martes, 23 de mayo de 2023

UNA CIUDAD DE LA MEDIA LUNA EN VILVIESTRE DEL PINAR

      

Una ciudad amurallada, con posibles minaretes, medias lunas y banderitas.


Simbolismo. 


FOTOGRAFÍAS: Iglesia de Vilviestre del Pinar (Tomadas en mayo de 2018).

Este archivo fotográfico mío no hace más que darme sorpresas. Os cuento, amigos de este Cajón de Sastre. Con harta frecuencia suele sucederme que, rebuscando para algún tema concreto en el maremágnum de imágenes guardadas, me salen al paso temas que en su día dejé orillados con la idea de que en algún momento podría resucitarlos. Muy pronto, sin embargo, se fueron yendo al olvido, y de no ser por dicha rebusca la mayoría se hubiera quedado en el limbo del olvido definitivo. Estos encuentros me crean problemillas (benditos problemillas), pues en más de una ocasión me hacen cambiar de chip en los trabajos que tengo entre manos, como es el caso que hoy me trae. No me importa mucho, la verdad, pues volver atrás es, en cierto modo, una manera de rejuvenecer, en este caso cinco añitos. Pero bueno, a lo que iba. Hablábamos de una sorpresa, y esto es lo que realmente experimenté cuando en mayo de 2018 me dio por visitar pueblos de la zona de pinares en busca de ventanas singulares. Iba buscando ventanas, en efecto, tarea que ya conocéis, pero me encontré en Vilviestre del Pinar con una ciudad de la media luna, en una insólita obra pintada a todo color. Ocurrió en la iglesia parroquial de este lugar. Fue una gran sorpresa, como os podéis imaginar, queridos amigos. En el altar mayor, detrás de un gran Cristo Crucificado, llenando el hueco que deberían ocupar calles de un retablo con su normal imaginería, encontré un lienzo pintado sobre tabla en el que vi representada una ciudad amurallada con un montón de supuestos minaretes coronados por medias lunas y banderitas. ¡Oh, una ciudad del islam!, me dije lleno de estupefacción. Intenté atar cabos para la interpretación del precioso lienzo y se me ocurrió que el pintor, probablemente de finales del siglo XVII o principios del XVIII, debió ser buen conocedor de ciudades islámicas o islamizadas (aunque solo fuera de oídas o por libros), pero más aún un buen cristiano, pues quiso que el Crucificado imperara con su grandeza sobre los seguidores de la media luna, y que la Virgen María, representada en forma de luna con cara de afable mujer, acompañara en la celestial escena. Es una forma de ver e interpretar el conjunto, seguro que puede haber otras. En todo caso, es una curiosidad más de las muchas y maravillosas que nos vamos encontrando en esta insólita provincia que no para de sorprendernos.

miércoles, 17 de mayo de 2023

CAMPANARIO HULK


El increíble Hulk visto por la espalda. 


FOTOGRAFÍAS: Ermita de El Salvador, en Tamarón. (Tomada en mayo de 2023)

No sé a vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, pero a mí esta figura de apariencia antropomorfa, creada por la hiedra en una ermita de Tamarón, vista de espaldas me recuerda al increíble Hulk. Hay algo en esta poderosa, musculosa masa-vegetal que hace que vea en ella al personaje fantástico del cine. Pero es un Hulk verde que ni da mamporros ni nada parecido, solo sustenta la espadaña-campanario con sus brazos argamasa, lo cual no es poco. Si no fuera por su descomunal fuerza y su pacientísima labor la torrecilla campanil ya hubiera caído hace años, como sucedió con la nave. A veces, la hiedra, testigo solitario del paso del tiempo, además de proporcionarnos imágenes insólitas y bellas, cumple la función de conservar el patrimonio.   

  

Un Hulk verde y protector.

martes, 2 de mayo de 2023

EL PORRÓN DE ANGUIX


El porrón de Anguix, una escultura muy sugerente.

FOTOGRAFÍA: Porrón de Anguix (tomada en abril de 2023)

         Hicieron una apuesta en el pueblo para ver si alguien conseguía llenar de agua el gran porrón de Anguix. El premio para el ganador sería toda la cantidad de vino que cupiera en él, una cantidad para nada despreciable, pues el popular y muy especial recipiente tenía capacidad para muchas cántaras. Y así, tras la oportuna publicidad, llegaron a presentarse en la apuesta gente no solo de Anguix, sino de otros muchos pueblos ribereños. El porrón se había hecho ya famoso y todo el mundo quería participar. El día establecido no cabía un alfiler en el pueblo, las calles, las plazuelas, y sobre todo el montículo donde se encontraba el recipiente, era un hervidero de gente. Una fiesta como nunca se había visto. Al mediodía, la gran escalera para subir a la embocadura se encontraba ya instalada, una cola de concursantes con todo tipo de jarras y jarrones se aprestaba a llenar de líquido el panzudo. Drones con depósito de agua incorporados, modalidad de participación que también fue aceptada, sobrevolaban la zona esperando su turno. Justo cuando el reloj de la iglesia dio las doce comenzó a subir el primer concursante por la gran escalera. Y estaba en lo más alto, a punto de verter el agua que llevaba en su adminículo, cuando desperté y me di cuenta de que todo había sido uno de mis estrambóticos sueños; pensé también, en ese mismo momento, que los manantiales de agua este año debían estar en la últimas y no hubiera sido apropiado derrochar tanta agua por algo tan banal como la festiva apuesta.