viernes, 6 de mayo de 2016

DOS DÍAS POR EL NORTE (I)

FOTOGRAFÍAS: Peluquería Bureba (Villarcayo). La Unión Montijana (Villasante de Montija). Torre-palacio de Villalázara (Tomadas en abril de 2016).


Mis recientes días en Bruselas no me han hecho olvidar la excursión que con mi paciente compañera y madre de mis hijas llevé a cabo por el norte de Burgos, también en el mes pasado. Fueron dos días luminosos como pocos en el lluvioso abril. A ella se le había antojado dormir en una posada singular, de esas que ahora tanto proliferan y que hacen que por unas horas uno pueda sentirse conde-duque o marquesa. Y puesto que a ella lo mismo le daba, yo le ofrecí la espléndida torre de El Ribero, un palacio fortificado del XVI, habilitado como posada, que estaba seguro había de colmar sus expectativas. Aceptó de buen grado (bien es verdad que no esperaba menos), lo cual me permitió hacer de trotapueblos, una vez más, por las tierras del norte, por zonas que sabía que un día u otro tendría que volver por considerar que eran  sospechosas de contener una y mil sorpresas. Bueno, bueno, la excursión fue de lo más gratificante y provechosa. Ahora, recién llegado de Bruselas, cambiado el chip geográfico, recapitulo y trato de hacer memoria de todas las cosas que vimos y que llamaron nuestra atención, cosa harto difícil pues fueron muchas. Vamos a ello.

                   
PRIMER DÍA, PRIMERA PARADA
(Villarcayo, la vieja Peluquería Bureba echará el cierre este verano)


Para abrir boca, como siempre que viajamos al norte por la 629, paramos en Villarcayo, para el café mañanero (una lástima que ya no esté el Café Toledo). Sucedió que nada más aparcar el coche, al transitar por una acera de la calle mayor, nos sorprendió el escaparate de una barbería que parecía antigua. Digo antigua porque, arrimando la nariz a la cristalera, pude ver en una repisa diversos objetos barberos, como viejas maquinillas cortapelos, navajas o afiladoras de navajas y otros utensilios del oficio, y en el interior, una estampa barbera de las que yo tenía recuerdo pero que creí que ya no volvería a ver. Aquello me resultaba ciertamente tentador. Dudé en un primer instante en entrar a aquel vetusto establecimiento, pero pudo más mi curiosidad y decidí que no me quedaría con las ganas. Que fue así como de pronto me encontré dentro de un obrador de pelo y barba que parecía sumergido en la noche de los tiempos. Ya solo por ver los dos tradicionales sillones peluqueros de sube y baja, modelo película Gran Dictador, el juegos de frascos rociadores y atomizadores de noble vidrio azul, y el precioso perchero modernista que colgaba sobre una pared (“Fue adquirido en una peluquería que hubo en la calle Almirante Bonifaz, de Burgos”), mereció la pena la osadía. Y más que mereció cuando conocimos al último de los barberos-peluqueros clásicos de Villarcayo, a Pedro García García, conocido en toda la Merindad de Castilla la Vieja con el apodo de “Bureba”, seguramente debido a que su padre, de quien heredó la barbería, era briviescano.  
Es una pena que, según nos contó el mismo "Bureba", esta barbería, abierta en 1939 y que llegó  a tener hasta cuatro sillones, la única con vida hoy de las cuatro clásicas que funcionaron en Villarcayo, echará el cierre este verano y para siempre. Será el adiós en el oficio de un profesional que bien ganada tendrá su jubilación tras una friolera de 56 años de actividad.


"Bureba", un peluquero de los de antes, un esforzado profesional que
 compaginó su actividad peluquera con la de camarero.
"Llegaba a trabajar hasta 17 horas al día"  
Sillón de peluquero que a partir del verano dejará de moverse

Atomizadores y rociadores de bello cristal decimonónico

Precioso perchero modernista.
Llegó a Villarcayo procedente de una peluquería
 de la calle Almirante Bonifaz, de Burgos.

