sábado, 25 de noviembre de 2017

EL TESORO DE SANTA MARINA


Algo más que una simple ermita

Llenas de simbolismo

Pinturas monocromas

¿Jesucristo crucificado y la Virgen María?

Nudos de Salomón y simbólico sol 

Indumentaria medieval ¿en danza?, y de nuevo el sol

Pavos reales y flor de lis, simbolismo cristiano



FOTOGRAFÍAS: Pinturas de Santa Marina en Villamartín de Sotoscueva (tomadas en 2015 y 2017)

        Cuando en la Guerra Civil Española los soldados italianos, combatientes en el bando “Nacional”, hicieron sus grafitis fascistas en el exterior de la ermita de Santa Marina, en Villamartín de Sotoscueva, posiblemente no debían sospechar el enorme tesoro que esta humilde ermita guardaba en su interior. ¿O sí?
¿Llegaron a estar dentro de ella los italianos? Es muy posible, no lo sabemos con seguridad, pero si así fue, ninguna inscripción semejante a las del exterior, ni ninguna otra, dejaron. Quizá quedaron tan sorprendidos y admirados por las representaciones pictóricas que vieron sobre los revocos, especialmente del ábside, que hasta ellos mismos, posiblemente embrutecidos por la guerra (no hay guerras que no embrutezcan), debieron pensar que aquella maravilla era única y que merecía ser respetada.
Ocupado o no su interior por los italianos (cosa que queda pendiente de verificar), fueron pasando los años después de la contienda fraticida y la ermita de Santa Marina, al tener Villamartín un gran templo parroquial, debió permanecer cerrada durante todo el año, como suele ser habitual en este tipo ermitas, con la excepción del día de su onomástica, el 18 de julio. Después vino la despoblación a visitar el pueblo y con ella el abandono y descuido total. Aun así, a pesar de ser “la gran desconocida” y de su más que evidente deterioro, Santa Marina permaneció en pie y sus pinturas (algunas maltrechas), llegaron milagrosamente hasta nuestros días.
Hace apenas tres años un amigo historiador, a quien se encargó el estudio de dichas pinturas (un trabajo que pronto ha de ver la luz), me advirtió de su existencia y de su antigüedad, siglo XV. Y yo no daba crédito, pues por mi condición de espeleólogo y explorador del complejo de Ojo Guareña fueron muchas las veces que había estado en este pueblo y nadie me había comentado nada al respecto, y tampoco conocía nada publicado. Todo ello picó mi curiosidad, como bien podéis imaginar, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, y decidí que tenía que visitar la ermita tan pronto como me fuera posible. Debió pasar un año hasta que, por fin, tuve el tesoro delante de mis ojos. ¡Jamás se me pasó por la cabeza que en Santa Marina pudieran dormir el sueño del olvido unas pinturas tan fabulosas, tan  llenas de simbolismos, tan increíbles!
 Acostumbrados a las glorias románicas burgalesas, nadie que vea esta ermita por fuera diría que en su interior se conserva una de las muestras pictóricas medievales más interesantes que se conocen. Uno contempla el edificio, de nave rectangular, cabecera cuadrada y de humildísima mampostería, y a primera vista le viene a la cabeza una ermita más de las cientos de ermitas como hay en Burgos sin apenas valor artístico. Solo unas letras góticas en rojo, desdibujadas por el paso del tiempo y escritas en la sencilla portada con arco de medio punto, nos alertan de que dentro es posible que haya algo de interés. ¡Y vaya si lo hay! Y me pregunto cómo ha sido posible que el tesoro que vais a ver, queridos amigos, haya pasado tan desapercibido tanto tiempo, desconocido para todos, y lo que es peor, sin cuidados ni protección alguna (hasta ahora).
Afortunadamente, en días recientes se han realizado algunas tareas de restauración en la ermita, y ello debe llenarnos de alegría. Esperemos que estas tareas sean solo parte de una primera fase y que haya una continuidad hasta la dignificación total del cofre y su tesoro. Lo esperamos.


PD: Recomiendo abrir este enlace para conocer algo de mayor enjundia sobre estas pinturas.




