jueves, 6 de abril de 2023

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA (III), MEMORIA DE UNA PIONERA DE LA SEDA ARTIFICIAL


Parcial de la fábrica de sedas de Burgos, ya prácticamente levantada (circa 1920).
Foto Vadillo. (Archivo Diputación Provincial de Burgos).


FOTOGRAFÍAS:
Fabrica de Sedas de Burgos (de época). Paisaje de la fábrica de Valdenoceda. Pionera de la seda (Tomadas en 1995).  


LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA. 
MEMORIA DE UNA PIONERA DE LA SEDA ARTIFICIAL 

Memoria de la pionera Leonor

     Leonor García, de 89 años y natural de Valdenoceda es una de aquellas obreras que, habiéndose iniciado con tres de sus hermanas en la factoría de Alday,  decidió seguir la ruta de la seda por el Páramo de Masa hasta Burgos. De eso hace ya 66 años. Contacté con ella en uno de los chalecitos del barrio de El Pilar que miran al artístico caserón de la antigua Azucarera, construido en 1901 por el arquitecto Félix Landía. Todo en este lugar recuerda industrias fenecidas: sederas, hilaturas, telares, azucareras, curtidos, bombas durante la Guerra Civil... Hubo incluso, en 1915, intención de instalar junto a la Azucarera una gran fábrica para la producción de cartuchos por una sociedad metalúrgica creada con el visto bueno del "Ramo de Guerra", cuyo proyecto no llegó a fraguar debido a que la fábrica de luz "El Porvenir de Burgos" no estaba preparada para suministrar la energía que le era necesaria. 
     Podría decirse, pues, que esta zona de Burgos junto a la vía férrea fue el primer polígono industrial de la ciudad. Así lo debió entender José María Moliner, quien, según Leonor García, convenció a José Alday para que, al señuelo de que los trenes podrían entrar a la fábrica y de que los sueldos en Burgos serían bastante más baratos  ("en Valdenoceda cobrábamos 3, 50 pesetas al día y en Burgos pasamos a 1, 50") trajera la fábrica a Burgos. 
     La laboriosa anciana, primera mujer que entró a trabajar en S.E.S.A,, cuando sufrió la inesperada visita de este cronista y se vio sometida a un sorpresivo interrogatorio sobre su pasado en la seda artificial, lejos de retraerse sus ojos se iluminaron y empezó a recordar.  Y habló largo y tendido. Parecía que durante años hubiera estado esperando la visita de alguien a quien contar su historia, la de Valdenoceda y la de Burgos. "Yo me crié con los alemanes -explica-, ellos fueron quienes inventaron la seda artificial y con ellos me vine a Burgos". Se acuerda del apellido, Hattemberg ("don Ernesto") y de cómo estos ingenieros hicieron todo tipo de pruebas en Valdenoceda para la consecución de la seda artificial (rayón), "primero hicieron experimentos con harina de trigo, luego terminaron haciéndolo con papel". 


A la derecha de la carretera (C-629) se aprecian las casas donde vivieron los
obreros y obreras de la fábrica de Valdenoceda.
A la izquierda, los caserones de la propia fábrica, 
al fondo, el puerto de La Mazorra. 


     De José Alday, alma máter de la factoría del Ebro y cuyo nombre se perpetúa en el callejero de Valdenoceda, Leonor tiene un interesante y emotivo recuerdo para comprender, siquiera un poquito, el por qué del asentamiento de la fábrica en su pueblo: ""José Alday, que era de Santander, sufría mucho de reúma y los médicos le aconsejaron que cambiara de aires. Por eso sus padres le mandaron a Valdenoceda", probablemente para hacerse cargo de otra industria textil preexistente en el mismo lugar "que era de unos catalanes fabricantes de telas . Su dueño era don Magín", sigue explicando Leonor. 
     Agradece esta emérita sedera al industrial reumático que le regalara un terreno frente a la nueva fábrica "para hacerme una casita". En realidad, todas las pequeñas casas que pueden verse todavía frente a la sedera, al otro lado de la carretera, debieron pertenecer a los obreros y encargados de la fábrica.
     Con buen humor, y cierta dosis de nostalgia recuerda también la octogenaria cuando "a los más de treinta obreros y obreras que vinimos de Valdenoceda a Burgos nos alojaron en el pabellón de la Azucarera, que era de Moliner. Al principio dormíamos tirados en el suelo sobre los colchones que nos trajimos del pueblo". Pero este testigo excepcional siente una gran pena cuando revive el desmantelamiento del complejo industrial de Los Hocinos ocurrido en 1928: "Cuando se marchó la fábrica, se acabó el pueblo. A continuación se fue la fábrica de chorizos de los Uriarte, que entonces estaba allí, después se fueron las monjas del convento de Quintana, la Guardia Civil.... En fin, ahora me da mucha pena cuando me asomo al valle por La Mazorra". 




Leonor García, pionera en la seda artificial, fue encargada de la Sección del Silencio en
la fábrica de Burgos.  Tuvo a su cargo 114 "chicas". 


  "Era tal el recogimiento en la Sección del Silencio que más parecía un convento. De hecho le diré que una docena de chicas que trabajaron en ella terminaron haciéndose monjas".  




La Sección del Silencio

     Aunque no es la S. E. S. A. la protagonista de esta historia, Leonor García no puede evitar dar rienda suelta a sus vivencias en esta fábrica, pues no en vano, como ya se ha dicho, fue la primera obrera de la seda artificial en Burgos y por ello conoció los azarosos comienzos: "Echar a andar la fábrica y empezar la guerra", explica.  Y no solo eso. Durante el tiempo que duró la confrontación, en lugar de seda  "se fabricaron bombas y se trabajaba la trilita". Pero de todo su relato sobre la S.E.S.A., lo que más puede llamar la atención es su experiencia como encargada de la sección de clasificación de la hilatura: "Tenía a mi cargo 114 chicas y a mi sección se la conocía como la del silencio. En ella no se podía hablar nada porque podía haber confusiones al contar los filamentos del hilo. Era tal el recogimiento en la sección que más parecía un convento, de hecho le diré que una docena de chicas que trabajaron en ella terminaron haciéndose monjas". 

     La vida laboral de esta pionera de la seda terminó cuando S.E.S.A. llevó a cabo el traumático cierre en 1966, año coincidente con el de su jubilación.  

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