Algo más que una simple ermita |
Llenas de simbolismo |
Pinturas monocromas |
¿Jesucristo crucificado y la Virgen María? |
Nudos de Salomón y simbólico sol |
Indumentaria medieval ¿en danza?, y de nuevo el sol |
Pavos reales y flor de lis, simbolismo cristiano |
FOTOGRAFÍAS: Pinturas de Santa Marina en Villamartín de Sotoscueva (tomadas en 2015 y 2017)
Cuando en la
Guerra Civil Española los soldados italianos, combatientes en el bando
“Nacional”, hicieron sus grafitis fascistas en el exterior de la ermita de
Santa Marina, en Villamartín de Sotoscueva, posiblemente no debían sospechar el
enorme tesoro que esta humilde ermita guardaba en su interior. ¿O sí?
¿Llegaron a
estar dentro de ella los italianos? Es muy posible, no lo sabemos con
seguridad, pero si así fue, ninguna inscripción semejante a las del exterior,
ni ninguna otra, dejaron. Quizá quedaron tan sorprendidos y admirados por las
representaciones pictóricas que vieron sobre los revocos, especialmente del ábside, que hasta
ellos mismos, posiblemente embrutecidos por la guerra (no hay guerras que no embrutezcan),
debieron pensar que aquella maravilla era única y que merecía ser respetada.
Ocupado o no
su interior por los italianos (cosa que queda pendiente de verificar), fueron
pasando los años después de la contienda fraticida y la ermita de Santa Marina,
al tener Villamartín un gran templo parroquial, debió permanecer cerrada durante todo el año, como suele ser habitual en este tipo ermitas, con la excepción del día de su onomástica, el 18 de julio. Después vino la despoblación a visitar el
pueblo y con ella el abandono y descuido total. Aun así, a pesar de ser “la
gran desconocida” y de su más que evidente deterioro, Santa Marina permaneció
en pie y sus pinturas (algunas maltrechas), llegaron milagrosamente hasta
nuestros días.
Hace apenas
tres años un amigo historiador, a quien se encargó el estudio de dichas pinturas (un trabajo que pronto ha de ver la luz),
me advirtió de su existencia y de su antigüedad, siglo XV. Y yo no daba
crédito, pues por mi condición de espeleólogo y explorador del complejo de Ojo
Guareña fueron muchas las veces que había estado en este pueblo y nadie me
había comentado nada al respecto, y tampoco conocía nada publicado. Todo ello
picó mi curiosidad, como bien podéis imaginar, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, y decidí que tenía que visitar la
ermita tan pronto como me fuera posible. Debió pasar un año hasta que, por fin,
tuve el tesoro delante de mis ojos. ¡Jamás se me pasó por la cabeza que en
Santa Marina pudieran dormir el sueño del olvido unas pinturas tan fabulosas,
tan llenas de simbolismos, tan increíbles!
Acostumbrados a las glorias románicas
burgalesas, nadie que vea esta ermita por fuera diría que en su interior se
conserva una de las muestras pictóricas medievales más interesantes que se
conocen. Uno contempla el edificio, de nave rectangular, cabecera cuadrada y de
humildísima mampostería, y a primera vista le viene a la cabeza una ermita más de las
cientos de ermitas como hay en Burgos sin apenas valor artístico. Solo unas
letras góticas en rojo, desdibujadas por el paso del tiempo y escritas en la
sencilla portada con arco de medio punto, nos alertan de que dentro es posible
que haya algo de interés. ¡Y vaya si lo hay! Y me pregunto cómo ha sido
posible que el tesoro que vais a ver, queridos amigos, haya pasado tan desapercibido tanto tiempo, desconocido para
todos, y lo que es peor, sin cuidados ni protección alguna (hasta ahora).
Afortunadamente,
en días recientes se han realizado algunas tareas de restauración en la
ermita, y ello debe llenarnos de alegría. Esperemos que estas tareas sean solo parte de una primera fase y que haya una
continuidad hasta la dignificación total del cofre y su tesoro. Lo esperamos.
PD: Recomiendo abrir este enlace para conocer algo de mayor enjundia sobre estas pinturas.
Restaurando la ermita (noviembre de 2017) |