jueves, 14 de enero de 2021

PICO MENCILLA, LA MONTAÑA MÁGICA

         


                                          Lara con el Pico Mencilla como telón de fondo


FOTOGRAFÍASLara de los Infantes. Pico Mencilla. Quintanilla de las Viñas  (Tomadas el 13 de enero de 2021)   

A veces pienso que el Pico Mencilla marcó mi vida y mi destino, si es que en verdad creyera en destinos predeterminados. Haber nacido bajo el poder telúrico de esta gran montaña, diosa protectora de los campos de Lara, debió ejercer una influencia a la que hubiera sido inútil rebelarse, me dejé llevar. Majestuosa, indomable y a veces trágica, dominadora mole, la fuerza que sale de su vientre elefantiásico marcó para siempre a quienes cabalgamos sobre su lomo alguna vez. Los lareños sentimos siempre su aliento, para bien y para mal (casi siempre para bien), como lo sintieron los romanos que nos ocuparon e hicieron civita en Lara (Nova Augusta), o los monjes artistas de Santa María de las Viñas, cuyo arte de los símbolos va más allá de lo imaginable, o los que a su abrigo construyeron iglesias románicas con pórticos y labras de fantasía, o los que hollaron peñas de vientos imposibles para asentar fortalezas de condes e infantes de leyenda. El Pico Mencilla, la Montaña Mágica, continuó arropándonos con su capa parda hasta que dejamos de creer en la bondad de su cobijo e inventamos la despoblación. ¿Qué piensa ahora, qué pensará la Montaña Mágica cuando todos nos hayamos ido?

Hoy, cuando de regreso de Santa María la visigoda, camino de Lara, la veo y contemplo luminosamente blanca bajo la luz del mediodía, con su túnica de nieve reposada, no veo solo el telón de un escenario apacible, mi imaginación se desborda y adivino en la cumbre las figuras de dos músicos arrecidos que un día soñé salidos de la tempestad (Pasacalles en el Mencilla). Dos apariciones que, desde ahora y en el tiempo que me quede, siempre veré cuando atisbe la cima.

Al cumplir veinte años intenté doblegar el poder de la Montaña Mágica para cambiar mi destino. Con la nieve hasta la cintura, subido en su lomo blanco, cabalgué hasta su cumbre. Te he doblegado, le dije al coronar, allí donde se domina el mundo, mi destino será ahora el que yo quiera. Iluso de mí, ella ya había decidido y me contestó: “No te engañes, no tienes vuelta atrás, tú serás lo que serás y yo quiera, siempre estaré contigo y tú conmigo”.    


       Fantasía visigótica en Quintanilla de las Viñas