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Vagando por la Calle Mayor. |
FOTOGRAFÍAS: Mogarraz (Tomadas en octubre de 2010).
En la noche otoñal, cuando los vecinos de Mogarraz están recogidos en sus casas, el murmullo de la vieja fuente trasciende bajo la luz ambarina y fantasmal del alumbrado de las calles. Nada se mueve, nada se oye fuera del chorro cantarín.
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Tiene algo la noche de Mogarraz. |
Por la mañana, cuando los primeros rayos del sol hacen brillar las castañas y el humo de las chimeneas busca la verticalidad, un singular, solitario y madrugador habitante vaga por el pueblo. Olisquea aquí y allá, se cuela también por pasadizos, todo lo ve en orden, como lo dejó el día anterior. Conoce cada calle, cada rincón del pueblo, quizá también conoce a cada vecino, y es seguro que todos los vecinos le conocen a él. Todo el mundo le respeta en su habitual ronda, todos le dejan ir en paz. Se le ve feliz, no parece un alma en pena. ¿Y quién es este personaje?, ¡un marrano!
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La fuente de los siglos. |
Perdonadme, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, que me haya salido de los límites auto-impuestos, algunos precedentes tengo. Disculpadme también por el simpático cuadrúpedo, espero que no os parezca de mal gusto. El caso es que yo no quería entrar por este vericueto, pues mi intención era abrir una etiqueta con pueblos de Castilla y León y compartir con vosotros los que, por su arquitectura popular, son mis favoritos (sí, lo habéis adivinado, Mogarraz es uno de ellos). Pero al revisar mis archivos fotográficos, me salió al paso el cerdo callejero y ya no me pude resistir, os lo tenía que contar. Fue un día del otoño pasado, había dormido con mi familia en Mogarraz, salíamos del hotelito rural y nos tropezamos con el guarro por la calle mayor, frente a la fuente de granito de 1672. Nos sorprendió que no se sorprendiera por nuestra presencia, pasó como si nada junto a nosotros, sin inmutarse, sin ningún gesto de temor. Siguió su camino con total indiferencia y le vimos alejarse calle arriba. ¿Qué clase de broma era aquella? El asunto podía dar de si, de modo que interrogamos al primer vecino que encontramos. Y así fue cómo supimos que el personaje se llama Antón y que es protagonista de una vieja tradición en Mogarraz, una más de las muchas tradiciones que podemos encontrar en el ciclo festivo de invierno en los pueblos. De un año para otro, de San Antón a San Antón, un cerdo, alimentado por Ayuntamiento y vecindario en general, es soltado y vaga por el pueblo hasta que le llega la hora de, por arte de hechizo, convertirse en chorizo..., y otras delicias. Todo se aprovecha, todo se vende, y con lo que se obtiene se compra otro cerdo. Y así, la tradición puede continuar...
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