domingo, 20 de noviembre de 2011

URBANIZACIONES DEL SILENCIO



FOTOGRAFÍA: En algún lugar de Burgos. (Tomada en noviembre de 2011).

De Ecos de la lluvia y el aire


Volvemos a estar juntos, Aire, de nuevo oigo tu triste aullar por las ruinas del hombre. Así es, Lluvia, nos encontramos en aquellos pueblos enterrados en soledades muertas y ahora volvemos a encontrarnos en estos que ni siquiera han nacido. Aquí todo son huecos entre esqueletos sin carne, de nonatos entre nieblas de hormigón y ladrillo, de sueños imposibles y ambiciones sin cuento. Con la facilidad con que lo hago en el páramo, con la libertad por aquellos escombros que el musgo de los siglos construyó, corro ahora, enloquecido, por los restos de este naufragio que tú y yo anunciamos. Los resquicios entre los ladrillos de ojos dementes, entre columnas y escaleras a la nada, me permiten llegar a las entrañas de la quimera, remolinar por habitaciones y salones que quedaron sólo en especulaciones, por estancias inconclusas de vidas robadas. Sustrajeron a la tierra su espacio para levantar campamentos de cemento y aquí sólo veo sombras de nubes. Sí, Aire, nada de lo levantado es ciego, veo y siento tus fieras ráfagas y viajes a través del tiempo que nunca existió. No han acabado de nacer y ya están muertos, estos aprendices de pueblos que ni siquiera iban a tener campanario, ni escuela, ni taberna, ni humo. Yo caigo sobre los tejados empeñados, intento colarme por las paredes de lo perdido, pero siento que me va a costar hacer caer los firmes muros de lo vacío. Más fácil lo tengo por las fantasmales calles de asfalto, tus dominios, junto a las farolas que apuntan y alumbran al sol, donde no hay carros, ni coches, ni peatones, ni niños, ni flores, ni jardines..., sólo agujeros negros, trampas y entrampamientos donde colar mis aguaceros solitarios hacia la desembocadura de la frustración.

lunes, 14 de noviembre de 2011

VALPUESTA, EL BALCÓN TRANSFORMADO

VALPUESTA, EL BALCÓN TRANSFORMADO





FOTOGRAFÍAS: Valpuesta. (Circa 1975. Noviembre 2011).
A principios de los setenta encontré este delicioso balconcillo de madera en Valpuesta. Ayer, transcurridos más de treinta años, volví a este histórico lugar del confín de Burgos, que ahora parece salir del olvido, y hallé que la casa que le contenía ha sido restaurada y que el balconcillo se parece muy poco al de entonces. No sé lo que diría el arcediano valpositano que vivió en dicha casa si lo viera ahora, yo me quedo con la belleza del viejo. Aunque bien es cierto que debía encontrase ya en deplorable estado y con muy difícil recuperación.

domingo, 13 de noviembre de 2011

LA CÁMARA INDISCRETA




FOTOGRAFÍAS: Valle de Valdivielso. Merindad de Río Ubierna. (Tomadas en 2010).

UNO
Introduje la cámara por un hueco de la casona arruinada y disparé al azar. Antes había pegado un ojo en el resquicio y pude ver que dentro todo era espesamente negro, tan negro y lúgubre como el olvido del pueblo vacío; no sabía lo que la cámara podría encontrar. Sería, pues, una sorpresa cuando descargara las fotos en mi ordenador. Profanaba la oscuridad y la memoria de la noble casa, lo sé, pero quería probar el hacer de la máquina al enfrentarse con la soledad de un espacio oscuro, sin mi mirada y sin mi dirección. Y vaya si lo vio, la máquina lo vio todo. Captó una escena de la despoblación, una más de las que en su día me helaron el corazón. Una mesa, una silla, una cómoda de orinal destartalada, dos garrafones, y cascotes de una ruina plena de vida. Debió ser un instante especial para la habitación oscura, sorprendida en su silencio por el fogonazo del flash. Debieron conmoverse los enseres que dieron calor a unos habitantes que huyeron de la aldea hace años. La mesa con el hueco del brasero, la silla, la desvencijada cómoda, una ventana al patio sombrío de las zarzas...

DOS
El derribo de la casa dejó a la vista dos cruces, dos crucifijos que fueron protectores de los que durmieron en su compañía. ¿Se paró la máquina cuando aparecieron? No, los colosos mecánicos no entienden de religiones ni tradiciones, tampoco de historias vividas, continuaron borrando el pasado hasta convertirlo en un solar. Fin de una época.

lunes, 7 de noviembre de 2011

VALPUESTA, LA PINTURA RASGADA

 
Iglesia y torre en Valposita,
 El antiguo monasterio de Santa María de Valpuesta,
después Sede Episcopal, es un
lugar histórico como pocos. 

El abandono era clamoroso en los años setenta.
Pintura rasgada en la Colegiata de Valpuesta.
El abandono y la humedad pudieron con ella.
FOTOGRAFÍAS: Valpuesta. (Tomadas en torno a 1974).

