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Valle de Ardisana, tierra de tejeros |
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Una tejera sin actividad en el Valle de Ardisana |
FOTOGRAFÍAS: Valle de Ardisana. Vibaño. Tejera de Pino de Bureba. Cubillo del Campo (Tomadas en abril de 2015). Fotos de época en tejera de Pino de Bureba (posibles de los años cincuenta, cedidas por Carmen Balmori en Vibaño).
Pino de
Bureba, Quintanabureba, Briviesca, Cabañas de Virtus, Condado de Valdivielso,
Cubillo del Campo, San Mamés de Abar, Villalibado..., son nombres que recuerdan
a laboriosos asturianos que trabajaron el barro en Burgos durante más de un
siglo, quizá dos, quién sabe si más. Decir tejeros en estas tierras es sinónimo
de asturianos. No hay tejera en la provincia que no esté asociada a tejeros
asturianos. Cuantas veces me encontré con tejeras abandonadas en los pueblos
burgaleses, cuantas veces me hablaron de ellas, indefectiblemente salían a
relucir asturianos que las regentaron o las trabajaron. ¿Y quiénes eran
aquellos asturianos que trabajaron el barro en Burgos, haciendo tejas y
ladrillos sin descanso? ¿Y por qué quienes desarrollaban el oficio de tejero
eran asturianos y no de otras regiones de España? ¿De qué lugar o lugares de
Asturias procedían, acaso de toda Asturias? Eran preguntas que muchas veces me
hice, en realidad cada vez que me encontraba con las ruinas de una tejera.
Ahora, por fin, mi ignorancia no es tanta. Sin habérmelo propuesto, en un reciente
viaje al Concejo de Llanes con un grupo de amigos, fui a dar al corazón mismo
de los tejeros, al centro geográfico irradiador del cual salía cada año legión
de hombres del barro en distintas direcciones.
MADREÑEROS EN INVIERNO, TEJEROS EN VERANO
A finales de
abril se producía la diáspora, los pueblos se quedaban sin hombres, las mujeres
y los niños quedaban solos y compraban en las tiendas de fiado hasta la vuelta
de maridos y padres. De Llanes, de Posada, del Valle de Ardisana... En el
invierno los hombres hacían almadreñas para venderlas en los mercados, era su
pobre modo de vida, y con la primavera salían hacia las tejeras que conocían, o
que se iban a montar, de león, de Palencia, de Cantabria, de Burgos... Unos
iban ya contratados, por ser conocidos de otros años, otros a la aventura. A
veces se desplazaban en tren, a veces en bicicleta, incluso había quien lo
hacía andando, todo dependía de las épocas y las posibilidades. Era gente
sacrificada. Podían salir en cuadrilla, o un padre con hijo o hijos para
iniciarlos, o en solitario por atajos de cajoneiros y afiladores. A últimos de
abril se despedían de esposas y madres hasta el otoño. Lo expresaba muy bien
Manolo, un vecino de Malatería: Los hombres se marchaban y las mujeres
quedaban al cuidado de lo que quedaba del campo, unas patatas, unas alubias...,
y los animales, tres o cuatro vaquinas de leche. Mi madre quedaba con los
hermanos menores pal colegio, que ya te digo, éramos siete, y los
mayores se iban. Marzo o abril marchaban, y en octubre o noviembre volvían”.
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Vibaño, lugar de madreñeros y tejeros |
TRABAJANDO CON LAS ESTRELLAS
Ya en las
tejeras de Castilla ninguna comodidad les esperaba, solo el polvo de las
barreras, el implacable sol de la meseta y largas jornadas de trabajo, que se
prolongaban no de sol a sol, sino desde las últimas a las primeras estrellas.
En algunas tejeras ni siquiera un lugar o chamizo donde dormir les esperaba,
las primeras tejas eran para hacerse un techado, y como colchón, trozos de
césped arrancados de donde lo había. Así era en los primerizos días en las
tejeras más humildes. Y sin embargo, era gente alegre y cantarina, lo dicen
aquellos que les vieron trabajar semidesnudos. Y tenían su particular manera de
hablar, su jerga, que llamaban “la xíriga”, la que desde hace algunos años
encomiablemente se recoge y enseña en Llanes para que no llegue a perderse; los
tejeros más veteranos son los que orgullosamente la enseñan. Es una jerga que
fue utilizada con la misma intención que la que guiaba al habla de los
canteros, o de los caldereros ( Bron), o de los zapateros (mansolea)...,
guardar secretos profesionales o de otra índole, autodefensa, despistar al man
(el amo)... “procurábamos hablar pa que la otra gente no nos
entendiera. [como los canteros] sí, y como los caldereros. Los caldereros
también tenían su jerga, yo oí algunas palabras”. Crearon su mundo oculto
con el habla, sin por eso llegar a ser ninguna secta.
