miércoles, 21 de marzo de 2012

EL VIENTO FRESCO Y PACÍFICO DE JOSÉ LUIS


En la Hoya de Huidobro, José Luis lo vio venir (1997).

Hoy aventarán las cenizas de José Luis Estrada Liébana en tierras de Sanabria, paisaje de devoción de mi insustituible amigo. Y un viento fresco llegado de la sierra Segundera, convertido en suave brisa, quizá las lleve  hasta Truchas, lugar donde nació, allá por La Cabrera. Será el mismo viento fresco y pacífico que con él llegó a Burgos para traernos un periodismo sin ataduras a poderes, libre, independiente. Fueron años de esperanza y de lucha en Diario 16 Burgos por conseguirlo, difíciles, con zancadillas de aquí y de allá, y al final no pudo ser. José Luis se fue a León en la creencia de que su batalla y sueño por una sociedad más justa y solidaria la había perdido en la Cabeza de Castilla. Lo volvería a intentar en el reino leonés, pero otra vez muros infranqueables de sinrazón y egoísmos le llevaron a la frustración. Y entre pérdida y pérdida, en José Luis iba anidando la lucidez total para comprender dónde estaba el refugio de la bestia que ordena el mundo de la injusticia y cuáles eran las claves de su éxito. Sin ser ni un profeta ni un visionario, guiado sólo por la lógica y el estudio, apartado de todo sectarismo, él vio venir, hace muchos años, lo que ahora llamamos La Gran Crisis, la tormenta perfecta que angustia a los que menos tienen y que enriquece más y más a los que la provocaron. Me lo contó un día en Huidobro, al pie de un ábside románico en ruina, mirando al hayedo otoñal del arroyo Turrientes. Esto va a ocurrir, me decía, y ha ocurrido. Por eso su última batalla fue para mostrarnos a todos de dónde provenía y cómo se organizaba el Mal. Por eso publicó sus tres imprescindibles panfletos de “A LA PLAZA”, su testamento intelectual, el catecismo laico que todos deberíamos hoy aprender.

Hasta siempre, José Luis. Fuerza y ánimo, Esther, Hiral, Rayani. 

2 comentarios:

  1. No se ha ido pues sus ideales, que ya son los nuestros, seguirán aferrados a nuestros corazones para siempre. Gracias amigo José Luis por todo lo que nos diste. Por todo lo que nos enseñaste.

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  2. Gracias, Elías, yo no lo habría dicho mejor.

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