martes, 22 de enero de 2019

POR LOS CAMPOS DE AMAYA (II) EL ARTISTA DE SANDOVAL


Una casa de aire clásico en Sandoval de la Reina



FOTOGRAFÍAS: Casa y murales de Bernardino Moradillo (Tomadas en enero de 2019)  


Nos habíamos quedado en Salazar de Amaya, donde una plácida y fría mañana de enero nos regaló un escenario de rojo intenso, de adobes sufrientes y calles rebosantes de silencio. De Salazar partimos en busca de más ventanas, de más rosetas. Y así, tras fugaz visita a Sotresgudo, núcleo de casa modernas y relucientes pero ya sin la personalidad rural que un día debió tener, llegamos a Sandoval de la Reina. Y aquí, queridos amigos de este Cajón de Sastre, surgió la sorpresa. A punto de abandonar el pueblo vimos en la parte alta un extraño edificio: “Parece un Partenón, vayamos a verlo”, dijo mi compañera. Dicho y hecho. Y ya frente al edificio no salíamos de nuestro asombro: una fachada con cuatro pares de pilastras, a imitación de algún templo clásico, rematadas con capiteles jónicos, y un frontón con jarrones en las esquinas y medallón circular, dentro del cual dos figuras esculpidas, un desnudo de mujer, que bien podría ser Eva, y un anciano con ropaje de filósofo griego, pero que, por su mano alzada, en ademán acusador, bien pudiera ser una representación divina reprendiendo a la mujer, era algo para lo que no estábamos preparados. Porque, a ver, ¿cómo era posible que una casa con semejante arquitectura, que tanto nos recordaba a un edificio de la antigüedad clásica, conviviera con un sencillo caserío de los campos de Amaya? ¿Qué anacronismo era aquel, quién fue el ideólogo de semejante atrevimiento arquitectónico? A esas preguntas, y a más que iban surgiendo a medida que admirábamos la fachada, vino a respondernos la dueña actual de la casa, María Santos Mediavilla, a quien tuvimos la fortuna de encontrar junto a ella. Por su gentileza supimos que el “arquitecto” de  tan culta obra fue Benedicto Moradillo Ruiz, un artista de Sandoval de la Reina, nacido en 1916, en cuya dilatada y no muy conocida trayectoria profesional (ver “Semblanza” publicada por su paisano Julio Asenjo Alonso) se entrecruza su labor como Maestro de Primera Enseñanza, en Burgos (Gallejones de Zamanzas) y en Madrid, y luego como profesor de latín y griego, también en la capital de España, y su dedicación al arte. Licenciado en Filología en 1948, este sandovalés compaginó su docencia con la de pintor y escultor (piedra y madera). No fue un autodidacta, pues cursó estudios en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, aunque en sus primeros años, aún sin preparación académica y para pagarse los estudios llegó a hacer trabajos por encargo y a decorar algunas iglesias del entorno de Sandoval (Villusto, Guadilla de Villamar, Ordejón, Tablada…).


Mujer desnuda y anciano en el frontón

Escalera con sorpresa

Cartela con data (Año de 1948)


La dueña de la casa, que resultó ser cuñada del artista, nos condujo en primer lugar hasta una cartela en alto relieve situada en la fachada sombría del norte, en la cual un pequeño frontón entre rosetas enmarca la fecha de construcción: Año 1948, puede leerse. Y si ya fue mayúscula la sorpresa al ver la pretensiosa y culta fachada de la casa, no lo fue menos contemplar su interior. María Santos nos invitó a entrar en la vivienda, una gentileza que siempre agradeceremos pues nos permitió ver una impresionante obra pictórica desconocida para el común de los mortales. Ya desde el mismo portal, en el  rellano de la escalera que sube al piso de arriba, un gran lienzo al óleo lleno de color y movimiento se alzaba ante nuestros ojos. Se trata de una representación de connotaciones clásicas, un fresco a modo de tapiz de grandes proporciones (175 x 110 cms.), que consideramos estaba en consonancia con el clasicismo de la fachada y que pudiera estar representando el mito de Orfeo y Eurídice (la serpiente está mordiendo a la ninfa, las bacantes aparecen detrás).


¿La serpiente muerde a Eurídice?


No conforme con eso, aún nos aguardaba otra sorpresa en una habitación del citado piso. Un mural recubriendo su techo da vida a un escenario marino donde personajes y seres mitológicos parecen más que evidentes y donde creemos advertir la presencia de Poseidón y Venus, así como también una posible Pandora con su Caja. En fin, una maravilla que nos transporta de los campos de Amaya a la mitología antigua. Quedaría por saber si estos murales fueron pintados por Bernardino en su pueblo o si por el contrario los pintó en Madrid (quizá por encargo para  algún tipo de local, como teatro o salón de fiestas) y fueron traídos por Bernardino a Sandoval para decorar la casa familiar.


Lienzo que decora el techo de una habitación


Podríamos enumerar otras obras del artista, pinturas y esculturas en piedra y en madera descritas en la ya mencionada semblanza de su paisano, así como los distintos elementos y adornos de corte clásico que decoran la casa familiar, pero sirvan solo los dos murales para para dar a conocer a este artista de los campos de Amaya tan poco conocido, que, según María Santos, “tomaba mucha leche de oveja porque los ácidos de las pinturas le hacían mal al estómago”.  

Os lo he dicho en otras ocasiones, queridos amigos de este Cajón de Sastre, pasear por los pueblos burgaleses lleva consigo vivir sorpresa tras sorpresa.    

2 comentarios:

  1. Sin duda un artista adelantado a su tiempo, un valiente del arte, con creaciones que no dejan indiferentes a nadie. Buen trabajo. Un saludo.

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