lunes, 27 de septiembre de 2021

CASTIL DE LENCES, UN LUGAR PARA EL RELAX

                       


En los años noventa del pasado siglo embellecían las calles
entrañables vecinas, y el antiguo empedrado
casi había desaparecido. 



En el mismo lugar, hoy embellecen las flores
y el empedrado ha cambiado.
¿Qué fue de aquellas vecinas?


FOTOGRAFÍAS: Imágenes de Castil de Lences (Tomadas en 1995, 2014 y 2021)

No sé si será el tañido-horario de las campanas del convento, cuando irrumpe en el silencio del pueblo detenido en el tiempo, la presencia de la clausura femenina cisterciense, o la voz cantarina y perenne del agua cuando, salida intramuros de la huerta conventual, se precipita en riachuelo y cuesta abajo por el centro del caserío, susurrando y arrullándolo todo, lamiendo el viejo molino, hoy modificado para otros usos. No sé si será todo eso junto, probablemente lo sea, lo que relaja y equilibra los sentidos. Mas, si a ello sumáramos el espectacular circo montañoso que cobija al pueblo, el nacedero de aguas a sus pies, o la iglesia románica con ciprés tan alto como el campanario, o la arquitectura traventina que todo lo envuelve, obtendríamos un conjunto de muy alto valor sedante, suficiente como para sustituir algún ansiolítico que otro.  

En los últimos ¿quizá diez años? Castil de Lences ha sufrido una transformación en su imagen tal, que cuesta reconocer lo que fue a quienes lo conocimos muchos años atrás. No tengo ni idea de quién ha sido la iniciativa para que Castil se haya convertido en un pueblo muy cuidado, florido y mágico, pero por mi parte, si es que algún valor tiene, que no quede el reconocimiento. 



Ciprés y moral de la iglesia románica.


El viejo molino convertido,



El río surge del convento. Durante el día arrulla
y en la noche se convierte en nana. 





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