|
Un alarde de conservación. |
|
Todo por una rueda movida por el agua |
|
Sin academia, sin planos, inteligencia natural |
|
El arte de hacer engranajes con dientes de madera |
|
Volante y sierra, el único jmetal |
|
Carro con cepos para sujetar las maderas que se iban a serrar |
FOTOGRAFÍAS: Sierra de agua en Quintanilla de Valdebodres (Tomadas en marzo de 2015)
Decir sierra
de agua debe ser lo mismo que decir sierra hidráulica. Como “sierras de agua”
las encontramos citadas en documentos y libros antiguos, mientras que lo de
“hidráulica” parece más un cultismo de última hora. Si seguimos el Diccionario
de Pascual Madoz veremos que allá donde se relacionan estos artefactos se dice
sierras de agua. Y así vamos a llamar a la que, en día reciente, descubrimos en
Quintanilla de Valdebodres.
Ya lo he
dicho en anteriores ocasiones, la nunca suficientemente ponderada "rueda
hidráulica", con su tosco y estruendoso girar, movió los más dispares artilugios
y complejos fabriles que precedieron a la era industrial. Molinos, batanes,
norias, mazos, martinetes, sierras de agua, aserraderos, primeras fábricas de
luz, etc., fueron accionados por la gran rueda, en un principio de madera y
después de hierro. Es difícil encontrar un salto de agua en Burgos que en su
día no fuera aprovechado para cualquiera de los artefactos mencionados, y son
muchos los saltos de agua existentes en esta provincia. Pero su época de gloria
pasó, el vapor y la electricidad hizo que cayeran en el olvido, las ruedas de
madera se pudrieron y las de hierro el orín se las llevó. ¿A todas?, no, a
todas no. En 1993 escribí notas de una sierra de agua que por entonces
sobrevivía en Aldea del Pinar, en un edificio que hacía a la vez de molino
harinero. Pedía entonces la restauración del conjunto, pero no sé qué habrá
sido de él. Años más tarde, en 2013, guardamos en este Cajón de Sastre otra
sierra de agua que funcionó en el molino de Escuderos.
La sierra de
agua de Quintanilla no fue un aserradero industrial, como los muchos que hubo
en tierras de pinares, sino más bien una oficina particular creada para la
autosuficiencia de su constructor (aunque esporádicamente llegara a atender en
ella encargos puntuales de ajenos, como la elaboración de ataúdes para vecinos
fallecidos y alguna otra urgencia). Su
constructor, Félix López, padre del laureado inventor José Luis López Gómez, debió
ser una de esas personas de inteligencia natural que no necesitaron pasar por
universidades para desarrollar con ciencia los oficios que le eran necesarios
en el medio natural en el que vivía. Aprovechando el torrente salido de una
cueva en el mismo pueblo, Félix, con su sola intuición y la ayuda de un rodete
de hierro movido por el agua, llegó a construir, hacia 1925, una sierra con
todos los útiles necesarios para su funcionamiento. Entrar hoy en esta oficina
de sierra es sumergirse en la noche de los tiempos, en un reino inventivo donde la madera domina el espacio, donde ejes, engranajes y correas cuentan
cortes y aventuras pasadas. Es una suerte que la familia haya conservado este singular museo, y que nos lo haya mostrado. Gracias.
|
Sierra de agua en Escuderos |
fantastico descubrimiento , soy carpintero y siempre me he preguntado como eran las sierras antes del invento de la electricidad
ResponderEliminarMe alegro que esta entrada le haya servido.
ResponderEliminarUn saludo