Siempre la he tenido apartada, reservada por si alguna vez le llegaba su oportunidad. Es una fotografía hecha hace casi cuarenta años, cuando Valpuesta era la gran desconocida en Burgos y languidecía en el más terrible de los abandonos. Nadie se preocupaba de este lugar, histórico como pocos. Valpuesta, cuna de la Repoblación, era uno de los grandes hitos de nuestro pasado y sólo contados eruditos sabían de su existencia e importancia. Su Colegiata gótica, su gran torreón y sus casas nobles formaban por entonces un cuadro de abandono que a algunos nos hacía llorar. Ni qué decir tiene que era aquella una época en la que el turismo por la provincia aún no se había inventado: Covarrubias, Frías, Oña y poco más. Valpuesta, que fue sede episcopal burgalesa después de Auca, parecía abocada a la ruina total, sólo desde Vitoria algunos iluminados románticos clamaban por su recuperación. Estar en la raya fronteriza con Álava, extraviada en un confín de la provincia, era entonces, a lo que se ve, un problema, pero más lo era el desinterés de los que debían velar por el patrimonio en Burgos. Afortunadamente, ha llovido mucho desde entonces y ahora Valpuesta, con los títulos y declaraciones de última hora que lleva consigo, y alguna que otra restauración, luce como se merece, más por los balbuceos del castellano en su cartulario, descubiertos en las últimos tiempos y competidores con los de La Cogolla, que por otra cosa. En fin, a lo que iba: de aquella época de abandono os traigo aquí, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, una muestra bien significativa: la foto de un cuadro que encontré colgado en lo más alto (creo que de lo que fue sacristía, aunque este detalle no lo puedo precisar, quizá pudo ser en alguna de las capillas). El lienzo, de época indeterminada, era un poema, como se puede ver, se caía a pedazos en el cutre marco que lo sostenía; pero, con todo, todavía dejaba ver una escenografía en la que se adivinaba la traición de Judas Iscariote. Si uno se fija bien, puede llegar a ver, como figura central, la bolsa de las 30 monedas de plata de la traición; también un soldado en plan agresivo y hasta un grupo de soldados a la izquierda sobre los que asoma un bosque de lanzas. Menos clara es la parte de la derecha del cuadro, donde parece adivinarse un numeroso grupo de personas sin identificar y quizá también un castillo.
Para contextualizar este lienzo del oprobio, os adjunto un par de fotos del conjunto de Valpuesta, en blanco y negro, como corresponde a la época. Quienes hayáis estado hace poco en este escondido rincón burgalés notaréis alguna diferencia, sin duda.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

ANTÓN VAGA POR MOGARRAZ

Vagando por la Calle Mayor.

FOTOGRAFÍAS: Mogarraz (Tomadas en octubre de 2010).

En la noche otoñal, cuando los vecinos de Mogarraz están recogidos en sus casas, el murmullo de la vieja fuente trasciende bajo la luz ambarina y fantasmal del alumbrado de las calles. Nada se mueve, nada se oye fuera del chorro cantarín.

Tiene algo la noche de Mogarraz.
Por la mañana, cuando los primeros rayos del sol hacen brillar las castañas y el humo de las chimeneas busca la verticalidad, un singular, solitario y madrugador habitante vaga por el pueblo. Olisquea aquí y allá, se cuela también por pasadizos, todo lo ve en orden, como lo dejó el día anterior. Conoce cada calle, cada rincón del pueblo, quizá también conoce a cada vecino, y es seguro que todos los vecinos le conocen a él. Todo el mundo le respeta en su habitual ronda, todos le dejan ir en paz. Se le ve feliz, no parece un alma en pena. ¿Y quién es este personaje?, ¡un marrano!

La fuente de los siglos.
Perdonadme, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, que me haya salido de los límites auto-impuestos, algunos precedentes tengo. Disculpadme también por el simpático cuadrúpedo, espero que no os parezca de mal gusto. El caso es que yo no quería entrar por este vericueto, pues mi intención era abrir una etiqueta con pueblos de Castilla y León y compartir con vosotros los que, por su arquitectura popular, son mis favoritos (sí, lo habéis adivinado, Mogarraz es uno de ellos). Pero al revisar mis archivos fotográficos, me salió al paso el cerdo callejero y ya no me pude resistir, os lo tenía que contar. Fue un día del otoño pasado, había dormido con mi familia en Mogarraz, salíamos del hotelito rural y nos tropezamos con el guarro por la calle mayor, frente a la fuente de granito de 1672. Nos sorprendió que no se sorprendiera por nuestra presencia, pasó como si nada junto a nosotros, sin inmutarse, sin ningún gesto de temor. Siguió su camino con total indiferencia y le vimos alejarse calle arriba. ¿Qué clase de broma era aquella? El asunto podía dar de si, de modo que interrogamos al primer vecino que encontramos. Y así fue cómo supimos que el personaje se llama Antón y que es protagonista de una vieja tradición en Mogarraz, una más de las muchas tradiciones que podemos encontrar en el ciclo festivo de invierno en los pueblos. De un año para otro, de San Antón a San Antón, un cerdo, alimentado por Ayuntamiento y vecindario en general, es soltado y vaga por el pueblo hasta que le llega la hora de, por arte de hechizo, convertirse en chorizo..., y otras delicias. Todo se aprovecha, todo se vende, y con lo que se obtiene se compra otro cerdo. Y así, la tradición puede continuar...