Restos de Valdelacuesta en 1998 Solo una casa en pie y una iglesia que se desmoronaba |
Valdelacuesta bajo el Portillo de Medina Al menos, en 1998 se veían las ruinas de las casas |
Ruinas de Valdelacuesta vistas de cerca (1998) |
FOTOGRAFÍAS: Valdelacuesta 1998- julio 2008
Han pasado
veinte años, ni mucho ni poco tiempo, según se mire. El pueblo náufrago de
Valdelacuesta se debatía en 1998 entre sumergirse definitivamente en el abisal
fondo de la desaparición total y el olvido y la posibilidad de mantener a flote
sus ruinas mientras algún salvador llegaba al rescate. Nadie llegó, ¿para qué
ya, en aquella desarboladura? Para entonces, el capitán y toda la tripulación
habían abandonado y ya solo quedaban flotando restos del frágil barco de
piedra, entre los cuales se encontraba, milagrosamente y aunque dañado, el puesto de
mando, la iglesia. Hoy, nada se ve desde los puntos de observación de aquel
año. Un tsunami verde de vegetación salvaje ahoga las casas que fueron, y solo
una de ellas, en su desesperación, saca todavía sus manos sillares entre el
furor de las olas, aun sabiendo que nada ni nadie llegará en su auxilio. Del
puesto de mando, de la iglesia que aún flotaba veinte años atrás, ni señal,
debe encontrarse bajo una gran ola, o ahogado por la maraña de los sargazos que
desde tierra alcanzamos a ver.
Desde la
orilla, nuestros ojos ven una cosa, la nada verde bajo la gran montaña de La
Tesla; eso y un letrero flotando donde se lee VALDELACUESTA, el nombre que llevaba grabado la quilla del
barco. Pero lo que nuestros ojos ven es una cosa y lo que sentimos en nuestra
propia hondura es otra muy distinta. ¿Pues es que acaso no conocimos a los
marineros del barco? Los conocimos, ¡vaya si los conocimos!, ¡y los quisimos!
Ellos nos contaros la aventura de remar contra corriente en el océano de la indiferencia. Nos contaron de malos vientos, muchos, y de otros felices,
menos. Nos hablaron de esperanzas que se hallaban en tierras lejanas a la suya,
paraísos de promisión soñados en su penitente soledad. (para Eloísa).
(2008) Lo que pueda quedar ahora de Valdelacuesta se halla escondido |
Algo testimonial en Valdelacuesta (2008) |
Camino junto a la iglesia que ya no se ve ni es |
Sí que se ve, se intuye o se imagina. Solo le faltaban las palabras, ya las lleva escritas. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Rosa Cruz. ¿Sabes qué? Que todavía me siento extraño cuando recibo comentarios de lugares tan lejanos como Jaén. Y pienso también que tu bitácora "Entre bosques y piedras" y mis "Memorias de Burgos" tienen mucho en común. Quizá por eso se han encontrado.
ResponderEliminarUn saludo