FOTOGRAFÍAS: Balancín en el campo petrolífero de Ayoluengo. Cementerio de balancines (tomadas en 2004)
No es hervíboro, tampoco carnívoro. Este dinosaurio de metal se alimenta de petróleo. Y es insaciable. Come y come y no para de comer. Hunde su pico en la tierra de día y de noche, y así, año tras año. ¡Po, po, po, po, po!, gruñe sin parar en la soledad de la paramera, en el campo de Ayoluengo desde hace medio siglo. Algunos compañeros fueron muriendo, de grandes atracones, y ahora los vemos en su cementerio de hierro.
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