martes, 3 de diciembre de 2024

SUENA EL TELÉFONO..., LLAMADAS EN LA SOMBRA



Algo tan pequeño y... 

 FOTOGRAFÍA: Teléfono móvil (Tomada en diciembre de 2024)

 


El cabreo que tengo por  tantas llamada comerciales como de un tiempo a esta parte vengo recibiendo me lleva a reproducir una entrada escrita hace diez años:


Soy de la opinión de que, en muchos casos, las nuevas tecnologías nos complican la vida, más que facilitárnosla, y nos hacen menos felices. Seguro que alguno de vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, habéis pensado lo mismo en alguna ocasión. Tengo un teléfono móvil pequeñito, diría que insignificante, sin más servicios que los de responder y llamar. Apenas mis dedos pueden manejarlo, pues a veces tecleo varios números a la vez y tengo que ponerme las gafas de cerca para ver los números. Pero bueno, no necesito ni quiero más, aun con todas las incomodidades, me voy arreglando. Ocurre, sin embargo, que no es la cuestión de tamaño del aparatillo ni los escasos servicios que me presta lo que más me molesta, sino las veces que me lo pongo en la oreja para contestar a números de teléfonos anónimos que me llaman, cuelgan y no dicen nada. Estas llamadas tramposas y sin identificar, de silencios cortos pero profundos, pueden interrumpirnos en momentos claves de nuestra vida, a veces en nuestros sueños, que tanto nos ha costado conciliar, otras veces en momentos de declaración de amor, y quizá, Dios no lo quiera, en el trance de un drama familiar que necesita de nuestra máxima atención.

Y me pregunto si estas llamadas no pueden ser perseguidas por ley, si esta impunidad con la que algunos nos agrian la vida por teléfono debería ser tipificada como delito (¿Lo es ya?).  

¡Ah, qué tiempos aquellos de Telefónica como único servidor! Recuerdo muy bien al operario de esta empresa que venía presto a casa a reparar o revisar nuestro teléfono de mesa cuando se producía alguna avería. Era como el cartero, el lechero o el panadero o el de Círculo de Lectores, el practicante, alguien entrañable a quien conocíamos bien, como de casa. ¡Que tiempos los de aquellos teléfonos de mesa, de volumen más que digno y de sonido potente y unívoco! Si se averiaban, el operario nos ponía uno nuevo, de manera gratuita, y se acabó el problema. ¡Eso era un servicio! Desgraciadamente, aquello no duró mucho, poco a poco los aparatos iban siendo de peor calidad y más pequeños, hasta que todo acabó con las “nuevas tecnologías” y la eclosión de los móviles.

 En fin, vamos sobreviviendo como podemos. 

2 comentarios:

  1. Cierto Elías, hemos perdido tanto!!! El mal llamado progreso, la especulación, la falta de honestidad… un sinfín de males que nos acogen inexorablemente
    Sigamos al menos nosotros sin cambiar
    Saludos

    ResponderEliminar
  2. Resulta complicado pertenecer a la época que vivimos, tan descontrolada...
    Gracias por el comentario
    Un saludo

    ResponderEliminar

Solo se admiten comentarios constructivos. Los comentarios anónimos, o irrespetuosos, no serán publicados, tampoco los que no estén correctamente identificados.