FOTOGRAFÍAS: Vereda y macetas en Mozuelos de Sedano (Tomadas en diciembre de 2021)
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Una de las cuatro cañadas de Mozuelos. Aunque arruinados, se observan los dos muros que la demarcan. |
Después del reciente amanecer
solsticial en el dolmen de La Cabaña, del que en reciente entrada os hablé, queridos
amigos, me acerqué a Mozuelos, uno de los 64 pueblos del silencio que hace más
de veinte años me ocuparon y dolieron. El motivo: seguir los anchos callejos
murados que entonces llamaron mi atención, seguirlos de principio a fin para
intentar comprender la utilidad que tuvieron. Cuando los vi esa primera vez, en
gran parte arruinados, supuse que convergiendo en el pueblo y llegados del
páramo debieron servir para conducir el ganado de manera ordenada, tanto en los
momentos de salida a los apriscos y lugares de pastoreo al amanecer como en los
de su recogida en el pueblo al atardecer. Me faltaba, no obstante, la
confirmación a mis suposiciones, y esa la obtuve en una charla mantenida con
Ángel González, un ex-vecino de Mozuelos que, residente ahora en una ciudad del
norte, vuelve siempre que puede a encontrarse con el pueblo silencioso de sus
amores. Mi suerte fue encontrarle en aquella tarde invernal, cuando el sol postrero
peinaba la nieve de los lejanos Picos de Europa. Me confirmó que dichos
callejos fueron lo ya dicho, que recibían el nombre de “veredas”, o "cañadas" que estas eran
tres y que a la situada en el centro se la conocía como “la principal”. Me dijo,
así mismo, que esta, además de para el tránsito y recogida ordenada del ganado,
fue utilizada también como camino por los vecinos de algunos pueblos situados
al sur de Mozuelos para acceder a Sedano y sus ferias, Masa y Nidáguila, fundamentalmente.
Los nombres de dichas cañadas eran: Los Olmos, El Pedregal, La Santiruela y El Cotejón.
Desconozco, o no recuerdo, otros
lugares de Burgos en los que se manifiesten semejantes callejos pecuarios con
dicha finalidad, motivo por el que me atrevo a valorarlos y sugerirlos como
elementos de incuestionable interés etnográfico.
Dos macetas de barro como campanas de la iglesia
Lo he dicho en este Cajón de Sastre
en más de una ocasión: siempre en cada pueblo, en cada uno que visitemos, podemos
encontrarnos con algo que puede sorprendernos. En esta visita a Mozuelos mi sorpresa
fue encontrarme con algo ciertamente insólito, nada más ni nada menos que dos
macetas de barro en el campanario de la iglesia sustituyendo a las campanas de
bronce que en su día tuvieron. ¿Unas campanas de barro? Como lo cuento. Al
parecer, las originales, tras la despoblación sufrida por Mozuelos, fueron presa
de los ladrones de iglesias, quedando desde entonces el campanario desnudo. Pasaron
los años, y cuando el pueblo comenzó a recuperarse, tímidamente, de su
abandono, a alguien se le ocurrió la brillante idea de instalar dichas macetas
de barro, con badajo incluido. Y la cosa debió tener su éxito, pues me cuenta Ángel que el sonido que producen, al ser accionadas con la pertinente cuerda, es
perceptible incluso desde el interior de las casas.
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Campanario de la iglesia de Mozuelos con campanas de barro |
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Dos macetas haciendo de campanas |
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