domingo, 6 de marzo de 2022

EN LAS TIERRAS ALTAS DE SEDANO


Una extraña construcción... 


un conjunto singular...

azotado por los vientos del páramo...


con cúpula y una linterna... 


más un refugio con arquitectura cortavientos.


FOTOGRAFÍAS: Aprisco y chozo gigante en las Tierras Altas de Sedano (Tomadas en marzo de 2022).

En las Tierras Altas de Sedano siempre floreció el brezo y hubo pastos, y siempre cantó la alondra, invisible y quieta, al anunciar la entrada de la primavera. En los altos páramos de Sedano, a veces interrumpidos por vallejadas y barrancos perdidos, tal vez nunca hollados por humanos, se alzan hoy, desafiantes como ejército hostil, gigantescos molinos de aspas rugientes que comen, cortan el viento y silencian el canto de los pájaros anunciadores. En las Tierras Altas de Sedano, bellas pero inhóspitas para los que no sueñan, se fundó un pueblo de viento con ráfagas de vida hoy apagadas. Mozuelos lo llamaron, como si hubiera de ser para chicos de prolongadas esperanzas. Hoy ya no queda nadie, aquellos mozuelos, que tan bien conocían las tierras altas, tanto como a sus ovejas, se fueron a ciudades en las que apenas hay lugar para raíces profundas y de calidad. Así, sus apriscos y refugios pastoriles, hechos con piedra desgajada de la madre, quedaron a merced de las estrellas, aquellas con las que tanto convivieron y conversaron.  

En las Tierras Altas de Sedano abundan los chozos pastoriles, la mayor parte arruinados. Alguno de ellos con protección a varios vientos, demostración de inteligencia en el páramo, otros, con el asiento para el mozuelo pastor cuando se recogía hasta que amainaba la tempestad o el hambre. Entre todos, llama la atención uno que no merece ser llamado chozo, sino, más bien, catedral de los chozos. Por su grandeza, en medio de fincas de cereal nunca vistas hasta ahora en las tierras altas, este monumental aprisco tiene una gran cerca de piedra bien asentada, seguramente hecha por algún experto asentador cuyo oficio ya se extinguió, y en uno de sus lados una amplia construcción circular con techado de tierra, donde crece la hierba en libertad. Rematada en cúpula por una linterna que da luz a su interior, habrá quien, sobrado de imaginación, compare esta construcción con las yurtas de los mongoles, y no le faltará razón, al fin y al cabo, unos y otros pastores son, o eran.


Extraños en las Tierras Altas de Sedano.


2 comentarios:

  1. Qué sigan en pie estos valiosos testimonios de las gentes de antes, y su forma de "elaborar" la arquitectura. Qué distinto es el tiempo, con qué poco se hacía algo tan grande. Gracias.

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  2. Colocar bien las piedras era un arte. Hoy ya no se sabe hacer, es un oficio olvidado. Preferimos que nos lo den hecho de fábrica, pero esto ni tiene mérito ni es arte.

    Saludos

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