jueves, 24 de abril de 2014

PISADAS BLANCAS EN LA ROCA (II)


El paso es de un normal caminar.

Pasan junto a una casamata de la guerra. 

Desafíando  leyes de la gravedad. 


FOTOGRAFÍAS:  Pisadas en rocas de Las Pueblas. (Tomadas en 2013 y 2014). 


Quizá alguno de vosotros, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, recuerde una entrada de 18 de febrero de 2013 en la que os hablaba de unas huellas de pies descalzos, incisas en la roca y pintadas de blanco, junto a una casamata de la guerra en el norte de Burgos. Os expresaba la gran sorpresa de quienes íbamos en la excursión por semejante descubrimiento, pues por más vuelta que le dábamos no lográbamos encontrar una explicación coherente. Eran (son) once pisadas humanas que marcaban el paso normal de una persona y que se perdían en el borde de un pequeño precipicio o cortado. Guardando las debidas distancias, había algo en aquellas huellas que nos recordaba a las de los dinosaurio inscritas en las areniscas de la sierra burgalesa, solo que, en lugar de iguanodontes u otros animalitos jurásicos, eran pies humanos los incisos. Igualmente nos traían a la memoria  las huellas de pies descalzos, prehistóricas, de Ojo Guareña, cosa no extraña, pues en la excursión nos hallábamos dos de sus descubridores, allá por 1969. Pero bueno,  así quedó la cosa, era un expediente equis sin resolver, otros temas nos ocuparon y las pisadas quedaron relegadas hasta que se presentara una nueva ocasión. Ha pasado un año largo y esa ocasión ha tenido lugar. En días recientes, en una visita a la zona de Las Pueblas en busca de viejos árboles, tuvimos oportunidad de descubrir un nuevo yacimiento de pisadas blancas, calcadas a la anteriores, sólo que esta vez se encontraban en un paredón vertical, desafiando las leyes de la gravedad. Esto ya sobrepasaba con creces nuestro capacidad de sorpresa, todo nos parecía una broma, era hora de que alguien nos diera una explicación. Interrogamos a los pocos vecinos de Ahedo y así supimos que el autor de las misteriosas pisada fue (es)  un natural del pueblo residente en Bilbao, que en sus días vacacionales da rienda suelta a su imaginación y a su supuesta vocación de artista. Digamos, pues, que su trabajo en la roca es una especie de performance. Quizá algún día podamos contactar con él y nos explique su interesante mensaje creativo. Si ello llegara a ocurrir, os contaré en nueva entrega.



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