jueves, 7 de marzo de 2013

LA MUJER TRABAJADORA EN LA FOTOGRAFÍA ANTIGUA DE BURGOS (1)



Salinera en Poza de la Sal. 

FOTOGRAFÍAS: Salinera: (archivo de Ramiro Eizaguirre). Calcetineras: (del libro "En la villa de Pradoluengo"). Resto, Archivo Cortés,  gentileza de Archivo Municipal de Burgos.  

Desde hace años viene celebrándose en distintas partes del mundo el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, o simplemente el Día Internacional de la Mujer (cada 8 de marzo). Las dos expresiones son reconocidas cómo validas para dar sentido a la reivindicación de la mujer en defensa de sus plenos derechos y de igualdad con respecto a la tradicional supremacía del hombre. 
El sentido de tal celebración por parte de la mujer viene determinado por el hecho de que ella, a pesar de haber puesto de manifiesto desde los más remotos tiempos su cualidad para desempeñar toda suerte de trabajos, incluido el más importante, que es el de procrear, ha sido, tradicionalmente y hasta no hace tanto tiempo, ninguneada por el hombre, y bien podría  decirse que tenida como un ser inferior. 
A nadie se le ocurriría adjudicar una fecha determinada del año para celebrar el día del hombre trabajador, dado su rol de principal sustentador del núcleo familiar tradicional y planetariamente aceptado. Convengamos, pues, en que semejante conmemoración sería considerada por muchos como una redundancia, por no decir una perogrullada. Por el contrario, la exclusión, marginación y explotación de la mujer a lo largo de la historia justifica la celebración y autoafirmación femenina.


Estereotipos

Hasta hoy, con frecuencia se ha venido utilizando la expresión de “sexo débil” para referirse a la mujer, queriendo manifestar con ello que, debido a su complexión natural física, por lo general y genéticamente menos robusta que el hombre, está menos capacitada para ciertas labores, sobre todo para las que requieren de mayor esfuerzo físico. Quizá por esta concepción de dominio que el hombre ha tenido respecto a la mujer, podrían justificarse algunos dichos del refranero español“. Valgan "La mujer en casa y con la pata quebrada”; o este otro, que pone límite espacial a la mujer y la relega al ámbito exclusivamente doméstico: “La rosa en el rosal; la uva en el lagar; y la mujer, con escoba y delantal”, o “La mujer en el hogar, sin salir ni a trabajar”, por mencionar sólo algunos. Sin embargo, contradiciendo al refranero, de siempre la mujer ha venido desempeñando todo tipo de tareas, no sólo las domésticas; y a veces, por el esfuerzo físico empleado en ellas, muchas podrían asociarse a las “propias” del hombre. Hay que ser ciego, o muy injusto, para no querer ver los esfuerzos desarrollados por la mujer al participar en cualquier tipo de trabajo.
A pesar de esas innegables capacidades, cualquier trabajo que la mujer haya realizado para el clan familiar fue considerado siempre por el hombre como una ayuda y no como un trabajo propiamente dicho. No se tiene en consideración que en un pasado no tan lejano, el siglo XIX sin ir mas lejos, que es cuando la mujer comienza a incorporarse con regularidad al mercado laboral fuera de casa, las tareas del “sexo débil” para el soporte familiar parecen claramente superiores en número a las del hombre. No hay más que escuchar hoy los relatos de algunas madres y abuelas, donde se pone de manifiesto  que la mujer trabajadora, además de criar y cuidar de los hijos, y de no descuidar las tareas del hogar, tan numerosas como de todos es bien conocido, ha de realizar trabajos en el campo, “ayudando al hombre”, ajustándose incluso como jornaleras, o en cualquier tipo de taller o fábrica, generalmente en sistemas de producción en cadena de núcleos industrializados. 
Dichos relatos dejan bien claro que el sexo débil no es ni ha sido tan débil, ni respecto al trabajo ni por otras cuestiones, sino todo lo contrario. 


Calcetineras en obrador de Pradoluengo. 

 La mujer trabajadora en la fotografía antigua de Burgos 

Todo lo anterior estaría encaminado a borrar viejos prejuicios y hacer justicia a la mujer en su faceta de trabajadora. Pero todo quedará más nítido si se observa a través del ojo fotográfico. La fotografía antigua que nos ha sido legada refleja nítidamente la importancia de la mujer en el sistema productivo de antaño. Así, multiplicándose en sus actuaciones laborales fuera de casa cuando ha sido necesario, demostrando un heroísmo sin límites, lo mismo la vemos en escenas gráficas trabajando como agostera contratada, segando la mies y escarbando las fincas sembradas, que como salinera en Poza de la Sal, obrera textil en Pradoluengo o lavandera por encargo en los ríos, por citar sólo el material fotográfico  relacionado que podemos adjuntar aquí. La fotografía antigua, pues, constituye un patrimonio de inmenso valor, ya que además de mostrarnos la especificidad de la mujer en su faceta laboral, manifiesta los cambios experimentados por la sociedad en el transcurso de los años, enseñándonos aquellas formas de vida que ahora tan pintorescas pueden parecer a muchos. 

(1): Extracto de artículo para Museo Etnográfico de Castilla y León. 


Escarbadoras en Campo Sano (Burgos).

Mujer trillando. 

Mujer  carretera.

Lavanderas en el Arlanzón (Burgos).


Lavanderas en la fuente de Los Carneros (Pancorbo).





4 comentarios:

  1. Aquellas mujeres, que no conocían el significado de débil porque aguantaban sabañones, callos, heridas y arañazos.
    Aquellas mujeres que cargaban con el peso de su cuerpo y el de un nuevo embarazo, mientras tiraban de trillos, azadas y carros.
    Aquellas admirables mujeres que estiraban el sueldo, las fuerzas y el horario.
    Aquellas mujeres de roca y corazón de esponja.
    Aquellas... No eran mujeres, sino super mujeres.
    Buen artículo

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  2. Aunque de otra manera, con otros trabajos y otras obligaciones, también hoy existen supermujeres. ¿No te parece, Belén?

    Gracias por tu poético comentario

    Saludos

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  3. Anónima
    Gracias por recordar que las mujeres trabajan y han trabajado siempre.Las circunstancias cambian con el paso de los años; pero la desigualdad continúa. Porque trabajo tenemos, empleo queremos.

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  4. Tienes razón, la desigualdad continúa.

    (Recuerdo, una vez más, ´que los comentarios deben ir correctamente identificados. ¿Para qué, por qué anónimos, si todos tenemos nombre y apellidos?).

    Saludos y gracias

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