Bomba para elevación de agua a los depósitos de aguadas Museo del Tren en Aranda de Duero. |
Máquina de vapor para elevación de agua a depósitos de aguadas. Museo del Tren en Aranda de Duero. |
Depósitos de aguadas en el Museo del Tren. Aranda de Duero. Cuando el modernismo vino de la mano del hierro. |
FOTOGRAFÍAS: Museo del Tren en Aranda de Duero (Tomadas el 2-2-2013).
Han pasado tres largos años, parece que
fue ayer cuando nos iniciamos en esta aventura de ver y contar. Este cajón de
sastre necesita, como las calderas de vapor de los viejos trenes, que se le
atice con el fuego de las curiosidades para no quedarse estancado en vía
muerta. De vez en cuando, el fogonero internauta encuentra briquetas de aquí y
allá, perdidas en pueblos y caminos burgaleses, y con ellas mantiene presión y
movimiento de este tren de la memoria. Es lo que hacían aquellas viejas
máquinas que movían los trenes de vapor y llenaban los depósitos de las aguadas,
aquellas locomotoras que con su locura de nieblas motorizaban nuestras vidas
viajeras. La vena ferroviaria viene a cuento porque ayer tuve la ocasión, y la
fortuna, de visitar el magnífico museo ferroviario de Aranda de Duero
(totalmente recomendable) y me encontré con una hermana gemela de la
caldera-bomba-caldera que aquí dimos a conocer en mayo de 2011, aquella que se
encontraba, y encuentra, expuesta en los jardines de ADIF, en Burgos; gemela
también de otra que tuve ocasión de ver en la estación de Lermilla cuando ya el
tren Santander-Mediterráneo no circulaba y la ruina se había apoderado del
lugar y de los edificios, de eso hace ya hace muchos años. Por eso ayer sentí gran
alegría al encontrarme con un artefacto
hermano, por eso quiero compartirlo con vosotros, queridos amigos y seguidores
de este Cajón de Sastre, que espero que el universo digital en que os movéis no
os haya hecho olvidar la robótica del carbón. Aquí os dejo el artefacto, y
junto a él, otro mayor que tenía las mismas funciones, un aparatoso y ferroso
monstruo salido de una ficción de la antigüedad. Es lo que tiene: cuando uno ha viajado en los trenes de vapor
los lleva con él hasta el final de los tiempos.
Buenas noches, Elías Rubio Marcos:
ResponderEliminarHe ido por tus etiquetas mirando los artefactos.
¡Con lo poco que me gustaban la física y la mecánica! Claro que si van acompañadas de poesía, como aquí, es diferente.
Te he dedicado una entrada en mi blog de cine.
Saludos.
Gracias, Penélope. Es que entiendo que las máquinas son prolongación de nosotros mismos; una perogrullada, ya lo sé.
Eliminar¿Te imaginas a un profesor impartiendo sus clases de física y química en forma poética? A lo mejor captábamos mejor los fundamentos?... Yo qué sé!