Restaurando la ermita (noviembre de 2017)

Una vista de fuera adentro antes de las obras de restauración

  

jueves, 23 de noviembre de 2017

UNA ALDABA EN LA IGLESIA

Un llamador en la puerta de la iglesia


FOTOGRAFÍA: Aldaba (Tomada en noviembre de 2017) 

       Patear la provincia y sus pueblos, curioseando aquí y allá, lleva a uno a descubrir cosas insólitas, algunas de las cuales ya hemos guardado en este Cajón de Sastre. Una vez fue el descubrimiento de una llave inglesa esculpida dentro de un escudo del siglo XVIII (que no me digáis, queridos amigos, que no tiene su misterio), otra, un tanque de la Segunda Guerra Mundial en lo más alto de una loma de un tranquilo pueblo burgalés que nada tuvo que ver con dicha guerra (Quintanilla Cabe Rojas), otra, un avión posado en un cerro junto a un castillo medieval (Coruña del Conde), y otra más, dos espantapájaros sentados en sendas butacas viendo la televisión en medio de un huerto. En fin, la lista de curiosidades, que en su momento vimos aquí, es ya demasiado larga como para volver sobre ellas (mejor ver su correspondiente etiqueta). Sirvan solo las expuestas para presentar una más que en días pasados tuve ocasión de ver en la iglesia de un pueblecito burgalés de la zona de Villadiego (otra de las Laponias de Burgos). Se trata de un llamador, con forma de mano, en la vetusta puerta de acceso a la iglesia. ¿Una  aldaba en la puerta de la iglesia? Reconozco que no sé de otro caso semejante. ¿Es que acaso sirve para que, si la aporreamos, alguien desde dentro puede abrirnos? ¿Quién nos abriría en ese caso? 

viernes, 17 de noviembre de 2017

LA VENTANA DE MAZUELA, LOS FALSOS ANGELOTES


Ventana y escudo... y añadidos eléctricos

Parecen angelotes, pero no lo son

Hidalga y blasonada casona, con extraña ventana

FOTOGRAFÍAS: Ventana en Mazuela (Tomadas en noviembre de 2017)


        Continuando con la serie de ventanas ilustres de Burgos, que desde hace algunos años llevamos iniciada, guardamos hoy en su correspondiente arcón, junto a tantos como llevamos ya guardados, un ejemplar bello y singular abierto en una vieja casona de Mazuela. Una mínima cruz en la parte superior del remarcado del vano, así como las llaves cruzada de San Pedro y una cruz de Calatrava en sendos cuarteles del escudo que se encuentra a su lado, son señales que podrían estar indicándonos que dicha casa pudo pertenecer a algún eclesiástico, o noble relacionado con la Iglesia, pero esto es una hipótesis, nada más. Las esculturas, voluminosas y monstruosas, que pueden verse en tres de los lados del vano no son, precisamente, elementos decorativos religiosos, sino más bien lo contrario. (lástima el deterioro de las figuras verticales). No son angelotes, como algunos vecinos han llegado a suponer, sino cuerpos humanos con cabeza de animal. Y este es el aspecto singular del ejemplar. Nada similar hemos encontrado en las ventanas que llevamos vistas, ni siquiera en las renacentistas, que serían las más propias para este tipo de esculturas. Animales con cuerpo humano desnudo y cabeza de animal podrían ser más propios del arte románico, época de símbolos, que del momento barroco, al cual parece que debió pertenecer el cantero que ejecutó esta curiosa obra. El desvarío artístico en esta ventana hace de ella una de las más extrañas e interesantes conocidas en Burgos.
       Otro escudo, en el lado sur de la casona y oculto por el follaje de un árbol, apenas si deja ver una fecha: 1781. Sería de gran ayuda, para conocer la historia de esta casa, ver si existen coincidencias entre las armas de los dos escudos.
   

miércoles, 15 de noviembre de 2017

LA FUENTONA CASI ENTERRADA DE MAZUELA


Enterrada o no, al menos se ha conservado

La cubierta a ras del suelo

Frente de La Fuentona con su gran arco de acceso al depósito,
que aunque parezca extraño, por la gran sequía que sufrimos,
se encuentra lleno de agua 


FOTOGRAFÍAS: La Fuentona de Mazuela (tomadas en noviembre de 2017) 

     Una especie de glorieta de reciente creación en Mazuela ha dejado semienterrada La Fuentona, la monumental fuente de la que siempre se surtió el vecindario de este pueblo. Este magnífico ejemplar con forma de capilla, de posible origen medieval y que tantos servicios prestó, quizá no se merecía semejante entierro, en mi opinión.  Pero bueno, todo sea por el progreso, al menos es de agradecer que todavía podamos disfrutar de su poderosa cubierta.