Edificio de 1920 en cuyos bajos se encuentra
la Peluquería Bureba, que cerrará este verano



PRIMER DÍA, SEGUNDA PARADA
(Villasante de Montija, liquidación de la “La Unión Montijana”)

Nuestra visita a Villasante se debía a un compromiso con un amigo de allende los mares, un leal seguidor de este Cajón de Sastre que habiéndose enterado de la liquidación de “La Unión Montijana. Seguros Mutuos Contra Incendios a Prima Variable”, con 136 años de antigüedad, quería que yo investigara o escribiera algo sobre ella. Mi amigo es una persona sensible por los temas históricos de los pueblos, de los pueblos muertos y de los que se están muriendo, en realidad le pasa lo que a mí, que una simple chapa de aseguradora en la casa de un pueblo arruinado llega a conmoverle. Pero temo que voy a defraudarle, pues poco pude sacar en mi visita. Las oficinas de la mutua aseguradora, al parecer la única que funcionaba en España a prima variable, en el precioso edificio de Villasante, estaban cerradas y un aviso en la puerta comunicaba la disolución y liquidación. La Montijana ya nunca más, creo, asegurará a los pueblos por incendios, tan frecuentes en otro tiempos, y sus placas oxidadas, tantas como he tenido ocasión de ver, poco apoco irán desapareciendo entre escombros. Bueno, alguna quedará, alguna aún queda, como la que aquí dejo de una casa del mismo Villasante que luce el bonito año de 1900.


Precioso edificio de La Unión Montijana en
Villasante de Montija

Placa de La Unión Montijana en una casa de Villasante



PRIMER DÍA, TERCERA PARADA
(Villalázara, ventanas en “El Palacio”)

Mi afán por coleccionar ventanas notables, ya bien conocido por vosotros, queridos amigos, nos llevó a la cercana Villalázara y a su torre-palacio de los Bustamante y otros, que ahora luce esplendorosa después de un ejemplar  remozado y la desaparición del revoque que tanto la afeaba. Es difícil que una torre no tenga ventanas singulares, aunque nada más sea que para lucir las armas de quienes fueron sus dueños, y en el caso de la de Villalázara no es para sentirse defraudados, pues en el lienzo del oriente vemos un dignísimo ejemplar con escudo y tejadillo protector, que mucho se parece a tantos que llevamos guardados, bien de palacios o de casonas de hidalgos. Por su parte, el lienzo del sur cuenta también con otro ejemplar, ciertamente elegante, pero sin el privilegio de las armas familiares.  Parece claro que el primer propietarior de la torre quiso que la ventana más trabajada, para el lucimiento del escudo,  estuviera en el flanco que mejor pudiera verse por todo aquel que llegaba a la población. Es natural.  


Conjunto palaciego con torre, una ejemplar restauración
 
Ahora la torre de Villalázara luce con la dignidad original

Ventana blasonada en la torre-palacio de Villalázara


Aparte de la torre y sus ventanas, el paseo detenido por el pueblo nos llevó a descubrir un dintel que bien podría calificarse de original. La casa donde se encuentra no tiene nada de especial, pues se trata de una muestra más (al menos exteriormente) de la sencilla arquitectura tradicional de la zona, pero llama la atención una inscripción en el dintel de su principal ventana, donde puede leerse:

REINANDO
D. FERNANDO VII
AÑO 1825

A falta de más información, no parece normal que una simple casa, sin otros merecimientos, que sepamos, haga mención real en el momento de su construcción, pero, quién sabe, quizá detrás de la inscripción se esconda  alguna historia llena de interés.  


Casa en Villalázar con patio para distintos servicios

Inscripción de 1825 en dintel de ventana



2 comentarios:

  1. Muy interesantes esos testimonios,Elias. El norte de Burgos, nunca te defrauda.
    En cada rincón , en cada alto en la carretera hay algún mensaje para descifrarlo Esta en nosotros descubrirlo. Un abrazo desde Ultramar.

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  2. Gracias, Juan Carlos. Tienes razón en lo que dices, el norte nunca defrauda. Me alegra mucho saber que estás ahí, en tu Buenos Aires, siguiendo mis correrías por tierras que tan bien conoces.

    Un fuerte abrazo

    Elías

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