domingo, 3 de febrero de 2013

ARTEFACTOS DEL VAPOR



Bomba para elevación de agua
a los depósitos de aguadas
Museo del Tren en Aranda de Duero.

Máquina de vapor para elevación de agua a
depósitos de aguadas.
Museo del Tren  en
Aranda de Duero.

Depósitos de aguadas en el Museo del Tren.
Aranda de Duero.
Cuando el modernismo vino
de la mano del hierro.

FOTOGRAFÍAS: Museo del Tren en Aranda de Duero (Tomadas el 2-2-2013). 

Han pasado tres largos años, parece que fue ayer cuando nos iniciamos en esta aventura de ver y contar. Este cajón de sastre necesita, como las calderas de vapor de los viejos trenes, que se le atice con el fuego de las curiosidades para no quedarse estancado en vía muerta. De vez en cuando, el fogonero internauta encuentra briquetas de aquí y allá, perdidas en pueblos y caminos burgaleses, y con ellas mantiene presión y movimiento de este tren de la memoria. Es lo que hacían aquellas viejas máquinas que movían los trenes de vapor y llenaban los depósitos de las aguadas, aquellas locomotoras que con su locura de nieblas motorizaban nuestras vidas viajeras. La vena ferroviaria viene a cuento porque ayer tuve la ocasión, y la fortuna, de visitar el magnífico museo ferroviario de Aranda de Duero (totalmente recomendable) y me encontré con una hermana gemela de la caldera-bomba-caldera que aquí dimos a conocer en mayo de 2011, aquella que se encontraba, y encuentra, expuesta en los jardines de ADIF, en Burgos; gemela también de otra que tuve ocasión de ver en la estación de Lermilla cuando ya el tren Santander-Mediterráneo no circulaba y la ruina se había apoderado del lugar y de los edificios, de eso hace ya hace muchos años. Por eso ayer sentí gran alegría al encontrarme con un  artefacto hermano, por eso quiero compartirlo con vosotros, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, que espero que el universo digital en que os movéis no os haya hecho olvidar la robótica del carbón. Aquí os dejo el artefacto, y junto a él, otro mayor que tenía las mismas funciones, un aparatoso y ferroso monstruo salido de una ficción de la antigüedad. Es lo que tiene:  cuando uno ha viajado en los trenes de vapor los lleva con él hasta el final de los tiempos.

2 comentarios:

  1. Buenas noches, Elías Rubio Marcos:

    He ido por tus etiquetas mirando los artefactos.
    ¡Con lo poco que me gustaban la física y la mecánica! Claro que si van acompañadas de poesía, como aquí, es diferente.
    Te he dedicado una entrada en mi blog de cine.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. Gracias, Penélope. Es que entiendo que las máquinas son prolongación de nosotros mismos; una perogrullada, ya lo sé.
      ¿Te imaginas a un profesor impartiendo sus clases de física y química en forma poética? A lo mejor captábamos mejor los fundamentos?... Yo qué sé!

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