viernes, 29 de octubre de 2010

PINTURAS GÓTICAS DE VALBUENA DE DUERO




FOTOGRAFÍAS: Pinturas góticas en el monasterio cisterciense de Valbuena de Duero (Tomadas el 22 de octubre de 2010).

Hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, os traigo un regalo. Bien es cierto que podría hablaros de mi reciente viaje a la Sierra de Francia, de los maravillosos pueblos que se cobijan en ella. Os podría hablar por ejemplo de un paseo nocturno, inolvidable, por las callejuelas ambarinas de Mogarraz, por el sorprendente laberinto de arquitectura mil veces popular. Os podría hablar también de Miranda del Castañar, de sus casas que se juntan para darse la mano los vecinos de uno y de otro lado de la calle. También de San Martín del Castañar, de sus maravillosos rincones en las sombras del barrio judío de la Penilla, donde la estrechez y la arquitectura tradicional compiten para sorprendernos, o de su elemental, tal vez surrealista, plaza de toros junto al castillo. Os haría, igualmente, la confidencia del espanto que me producen los tenderetes en La Alberca, los que rompen el hechizo que un día tuvo este lugar. De algo hay que vivir para no morir, me diréis. Sí. ¡Inolvidables pueblos de la Sierra de Francia! Y puestos a hablaros, no me olvidaría de la Peña de Francia, donde alguien hizo el milagro de construir un templo gótico, gigante, para una virgen morena. ¡Cómo subiría don Miguel de Unamuno a este místico fortín! Pensar en ello me produce vértigo.

Os podría hablar de todo eso y de mucho más. Pero hoy, ya digo, os traigo un regalo. De regreso a Burgos nos desviamos a Valbuena de Duero. Hacía 25 años de mi primera visita a este lugar cisterciense. Fue cuando con mi hermano Aurelio recogíamos los tesoros de la región para llevarlos a un álbum de cromos para escolares. ¡Que tiempos! ¡Cómo ha cambiado todo! En el poblado de San Bernardo, del franquista INC, apenas si vive nadie ya de los primeros colonos que llegaron del embalse de Buendía (me hablaron de una superviviente de 97 años, tengo que volver antes de que sea demasiado tarde para que me cuente). El monasterio en aquella visita nos produjo pena por su estado de abandono, pero hoy, pasado un cuarto de siglo y después de una magnífica restauración CEDER, luce como en los mejores tiempos. (¡Que hubiera sido del patrimonio sin CEDER!)

Y allí estaban todavía, en el intradós del ventanal museo. Milagrosamente, nadie había vendido ni borrado las deliciosas pinturas góticas del monasterio. Los cistercienses no eran amigos de florituras, bien es sabido, no había que distraer al personal. Pero no me preguntéis cómo, alguien gótico se saltó la norma y, para gozo nuestro, pintó escenas medievales de combates entre moros y cristianos como no se han visto. ¡Qué gozada de pinturas! Es mi regalo para vosotros, aquí van.
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