El balcón del cantero Teógenes, una obra de 1920 |
La roseta hexapétala como símbolo de la profesión |
FOTOGRAFÍAS: Balcón en Santibáñez del Val (Tomadas en enero de 2019)
Estimado Teógenes:
Primero de todo te pido
perdón por el tuteo, pero es que no me sale tratar de usted a los que ya no
están en este mundo, y tú ya no estás. Te extrañarás que sepa tu nombre, lo sé
porque lo vi grabado en piedra en un balcón que tú mismo decoraste hace un
siglo en Santibáñez del Val. TEÓGENES, aún puede leerse en letras grandes en lo
más alto del balcón, en lo que hace de dintel dovelado. TEÓGENES escribiste, solo
tu nombre, sin apellidos, lo que sin duda resalta la humildad que siempre te
acompañó. Debiste ser cantero, como se adivina por las distintas herramientas que
tallaste en cada jamba y en cada piedra del balcón. Hoy te digo, y lamento
decírtelo, que la casa que tú mismo debiste construir, para tu familia y quizá para tu
laboratorio de la piedra se encuentra en ruina (te envío una foto por si, en el
más allá, puedes verla, aunque, pensándolo bien, mejor si no te llega, no vaya
a ser que te deprimas). Desconozco tus obras en Santibáñez y las que pudiste hacer en los
pueblos de la comarca, pero seguro que fueron muchas y muy dignas, a juzgar por
el mimo con el que labraste tu balcón. Quizá alguna esté resistiendo el paso de
los años mejor que tu casa, lo cual, pese a tu dolor, debería llenarte de
orgullo y no de pena. Fuiste un cantero de pueblo, un mago de la piedra que
tuvo como emblema la roseta hexapétala, la flor que siempre caracterizó a los
de tu profesión. Permíteme, Teógenes, que deje estas líneas a la vista de
todos por si a alguien se le ocurriera salvar tu precioso balcón. Se lo merece.
Sin más, recibe un
cordial saludo desde Santibáñez del Val
Un admirador
Siento decírtelo, Teógenes, pero tu casa se está hundiendo |
Teógenes cantero o dueño de la casa, o quizás ambos, estaría muy orgulloso de su fachada, de esta obra que mantiene el equilibrio y que puede que caiga dentro del olvido de los escombros. O quizás pensemos que tu llamada a este hombre sea escuchada por alguien que intente mantenerla como el recuerdo de aquellos oficios que se pierden en la noche de los tiempos. Preciosa carta.
ResponderEliminarOjalá alguien nos oiga, Rosa. Gracias por el comentario.
ResponderEliminarSaludos