Cabezas de hombre y mujer bajo el alféizar, como símbolo de perdurabilidad de quienes construyeron la casa. |
FOTOGRAFÍAS: Ventanas en Ahedo de Butrón (Tomadas el 1 de enero de 2022)
Ahedo de
Butrón es uno de esos pueblos encantados que me tienen absorbido, un bellísimo enclave
burgalés al que se llega por una carretera que muere en sus mismas puertas; más allá de
Ahedo, donde termina el asfalto, todo son valles y desniveles abruptos que se
precipitan al Ebro, montañas que se elevan a navas solitarias y caminos que se
pierden para encontrar sueños en el pedregal. Pero Ahedo no solo tiene esa
magia y encanto especial que despiden los pueblos con carreteras que mueren en
ellos, allá donde mire el viajero, y por muchas veces que vuelva, siempre encontrará
algún detalle para sorprenderse y para la admiración; aquí, en esta misma
bitácora y sin contar la impresionante iglesia románica, hemos dado cuenta de algunas notables originalidades que le caracterizan,
como las eras de trilla muradas, sin par monumento etnográfico, sus “medias puertas”
generalizadas, característica también sin parangón en Burgos (como no sean las
cabañas pasiegas), o las balconadas de madera multicolores, las que lamentablemente
ahora se van sustituyendo por otras de forja, rompiéndose así la armonía de la arquitectura
tradicional que caracterizaba a este caserío (ojalá se haya puesto la última).
Cuando ya creía que había visto todo lo que se puede ver en Ahedo, después de tantas excursiones realizadas, una nueva visita, para más señas el pasado día de Año Nuevo, me proporcionó una nueva sorpresa: una pequeña ventana, en un estrecho y escondido callejón, que en su día se me escapó cuando “iba a ventanas”. Se trata de un pequeño y sencillo vano, sin florituras decorativas, al que no hubiera prestado atención si no fuera porque bajo su alféizar, dentro de un rebaje semicircular, muestra dos cabezas, una en cada extremo. Claramente se aprecia que una es de hombre, por sus barbas de traza románica (ojo, que no estoy diciendo que la ventana sea románica), y la otra de mujer, por sus rasgos faciales y ausencia de pilosidad. Estaríamos, pues, ante un nuevo ejemplo de la costumbre ancestral de mostrar en ventanas y aleros las cabezas o caras esculpidas de los que con su esfuerzo hicieron su casa y morada; ejemplos en la provincia de Burgos los tenemos desde el siglo XVI.
Y ya
puestos en ventanas, dejo para vuestro deleite, queridos amigos de este Cajón
de Sastre, un ejemplar que descubrí, el mismo día, en una construcción arruinada en un extremo del pueblo. Se trata de una preciosa ventana de arcos geminados, ligeramente apuntados y de apariencia medieval, que por supuesto, dado su indudable mérito, irá también a engrosar el
baúl de ventanas ilustres burgalesas.
Ventana geminada en muro que amenaza ruina. |
¿Qué me tendrá reservado Ahedo de Butrón en una nueva visita?
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