sábado, 16 de noviembre de 2024

DE NECRÓPOLIS ALTOMEDIEVALES (I)

 

Necrópolis de Cuyacabras (Quintanar de la Sierra).

FOTOGRAFÍAS: Necrópolis de Cuyacabras (2022), Quintanilla de Santa Gadea (2017) y Villanueva Soportilla (2024).

Recientemente he visitado varias necrópolis altomedievales excavadas en roca (Quintanamaría, Villanueva Soportilla, Cuyacabras, Revenga). Hay algo en estos cementerios de tumbas antropomorfas, de la época de la Repoblación, que me atrae especialmente; tal vez por mi vocación frustrada de arqueólogo, o quizá por la cantidad de dudas que siempre me surgen cuando estoy pisando sobre ellos. Se me dirá que mis dudas han sido estudiadas y respondidas por especialistas y que poco o nada puede añadirse ya. No estoy seguro de ello. Hay aspectos que, en mi opinión, y en mi ignorancia, creo que no se han tratado con suficiente claridad, lagunas que quedarían por despejar y que son las que siempre me han llevado a especular y a plantearme preguntas, seguramente las mismas o parecidas preguntas que os habréis hecho vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, cuando habéis visitado alguno de estos cementerios. En este sentido, la primera de las interrogantes surgidas a un profano en la materia sería la de conocer la localización del poblado, asunto fundamental pero casi siempre complejo de concretar. Cabe pensar que se encontraran prudencialmente apartados de las necrópolis, por la simple razón de protegerse de los malos efluvios e insalubridad que podía emanar de los cuerpos en descomposición enterrados (es muy probable que los sellados de las tumbas, con losas o capas vegetales,  no serían del todo herméticos). Pero esta ubicación, a veces, cuando no se ven restos arqueológicos en superficie, no es fácil de situar, pues si algún resto hubiera quedado, después de más de mil años transcurridos estará muy enterrado e imposible de descubrir si no es con métodos de rastreo y localización modernos, lujo que, intuyo, quizá nunca se van a emplear en yacimientos que, por lo general, deparan muy  pobres hallazgos. Abundando en ello, pienso que ni aun conociéndose los aportes histórico-documentales sobre grupos y movimientos de la Repoblación, ni ayudados por la toponimia (tan valiosa en ocasiones) serviría para situar con precisión dicha localización. Arqueólogos hay a los que compete esta cuestión.

Otras muchas interrogantes pueden plantearse, entre ellas las de cuánto tiempo de vida tuvo el poblado en un mismo lugar, de cuánto “vecindario” se compuso o cuáles fueron las causas de su desaparición, si fue por política de los conductores-directores de la Repoblación (por lo general monjes), por traslado a lugar más seguro o por haber sufrido algún fuego o epidemia de especial incidencia que los consumió, entre otras posibles causas, en realidad, todas las que podamos imaginar. Pudo suceder también que cuando decidieron moverse no se desplazaran a lugares lejanos y que, por el contrario, se establecieran cerca y dieran lugar así al nacimiento de alguno de los pueblos hoy existentes en su entorno. Podría ser. En cuanto al número de pobladores que componían el núcleo creo que sería muy difícil hacer una aproximación, ya que por aquellos tiempos oscuros (ss. IX y X) no debían hacerse padrones, y si por algún tipo de milagro se hubiera hecho algo parecido no ha llegado hasta nosotros. Resulta evidente, eso sí, que por el número de enterramientos que están a la vista, puede deducirse que unos poblamientos tuvieron mayor o menos número de habitantes. Así, grupos de mayor población debieron ser los de La Sierra (Revenga y Cuayacabras), con cientos de tumbas, y más reducidos los norteños de Quintanamaría y Pajares, por citar solo algunos.    

Sirvan las reflexiones anteriores como marco para situarnos en dichos cementerios de la Repoblación excavados en roca, monumentos singulares que tanto nos llaman hoy la atención, que sirven como reclamo turístico y que tantas interrogantes pueden plantear al visitante curioso, como es el caso de quien suscribe. Lo veremos en siguiente entrada.


Necrópolis de Santa María de Tejuela  (Villanueva Soportilla).

"Tumbas de los Moros", necrópolis en Quintanilla de Santa Gadea.


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