla, que fue a Brizuela, con el que hablaste hace 22 años y después escribiste un libro “Jerga de los canteros en el pueblo de Munilla”. En mi casa he visto un pequeño diccionario de palabras que recogí de chaval. Si quieres te mando las palabras que tengo”.
Saludos
Txus


Quizá vosotros, queridos amigos confinados, os preguntaréis: ¿Y qué pasará con ese “pequeño diccionario” recogido por Txus de boca de su abuelo? Os participo que se compone de casi 500 palabras, de las cuales más de 200 ya fueron publicadas en el “libro” que cita nuestro amigo recopilador, aquellas que me fueron transmitidas en el jardín de Brizuela en 1997. El resto son expresiones nuevas que merecerán ir a descansar junto a sus hermanas, aunque tendrá que pasar este confinamiento, y que todo llegue a la “nueva normalidad”, para ver la manera de juntarlas. 



NOTA: Como no sé en qué momento vais a leer esta extraña entrada, os mando saludos como lo haría un buen erguina (un cantero) según si fuera por la mañana, por la tarde o por la noche.

Sidos digunes  (Buenos días)
Sidas retalias  (Buenas tardes)
Sidas rachas    (Buenas noches)


Desde mi confinamiento
(Año del Coronavirus, mayo 2020) 

martes, 12 de mayo de 2020

MASCARILLAS EN LA COLADA

Diversidad 

FOTOGRAFÍA: Cubrebocas secándose (mayo, 2020)

No provienen de ningún país asiático, no han sido adquiridas en el mercado negro ni tampoco en farmacias. Estas mascarillas que aquí veis, queridos amigos, son manualidades del hogar, de quita y pon y que ya forman parte de nuestras coladas diarias. Quizá lleguen también a formar parte de alguna Feria de Arte Contemporáneo por venir. 
 El cubrebocas es signo del difícil tiempo que nos toca vivir. 

Desde mi confinamiento
(Año del Coronavirus, mayo de 2020)

sábado, 9 de mayo de 2020

A QUIEN PUEDA INTERESAR

Ruinas de la Misión de la Santísima Trinidad del Paraná. 
           

FOTOGRAFÍA: Misión de Trinidad, en Encarnación. (Tomada en 2003)

        En estos días terribles de confinamiento uno lee todo lo que cae en sus manos. Hoy me he encontrado con un librito sobre las Misiones Jesuíticas Guaraníes que adquirí en el Paraguay al visitar una de estas instituciones (también llamadas Reducciones) en 2003. Un gran encuentro, pues me ha traído recuerdos de un viaje familiar inolvidable. Pero nadie se preocupe, que en esta ocasión no voy a a hablar de mis experiencias viajeras. Si quiero, porque me ha parecido de gran actualidad, y muy curioso, hacer mención a una parte de dicho folleto en el que se describe cómo estaban organizadas aquellas Misiones, vigentes en los siglos XVII y XVIII. Al explicar el apartado de la sanidad se dice lo siguiente:

“Los hospitales eran solo para curaciones contagiosas, ya que estas eran tratadas en salas de cuarentena fuera de los pueblos. Si se producía una epidemia fuerte, se formaban hospitales de campañas. Para evitar la propagación de la epidemia se quemaban los hospitales. Los jesuitas  tuvieron muchos libros de medicina, tanto de medicina herbácea, como de cirugía”´.  

Desde mi confinamiento
(Año del Coronavirus, mayo de 2020)

lunes, 4 de mayo de 2020

EMBOZADOS



Viendo pasar el virus

FOTOGRAFÍA: Enmascarados descansando en su primer paseo

Ahora que me he tomado un descanso, después de un trabajoso abril, desde mi aliviada y desintoxicada nube te pregunto a ti, amigo Aire, si has notado algo especial en tus vaivenes por las alturas, o cuando te revuelves encabritado por los esquinales. He visto, Lluvia, cosas que nunca creí que vería; he visto la gran ciudad con sus venas vacías, como tú las viste también. Primero me estremecí con su silencio, ahora me asustan regueros de sombras carnavalescas cuando salen a respirar.  No veo sus caras, se ocultan, parecen espíritus de bandoleros que tratan de asaltar el natural equilibrio. Yo también tengo miedo, Aire, lo que presentí que ocurriría está ocurriendo. ¿Recuerdas, amigo mío, cuando comentábamos la locura de despoblar la tierra que les proporcionaba vida para hacer una sola, apretada y frágil piña? Han estado confinados sin pestañear y ahora, cuando les mencionan esta palabra, la sienten extraña. Así es, Lluvia, penden de un hilo tan fino que hasta lo invisible rompe sus vidas. Mira ahí abajo, ¿ves dos embozados que crecen en la hierba? Ellos nunca nos creyeron.

Ecos de la lluvia y el aire
Desde mi confinamiento
(Año del Coronavirus, mayo de 2020)