viernes, 23 de diciembre de 2011

¡FELIZ AÑO NOUVEAU!


FOTOGRAFÍA: Bruselas. Rue Vanderschrick

Mi admirado Víctor Hugo dijo una vez que la de Bruselas es la Plaza Mayor más bella del mundo. Ninguna objeción que hacer, humildemente lo rubrico y creo que todo el mundo que conozca esta maravilla lo haría. Sucede sin embargo que la capital europea tiene otro tesoro que creo es menos conocido. Me refiero a la arquitectura de sus barrios, a sus miles de casas construidas en art nouveau, un patrimonio sin parangón que recomiendo disfrutar alguna vez a todos los amigos de este Cajón de Sastre. Desde hace ya algunos años, desde que un tal Erasmus me robó una hija, vengo callejeando cada vez que tengo ocasión por la capital europea y he de decir que cada día descubro alguna maravilla nueva, aquí una puerta de filigrana imposible, allí un balcón de hierro con forma de mariposa, en esta plazuela un mural dorado de libélulas y búhos… Todo es arte y belleza en las fachadas nouveau, lo podemos ver en los más mínimos detalles, incluso en las rejas por donde se descargaba el carbón o en los limpiabarros. Hoy, queridos amigos y amigas, os quiero felicitar estas entrañables (para algunos, tontunas) fiestas de Navidad y Año Nuevo con un bonito detalle art nouveau bruselense. Sed buenos y felices.

viernes, 9 de diciembre de 2011

RECORTADO EN LA NIEBLA




FOTOGRAFÍAS: Sedano. (Tomadas el 8  de diciembre de 2011).

Hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, tengo que empezar por pediros perdón por las imágenes que aquí dejo. Quizá puedan herir la sensibilidad de alguien, espero que no mucho. Ayer, tratando de salir de la antipática niebla que en estos días nos envuelve, me puse en ruta para buscar el sol. Llegué a Sedano al mediodía y cuando todavía el meteoro se resistía a desparecer. En un extremo del pueblo, entre la espesura blanca, tuve ocasión de contemplar una escena de la matanza del cerdo que llamó mi atención, pues más me pareció una performance de un artista moderno que una estampa de contenido etnográfico. Colgado de una moderna grúa, el cochino, abierto en canal, se recortaba en el cielo blanco a más de diez metros de altura. En un primer momento pensé que el animal habría cometido alguna grave fechoría y le habían puesto allí para mayor escarnio, como se ponía en la antigüedad a los reos en las picotas. Pero no, se trataba sólo de dejarle a la fresca para un buen oreo. Pronto le bajarían y harían con él picadillo, que es lo suyo. Y es que las matanzas en los pueblos ya no son lo que eran.

jueves, 1 de diciembre de 2011

EL OLOR Y LA LUZ DEL VIEJO MOLINO

Junto al río Urbión. 

El imperecedero olor de la harina. 

El orín del tiempo y el abandono en el rodete.  

FOTOGRAFÍAS: Garganchón. Quintanaopio. Argote. Cantabrana. Jaramillo Quemado. (Tomadas entre 2007 y 2010).

Alguna vez he comentado aquí que siento especial debilidad por la arqueología industrial, quizá sea por esta revolucionaria y desbocada época que nos toca vivir. La conmovedora tecnología de un artefacto del pasado, una simple y solitaria polea de trasmisión colgada del techo de un telar apagado, el olor a vieja grasa expelido por las ruedas dentadas de una máquina que enmudeció para siempre por obsoleta, y alguna otra cosa tan humilde, pero tan evocadora, son señales, pequeños indicios que nos trasladan en el tiempo. Y ya que os he hablado de olores, os hago otra confidencia: el olor de los viejos y olvidados molinos es uno de mis perfumes favoritos. El edificio harinero puede llevar siglos abandonado, incluso podrá estar arruinado, o incluso quemado, pero a poca construcción que quede en pie, ese perfume de la molienda permanece, y permanecerá siempre, impregnado en cada piedra. Posiblemente sean cientos los molinos que en mejor o peor estado se conserven en Burgos a lo largo y ancho de nuestra geografía y a orillas de ríos y arroyos. Pero hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, permitidme que os hable de uno muy especial cuya ubicación, por motivos que vais a comprender, voy a eludir. Su tecnología es igual que la de todos y por eso no vamos a incidir en ella, nada especial descubriríamos. Su interés radica en que es el único caso que conozco que conserva la instalación de una dinamo para producir luz, seguramente la primera luz eléctrica que conoció el pueblo al que perteneció el molino. Acoplada mediante poleas a la maquinaria hidráulica, esta instalación, rústica donde las haya, es toda una lección de cómo los molinos cumplieron también la función de centrales eléctricas. La instalación de la que os hablo me hizo recordar a Santos Ibeas Prado, aquel entrañable e inolvidable electricista de la calle Laín Calvo que conoció los albores de la luz eléctrica en Burgos, aquel operador de los desaparecidos cines Parisiana y Avenida, aquel mago de la luz que, entre una y otra instalación en la capital y entre proyección y proyección en los cinematógrafos, encontraba tiempo para ir por los pueblos instalando dinamos en los molinos, llevando su milagro a los pueblos que se lo pedían, ¡qué gran obra la suya! ¡de cuántos sueños realizados fue culpable!

Para dos piedras. 

Pero el molino del que os hablo tiene algo más que la instalación eléctrica acoplada, conserva también todos los elementos que eran necesarios a la molienda y a la familia molinera. Sumidos en la oscuridad y arrullados por el salto de agua, como lo dejó el último molinero, entre telas de araña cubiertas de telas de araña, conforman un mosaico de gran valor etnográfico. Pesas, celemines, cuartillos, romana, báscula, incluso normativas para la molturación clavadas en alguna viga..., todo un alarde de conservación. Hoy todo lo guarda una colonia de murciélagos que viven en el piso de arriba. ¿Hasta cuándo?


Polea, correa y dinamo. 

Dinamo e interruptor. 

Interruptor de cuchilla y voltímetro. 

Pesas. 

Medidas.

Corazón del molino. 


Medida y rasero. 

Romana. 

Correa de transmisión y dinamo.
Recuerdos de la normativa para la molienda.  

Guardianes del molino. Viven en el piso de arriba.