domingo, 2 de junio de 2024

BODEGAS (III). CASETAS DE MAJUELO


Caseta de majuelo en el término de Fuentespina,
 en Santa María del Campo


FOTOGRAFÍAS: Casetas de majuelo en Santa María del Campo y Mazuelos de Muñó (tomadas en 2024 y 2014, respectivamente)

CASETAS DEL MAJUELO

         Por los relatos de algunos informantes se puede intuir un paisaje del medio oeste burgalés totalmente distinto al actual, con toda probabilidad de mayor y más variado colorido. Hasta finales de los años sesenta del pasado siglo los viñedos competían en hectáreas con el conjunto de las otras sembraduras tradicionales, como cereales (trigo y cebada), yeros, beza o alholvas, por mencionar solo las principales. Según los testimonios recogidos bien podría decirse que hasta donde alcanzaba la vista su presencia era algo más que notoria, quizá mayor que la que hoy distingue a la ribera del Duero.    

Los trabajos en las viñas requerían su tiempo, y en ese tiempo podía llegar la tormenta o la simple lluvia. Para esa contingencia, para que sirvieran de refugio a los obreros y a los guardas de los viñedos que nombraba la Hermandad de Labradores, se construyeron las llamadas “casetas de los majuelos”, todas de igual estructura y en las que llegaban a caber hasta cuatro personas. De piedra, a hueso o unida con argamasa, con base circular de apenas metro y medio de diámetro, los mismo de altura y rematadas en cono, la mayoría están hoy arruinadas, aunque aún se conserva alguna en pie que nos sirven para conocer cómo eran. Llama la atención en ellas lo reducido del acceso, con apenas 1 metro de alto por 80 centímetros de ancho. Según describen quienes en alguna ocasión se refugiaron en ellas, semejante angostura servía para que animales de cierta alzada no pudieran acceder al habitáculo, lo que no quita para que en alguna ocasión llegara a criar en su interior el jabalí. 



Ya no hay viñedos que guardar y la añosa Caseta de Majuelo de Fuentespina
espera la suerte de otras cercanas que ya desaparecieron.


Así lo recuerdan y describen Teodoro González, de Santa María del Campo, y Artemio Pérez, de Ciadoncha

Había cuatro o cinco sitios que había majuelos, y el pueblo de Mahamud [tenía] más majuelos que Santa María. Igual cada uno tenía diez hectáreas. ¡Más que cereales había! En [el término de] Fuentespina todo eran majuelos, pa ir a Escuderos a la izquierda. Como son tierras pequeñas no se trabajan y se han perdido. Entonces, allí hay casetas redondas de piedra de los majuelos. Eran para cuando iban a podar meterse si llovía. Pa ir a Belbimbre hay otras dos [casetas]. Las de Fuentespina está a unos tres kilómetros. Hay una que va como hacia Villahoz, y otra donde estaba antes la escombrera. [En cada caseta] cogíamos cuatro tíos alrededor. La tenía uno y ahí se metían todos. Esas no tenían puertas, ¿eh? [se hicieron] con la entrada baja pa que no se metería el ganao. Ahí, en esas casetas, ha criao el jabalí dentro de la caseta, como está abandonada… Yo he oído que, al entrar, encontrarse allí con la jabalina. (sic. Teodoro)

TRES GUARDAS PARA VIGILANCIA DE LAS VIÑAS EN CABAÑAS DE MADERA

Aquí, en el tiempo de la uva, se ponían tres guardas más. Uno aquí, otro en Fuentespina y otro ahí ¿…? Los ponía el Ayuntamiento, la Hermandad. Y estos, en un alto, hacían una cabaña de madera, ponían así unos palos, y todo alrededor de madera, pa esconderse, y así se sabía si estaba o no estaba [el guarda]. Y entonces, así vigilaban por si [robaban]. Pero después los quitaron, porque era más lo que robaban ellos que lo que robaba el personal. (sic. Teodoro).

TODAS MIRANDO A LA SALIDA DEL SOL

Pues esas Servían… porque entonces, en aquellas épocas, en to los términos había una. Ahí había una que llamábamos la Caseta de Valdehazadón, allí otra que llamábamos la Caseta del Tío Ramón, otra había para ir a Santa María… Servían para refugiarse si venía un nublao o cosas de esas…. Y tenían la boca muy baja y todas mirando a la salida del sol. Se ve que de este lao venían menos nublaos, azotaba menos. [para] los guardas, que ponían tres guardas para el viñedo, los ponía la Hermandad los tres meses, desde San Pedro hasta septiembre. Claro, si ibas por ahí y cogías un racimo y te pillaba el guarda, te ponían una multa y te sacaban en aquellos tiempos dos o tres pesetas. To los años eran los mismos [guardas]. Estaban tol día, desde que salía el sol hasta que se metía. Por la noche, no (sic. Artemio).


Caseta de majuelo en los campos de Muñó, vieja conocida de este blog (30/5/2012) .


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