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Rojas. A la izquierda de la imagen puede verse su castillo.
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Molino de Los Congostos.
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Molino de Los Congostos.
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Gran cavidad en el paso de Las Cuevas.
En ella vivieron gitanos nómadas.
¡"Cuántos gitanos habrán nacido ahí en eso"! |
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Paso de Las Cuevas, camino de Buezo. Hubo quien caminó descalzo por la roca.
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Paso de Las Cuevas |
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Al final del camino se aprecia la entrada al paso de Las Cuevas. |
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Santa Casilda al borde del precipicio. |
FOTOGRAFÍAS: Rojas. Camino de Rojas. Paso de las Cuevas. Santuario rocoso de Santa Casilda. (Tomadas en octubre de 2014).
Hace dos años (¿dos años ya?) que en este Cajón de
Sastre, para el capítulo de “Pasos de Montaña”, recorrimos algunas de las rutas
que siguieron los devotos de Santa Casilda para llegar al santuario de la princesa mora convertida. Recordemos que la última de ellas fue la que, partiendo de
Quintanavides, lleva a Buezo pasando por Reinoso. Dos años, ya digo, y parece
que fue ayer. Hoy venimos con una nueva ruta, la que desde Rojas, como punto de
confluencia de devotos de numerosos pueblos de La Bureba y de Las Torcas,
pasaba por la estrechura conocida como Las Cuevas, camino de Buezo. Las Cuevas
es un pintoresco pasaje entre peñascos calizos que debe su nombre a la
existencia de algunas cavidades a uno y otro lado del río que discurre paralelo
al camino. En una de ellas, la de mayor amplitud, se cuenta que salió un pollo que habían metido por la Cueva del Moro, de Quintanaurria.
Rojas es un lugar con especial veneración a Santa
Casilda, como lo demuestra que cada 9 de abril celebran su fiesta. Como lo
demuestra también que cada día de San Juan y cada día de San Miguel, sus
vecinos tenían y tienen la costumbre de subir en romería al santuario para celebrar sendas
comidas campestres (había bailes y se mataba un pollo para cada ocasión) en torno a la ermita y al
milagroso Pozo Blanco. Y si a todo ello le sumamos que generación tras
generación sus vecinos han visto pasar por su calle mayor a infinidad de
peregrinos camino del santuario, podemos decir que Rojas es un pueblo
casildiano, si se admitiera tal definición.
A Rojas llegaban devotos desde lugares bien
distantes, cada uno por donde le venía mejor, pero la mayoría confluyendo en el
pueblo castelar. Los que llegaban de Las Torcas, Melgosa, Valdearnedo, Cobos,
Abajas, Arconada, La Molina, los Rublacedos..., esos pasaban por Quintanaurria, el pueblo de las higueras, donde tomaban un camino montesino que los conducía hasta el molino de Los
Congostos, inicio del paso de Las Cuevas, sin necesidad de entrar a Rojas. Pero los que peregrinaban desde el
oeste de la Bureba, dígase Poza de la Sal, Llano, Hermosilla, Castil de Lences,
Lences, Carcedo, Quintanilla,.., esos tenían a Rojas como paso obligado.
Rojas y su amplia y aseada calle mayor (desde 1910,
Avenida de Toribio Saiz, benefactor del pueblo, ya que fue quien sufragó la traída de aguas), en efecto, era lugar de paso
para los devotos de la santa. Sus vecinos de siempre los vieron pasar, andando
o en burros, en grupos o en solitario, algunos descalzos haciendo penitencia
para pedir favores ("De aquí mismo, de este pueblo [de Rojas] pues a una que tuvo un nieto la meningitis...., y el niño se quedó ciego, pues se ofreció a Santa Casilda. De rodillas subió la mujer toda la ladera, pero al chiquillo no se le quitó la ceguera ...".), otros ocultando en las alforjas los exvotos de cera que
ofrecerían en el santuario. Todos en dirección a Las Cuevas, donde el camino a
Santa Casilda se hace roca y ensombrece.