FOTOGRAFÍAS: Moral de Hermosilla. Rodaja de tronco seco de moral (2007, 2021)
Cuando el tronco de un árbol es seccionado por una sierra mecánica, se descubren en él los anillos de crecimiento, se hacen visibles con perfecta claridad líneas en círculos más o menos regulares, más o menos apretados, por los cuales podemos aproximarnos a la edad del árbol y saber de los periodos climáticos que tuvo que soportar, ya fueran fríos, templados o calurosos, húmedos o de sequía. Pero más allá de esto, que debe tener su interés para distintas disciplinas científicas, lo que podemos ver quienes soñamos el arte de las cosas es un conjunto de olas formando círculos, un campo magnético de vida que se fue dibujando lentamente en la soledad de los bosques o del aislamiento, una pieza artística, de perfume sin alquimias, digna de cualquier museo, que nos conmueve y nos lleva a adentrarnos en los secretos escondidos bajo el caparazón que le envuelve y protege. La fragancia exhalada por un tronco recién cortado siempre te produce placer, pero ese placer resulta mucho mayor si el tronco es cortado cuando está seco, cuando ya no es un ser sintiente, tras haber estado olvidado años en algún rincón polvoriento de una leñera de pueblo, es entonces cuando alcanza el zenit de su perfume, y es también cuando los anillos aparecen con su mayor expresividad y belleza.
Tengo delante de mí, queridos amigos de este ya carcomido Cajón de Sastre, la rodaja de un tronco seco de moral, recién cortada y que me han regalado, y os aseguro que sus líneas transitando por el duramen hasta llegar a la albura me emocionan. Y no digamos la fragancia que desprende, que respiro y aspiro cada poco como si en ello me fuera la vida, tratando de empaparme de algo nuevo y puro que hasta ahora desconocía. Os hago una confidencia: tengo guardada la rodaja dentro de una biblioteca con puertas (¿dónde mejor que entre libros?), y cada vez que abro esas puertas recibo una bocanada de olor corporal del moral que me lleva al éxtasis (perdón por la cursilada).
¿Cómo meter en un frasco ese olor? ¿Qué
perfumista sería capaz de meter los olores de todos los árboles en frascos? ¿Cada
uno de ellos tiene su propia fragancia?, esto es seguro.
Con todos los oficios que se han perdido, no crees que alguno de ellos podría haber sido el de "capturador de olores de madera recién cortada" y a partir de un extenso catálogo poder elegir qué trozito del alma de un fresno, de un laurel, de un paraíso (ojo, que este aroma es maravilloso)...y llevártelo a ese rincón donde enmudecen los libros cerrados, los recién comprados, las hojas de flores prensadas, las lavandas recién cortadas...En fin, qué nunca nos falte el olfato, tanto se va perdiendo. Un saludo.
ResponderEliminarEn este mundo hay de todo, seguro que también capturadores de olores de madera recién cortada.
EliminarGracias por el comentario, Rosa.
Un abrazo
No sé si sería en Hermosilla, creo que no... o en... me acerqué al moral sin ni siquiera saber si era el momento (los urbanitas, ya se sabe) y derrepente allí estaban esperando cientos, yo diría, de gigantes y dulces golosinas a mi disposición. Joder la NATURALEZA, que a pesar de todo nos sigue regalando COSAS, qué desprendida, qué maravillosa es la condenada. Sin nada a cambio! Es en aquel pueblo de cerca de Lodoso... creo...
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