Muere en Santa Gadea de Alfoz Abilio Rodríguez Bustamante, informante predilecto y entrañable amigo de este bloguero. |
FOTOGRAFÍA: Abilio Rodríguez Bustamante, de Santa Gadea de Alfoz (Tomada en 2017).
MOMENTOS VIVIDOS
Mis
entrevistas-conversaciones con Abilio de Santa Gadea fueron muchas y tuvieron lugar en su
taller. Y no fue este un mal lugar para ellas, más bien todo lo contrario, pues
lo encontré lleno de magia e inspirador de fantasías. Pegado a su vivienda, el
taller de Abilio es un abigarrado y colorido colmado de objetos donde resulta fácil
dejarse llevar por ensoñaciones. En su interior a uno se le vuelve nebulosa la
mirada de tantos cachivaches como tiene colgados en las paredes o depositados
en el suelo, tantos, que bien podría decirse aquello de “aquí ya no cabe ni un alfiler.
Pese a ello, y aunque parezca imposible, él sabe dónde encontrar lo que
necesita, en cada momento y sin atisbo de duda, lo que parece en verdad un auténtico milagro.
Además
de afable, una de sus principales virtudes, Abilio es ganadero, toda su vida lo ha sido,
y por eso domina todo lo que se refiere a esta disciplina, al igual que el
resto de sus convecinos de Santa Gadea, pero es a la vez un hombre multifuncional,
un Homo Habilis moderno, podría decirse, pues conoce todos los oficios
que le eran, y aún lo son, útiles para la no dependencia. De ahí que en su
taller no falte nada de lo que le pueda ayudar para hacer sus trabajos, como el
banco de carpintero, el torno, la fragua con su yunque, zancadas de afilar y todo
tipo de herramientas; en realidad, bien podría decirse que dispone de todo lo
necesario para, llegado el caso, serrar un árbol, hacer una cuba, una rueda de
carro, extraer y labrar la piedra, hacer zuecos, almadreñas, dujos de colmenas…,
Abilio tiene habilidades para todo eso y más. Por todo, en el taller de Abilio no
solo me resultó fácil dejarme llevar hacia el mundo perdido de la autosuficiencia,
sino también que las entrevistas fluyeran con un halo de autenticidad difícil
de encontrar en otro lugar.
AMPLIACIÓN: Ayer, 11 de julio de 2022, al poco de redactar esta pequeña semblanza sobre Abilio, recibí la trágica noticia de que un accidente con el tractor que manipulaba acabó por cercenarle la vida. Bajo la luna llena sentí una tremenda y dolorosa punzada. Ya nunca más volvería a ver su imagen de Geppetto carpintero, en su taller de verdades y sueños, ni volvería a escuchar sus relatos del más allá de su pueblo. Dolor. Santa Gadea de Alfoz ha perdido a uno de sus más entrañables y sabios vecinos, y este cronista, a uno de sus informante predilectos y más queridos. Con Abilio pierdo algo más que un amigo, pero sé que su palabra y memoria perdurarán a través del tiempo, grabadas y escritas en letra de imprenta. Hasta siempre, Abilio.