     

lunes, 13 de noviembre de 2017

REFUGIO PARA CUATRO AIRES


Refugio pastoril con huecos a los cuatro aires

FOTOGRAFÍA: Refugio de pastores en páramo de Tubilla del Agua (noviembre, 2017) 

       
       Inteligencia pastoril, arquitectura de piedra libre y necesidad, ajena a lo superfluo, eso es lo que yo veo en este parapeto. Nos tomaron la medida, compañero Aire, crearon defensas para tus impetuosas embestidas, de aquí y de allá, nada pudiste hacer contra este refugio que aquí plantaron, ni yo cuando ventisqué dardos sin compasión. Esta construcción es un fortín antivientos, tiene socallados a todas tus veleidades, al solano, al ábrego, al cierzo y al regañón. Algún pastor del páramo, sabio como ninguno, precursor de los arquitectos de hoy, que nada sabía de titanios ni de sintéticos, construyó este refugio observatorio de cuatro huecos, sin planos y sin ínfulas de recibir premios ni de pasar a la posteridad. Y hasta hoy ha llegado, pese a nuestros embates. Observémoslo con respeto, ya vacío y en la soledad de este páramo de rebaños olvidados. Sí, Lluvia, luchamos mucho por sortear sus defensas y nos venció. 
  
Ecos de la lluvia y el aire
De mis paseos por el páramo

  

miércoles, 8 de noviembre de 2017

LOS PERROS DE DOLENCIAS

        

Sima Dolencias 



FOTOGRAFÍA: Sima Dolencias (5/11/2017)

        La simple lectura  o pronunciamiento de esta palabra le llevará a más de uno a pensar en dolencias del cuerpo humano, en dolores de cualquier tipo de los que suelen aquejarnos. Es lógico. Pero aunque alguna relación pudiera haber entre este significado y el por qué de semejante nombre, lo cierto es que este es aplicado a una profunda sima en el complejo cárstico de Ojo Guareña, en realidad a una de las entradas más importantes de este sistema cavernario burgalés. No aparece escrito en documentos (salvo, que yo conozca, en los estudios espeleológicos) y nadie ha sabido decirme el origen y la causa de tal nombre, y eso que he indagado aquí y allá y he interrogado a las personas más mayores de los pueblos de Sotoscueva. Así que no me ha quedado otra que dar rienda suelta a la imaginación y he encontrado justificación por el hecho de que, tradicionalmente, durante años, quizá siglos, los animales muertos en los pueblos del entorno fueron arrojados en esta sima como manera de hacerlos desaparecer. Resultaba cómodo el sistema (aunque poco ecológico), sin duda, pues no había que excavar fosas para enterrarlos como después se hizo; cargada en un carro, se acercaba la res difunta al borde de la sima, se dejaba caer y si te he visto no me acuerdo. Pero los animales arrojados, generalmente vacas, cuando llegaban abajo no decían ni mú, no podían decirlo, ni podía  dolerles nada ya que estaban muertas. Otra cosa son los perros, que también fue costumbre desprenderse de ellos arrojándolos a la sima, por enfermos, por viejos, o simplemente porque se habían convertido en un estorbo. En el fondo de la sima, quizá heridos pero aún con vida, reunidos en el lugar en que cae a plomo la luz diurna, sus lastimeros aullidos debían oírse día y noche desde el exterior para espanto de todo aquel que pasaba por el camino que discurre a pocos metros del gran bocarón, entre Villamartín y Cueva. Cuentan los vecinos de más edad que algunos perros llegaron a sobrevivir años en torno al fondo de la sima, lo que no debería extrañar mucho, teniendo en cuenta que comida no les podía faltar, al recibir de cuando en cuando carne relativamente fresca; y agua tampoco, pues de ella hay sobrada en el fondo de lo que se precipita en los días de lluvia o deshielo por el gran salto. Cuentan y cuentan los más viejos de Sotoscueva cosas de Dolencias difíciles de creer, algunas terribles, como la de aquel perro que, después de un año de haber sido arrojado y tras recorrer un kilómetro en la oscuridad, pudo salir por Palomeras, la otra gran entrada de Ojo Guareña, y presentarse en la casa de su amo en el pueblo, o la de aquella perra que dio a luz en algún rincón del fondo de la sima. Cuentan... Se cuentan otras cosas aún más terribles sobre Dolencias, pero en clave de miedos y rencores fósiles.