IMÁGENES DE TEJEROS EN PINO DE BUREBA
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Tenían cocinera los hombres del barro |
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Algunos eran casi niños |
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No les faltaba el buen humor |
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Trabajaban de estrellas a estrellas |
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Trabajaban semidesnudos |
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Entre ellos debían hablar en xíriga |
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Tejas para secar |
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Tejas al sol |
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Ladrillos dispuestos en el horno |
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Sacando tierra para hacer el barro |
CERÁMICA SAN MARTÍN, DE PINO DE BUREBA
No hay que
buscar mucho por la zona de Llanes para encontrar teyerus (tejeros),
están por todos los lados. Pude encontrarlos en Poo, en Posada, en Vibaño, en
Los Callejos, en Malatería... Pero me interesaba alguno que hubiera trabajado
en alguna tejera de Burgos, y eso tampoco fue tarea difícil, pues encontré
algunos que trabajaron en la de Pino de Bureba, una de las más importantes de
la provincia. Decir Pino de Bureba en tierras llaniscas es nombrar un destino
seguro de los tejeros asturianos. Con más de un siglo de antigüedad, la gran
“Cerámica San Martín” es ahora un sitio solitario y desolado. Dejado de
producir tejas y ladrillos hace más de veinte años, abierta a todos los
vientos, sufre el mal de la expoliación y la ruina. Seguro que si Evaristo Concha,
a quien encontré en Vibaño y que durante tres años trabajó como encargado en
esta tejera, la viera en su estado actual de deterioro sentiría melancolía, no
en vano el barro de aquí fue durante mucho tiempo el pan de su familia, como
también lo fue de gente del mismo Pino y Cornudilla. Impresiona ver ahora el
emporio tejero sin actividad, con los secadores vacíos, los hornos apagados,
las techumbres derrumbándose, los taludes de barro recordando extracciones
pasadas. ¿Dónde quedan los cientos de camiones cargados de ladrillos y tejas
que de aquí salían, dónde los cuerpos semidesnudos bajo el sudor ocre del
barro? En cierto modo, Evaristo Concha fue un privilegiado entre los tejeros
que llegaron de Asturias a Pino, pues durante algún tiempo (1958, 59 y 60) le
acompañaron su mujer y su hija y tenían su propia vivienda para alojarse.
Carmen Balmori, su esposa, no trabajaba el barro, solo miraba cómo aquellos
hombres que hablaban la xíriga “trabajaban de luz a luz; con las estrellas
se levantaban y con las estrellas lo dejaban... Se iban a la cama a las tantas
de la noche, y a veces, en medio de la noche, había que cargar un camión enorme
que venía de hacer ruta en dirección a Bilbao”.
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Aspecto actual de la tejera de Pino de Bureba, antigua "Cerámica San Martín" |
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Tras el cese de actividad llega el abandono y la ruina. |
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¿Molino de tierra? |
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Bocas de horno en tejeras |
TEJERAS DE CUBILLO DEL CAMPO
Antes
de trabajar en la de Pino de Bureba, Evaristo Concha, siguiendo una saga
familiar de tejeros y siendo casi un niño, estuvo en otra tejera de Burgos,
concretamente en una de Cubillo del Campo: “La tenía un señor que tenía un
bar que estaba en la carretera general [de Burgos a Soria]. No me acuerdo cómo
se llamaba aquella venta. Yo estuve allí, tenía catorce años, así que sería en
1952..., ya llovió”. Por sus palabras, parece evidente que Evaristo se
refiere a una tejera que hubo justo enfrente de la venta que se encontraba a la
entrada de Cubillo. Hoy la venta, nacida en 1876, como se expresa en una
inscripción en el dintel de entrada, y que tantos carreteros serranos alojó, se
encuentra cerrada, en realidad está así desde hace aproximadamente 60 años; y
de la tejera apenas si se pueden ver algunos restos. Pero la huella de Evaristo
quedó impresa en aquel barro burgalés.
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Cubillo del Campo. En primer término se pueden apreciar los restos una tejera |
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Una venta a la entrada de Cubillo, junto a la carrtera |
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Dintel de la entrada a la venta. Luce un porrón y un queso, más una data: 1876. |
Y
no fue la tejera de la carretera la única que hubo en Cubillo del Campo. Hubo
otra más antigua, perteneciente al Concejo de este lugar, de cuya presencia
apenas si quedan algunos túmulos y hondonadas cubiertos de verde césped, así
como restos de ladrillos y tejas desparramados aquí y allá en superficie. Sobre
lo que fue el horno ahora se levanta el depósito de aguas de Cubillo. Es más
que probable que quienes trabajaron el barro en esta tejera fueran, en algún
momento, igualmente asturianos, pero no tengo constancia segura de ello. Dos
ancianos que la conocieron en activo me contaron que disponía de un solo horno,
que servía también para hacer cal, y que este se alimentaba con leña de encina
que los mismos vecinos llevaban con carros de bueyes. Me contaron también que,
por ser la tejera del municipio, los que la trabajaban estaban obligados a
entregar 40 tejas a cada vecino cada año.
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Huellas de la antigua tejera municipal de Cubillo del Campo. En el lugar que ahora ocupa el depósito de agua se encontraba el horno. |
Los
llaniscos fueron tejeros hasta que se produjo la gran emigración de los años sesenta a los países
europeos, Alemania, Suiza, Bélgica... Desde hace algunos
años, Evaristo y otros veteranos tejeros reviven sus tiempos del barro
enseñando la xíriga en Llanes, incluso han llegado componer y editar un diccionario de
esta lenguajerga, la que debió escucharse en las tejeras de Burgos durante muchos
años. Pero esa sería otra historia.
Con mi agradecimiento a los
llaniscos
Carmen, Evaristo, Nacho, Pancho y Manolo.
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