lunes, 21 de mayo de 2012

CAMPOS DE ZAEL Y VILLAHIZÁN, DONDE LA ARDILLA DETUVO SU VIAJE

FOTOGRAFÍA: Encina y campos de Villahizán (Tomada en enero de 2009).

Desde que comenzamos a usarla, los humanos hemos hecho que la  tierra cambie constantemente de imagen.  Nada nuevo digo, lo sé.  En realidad, lo que quería decir es que, poco a poco, a fuerza de querer vivir con mucha ambición y poca reflexión nos vamos cargando todo lo que sale a nuestro paso. Siendo parte de ella, nos cargamos la naturaleza de modo natural, como si tal cosa, es decir, matamos lo que nos da la vida. Y porque somos naturales, lo que lleva implícito que seamos igual de listos que tontos, hemos deforestado los bosques, sobre-explotado las tierras resultantes, agotándolas y saturándolas de química, contaminado los mares, los ríos e incluso el aire que respiramos, entre otras atrocidades. Ya digo, con nuestras muy naturales actuaciones vamos cambiando la faz de la tierra. Y así, en el cambio, van surgiendo imágenes nuevas, algunas ciertamente no exentas de belleza. La deforestación de nuestro territorio burgalés, un día feraz y apretado de sombras, hizo que la famosa ardilla que cabalgaba por España sin apearse de los árboles se detuviera al no encontrar ramas sobre las que continuar su viaje. Esas aisladas y robustas encinas de los campos de Zael y Villahizán, sobrevivientes de una espesura, emergiendo sobre el rojo de la sufriente tierra, conforman una imagen de impacto. Arte en la naturaleza, diría yo, aunque la naturaleza sea ya menos natural. 

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