Las gallinas de Tudanca escarban en el camino amarillo |
Tudanca se esconde tras la chopera dorada |
El Ebro se remansa para contemplar los colores otoñales de su ribera |
FOTOGRAFÍAS: Tudanca y río Ebro (Tomadas en el otoño de 2013).
Dicen que nos vamos al caer la hoja, y la verdad, no sé
por qué hacemos semejante tontería. Uno ve el radiante otoño en Tudanca y ha de
querer quedarse para disfrutar de otro más, y de otro, y otro más. Los otoños
en Tudanca, cuando los chopos y frutales cubren de colores sus prados verdes,
son de ponerse en pie y ovación generalizada. Nada en ellos incita a marcharse,
solo a quedarse. En el otoño de Tudanca las gallinas rojas y libres picotean y
escarban entre las hojas caídas desde la fundación del pueblo, las más
arrojadas, como lo hicieron siempre que no hubo riadas, se acercan a la orilla
del Ebro remansado y visitan a los mejillones, oscuros durmientes enterrados en
la arena. En Tudanca, donde la carretera muere y el río continúa entre montañas
imposibles, bajo una sinfonía de colores de ribera, uno desea que siempre sea
otoño.
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