martes, 4 de agosto de 2009

CASAS NOTABLES IV





DE LA FLORA A TRASCORRALES POR UN PASO TENEBREGOSO

Diario 16 Burgos, 26 diciembre 1993

A.M.BU. (Archivo Municipal de Burgos)


La actual imagen urbana del centro de Burgos responde, en buena medida, a un diseño medieval en el que, como no podía ser de otra manera, el núcleo principal del caserío se agrupa en torno a la catedral y la Plaza mayor. Igualmente, y como ocurre en la mayoría de los pueblos nacidos al amparo de un castillo, el meollo del casco viejo se halla (hallaba) apiñado dentro de un cinturón amurallado con diversas puertas de acceso que se abrían o cerraban en función de la seguridad del vecindario. Burgos es, en efecto, paradigmático de este esquema, conservándose como testimonio de ello algunas de las principales puertas-arco dr ingreso a la ciudad antigua, como las mudéjares de San Martín, San Esteban o Santa María.

Tal vez sea esta tradición de arcos de entrada medievales la que parece querer pervivir en los pasadizos que fueron apareciendo en las sucesivas transformaciones llevadas a cabo intramuros de la ciudad, como necesidad de intercomunicar distintos y complicados espacios urbanos, propios de un crecimiento espontáneo, y de facilitar así el tránsito peatonal. Existen varios de estos vomitorios en el casco viejo e incluso extramuros. Algunos son de exiguo desarrollo (Araíco-Chapero, Munguía, Ayuntamiento, Sombrererías) y no alcanzan la categoría de los conocidos como pasajes de Las Llanas o La Flora, emblemáticos y populares los dos, sin duda, pero todos tienen el denominador común de descansar sobre ellos algún edificio de viviendas. Es precisamente, el mencionado pasaje de La Flora, de 30 metros de longitud, el que viene hoy a esta sección de casa “ilustres” de Burgos, por ser el de mayor empaque y tránsito, no en vano una y mil veces pasamos por él los burgaleses a lo largo de nuestras vidas; y no en vano también en una de las calles comunicadas, la de Huerto del Rey, vivió lo más granado de la sociedad burgalesa.

Aunque sus orígenes se esconden en la oscuridad de los siglos pasados, el citado pasadizo, con un patio central, calado, que lo ilumina, existía al parecer ya en 1828; así se desprende de una licencia concedida en ese año por el Ayuntamiento Constitucional al Marqués de Barrio Lucio, aquel jefe de las tropas burgalesas que se enfrentaron a los franceses en la Guerra de la Independencia, “para reformar la casa y servidumbre de paso que por ella tiene el público sita en Huerto del Rey y calle de Laín Calvo”. Los “Obreros Mayores” del Consistorio no pusieron inconvenientes a la obra en su inspección porque además de “mejorar el paso común del pueblo”, se cumplía el requisito de que la misma se ejecutaría según se expresaba en la solicitud, es decir: “poniendo las dos puertas (las del paso) a plomo de los balcones de fachada con sus anchos y altura, como corresponde a el Arte; y la puerta de paso será de ancha tres pies y quatro por su altura regular” (A.M.BU.). Años más tarde, esta casa “titulada pasaje de la Flora”, que como se ha podido ver tenía y tiene fachadas a Huerto del Rey y Laín Calvo, la antigua Trascorrales, es reedificada por la marquesa viuda de Barrio Lucio respetando el ancho del paso público que debe dejar”, según consta en el informe emitido por la comisión de obrería para la realización de dicha reedificación en 1849. En este nuevo proyecto se ofrece una nueva cara de las dos fachadas, con u primer cuerpo de piedra de sillería en ambas y arcos de medio punto en una de ellas, que dan al edificio un cierto aire de nobleza. Y es ésta una imagen que no habrá de variar hasta 1879, año en que se revocan las fachadas y, siguiendo la creciente moda d los miradores, se colocan dos grupos en cada una de ellas para el mejor y más cómodo fisgoneo de los que pasaban en las animadas calles.

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