martes, 25 de diciembre de 2012

SANTOS IBEAS, MAGO DE LA LUZ Y EL CINE

Santos Ibeas, memoria de la luz.

Fábrica de luz de la Compañía de Aguas
en la plaza de Alonso Martínez. 

Santos Ibeas en una prueba ciclista en Lerma.
Como ganador, conquistó
una dinamo para su bici.

Transformador de la Central Eléctrica
de Castañares.
Véase en demolición el viejo
 Palacio Arzobispal.

¡Tantos testimonios, tantas confidencias, tanta generosidad! Llegué a tiempo de conoceros, de rescatar una parte de vuestra memoria, y con ella la de la ciudad. Hecho la vista atrás y os veo a todos, en mis sueños, como  sombras mágicas del pasado, habitando ventanas y balcones, aceras y tejados, de día y en la oscuridad, en los aullidos del invierno que nos afirma, de puente a puente. Os veo y recuerdo como hacedores de lo que fuimos y de lo que somos. Gracias.  

FOTOGRAFÍAS: Santos Ibeas. (Gentileza de Santos Ibeas). Interior de la fábrica de la Compañía de Aguas de Burgos. Transformador de la Central Eléctrica de Castañares ((A.D.P.BU.).  


Agosto de 1995, 5 de la tarde. El calor hace que el balcón de la sala donde nos encontramos esté abierto de par en par a la Plaza Mayor. Santos Ibeas, testigo y luminoso protagonista de la mayor parte de este agonizante siglo, rebusca afanoso en los cajones de sus recuerdos una fotografía en la que, asegura, debe aparecer su padre trabajando en el interior de la fábrica de luz que la Compañía de Aguas de Burgos tenía en la plaza de Alonso Martínez. “¡Si la tengo que tener –exclama contrariado-, pero ahora no la encuentro!”. No importa, su memora histórica abarca los tiempos arqueológicos de la luz eléctrica en Burgos.  No hace mucho, Santo hubo de revivir también para este cronista dormidas historias de cine en el Salón Parisiana, no en vano fue su segundo cámara. Hoy, de nuevo, reverdece mocedades al recordar su trayectoria profesional como electricista. Fue uno de los pioneros, y compañero de fatigas de Miguel Bravo, el legendario mantenedor de El porvenir de Burgos, la fábrica de luz escondida en los cañones del Ebro.

 “Mi padre era electricista de la Compañía de Aguas, y cuando le tocaba guardia en la fábrica, yo, siendo un chaval de diez o doce años, le llevaba la cena, y mientras él cenaba yo me quedaba sentado viendo funcionar las turbinas.  Aquello era muy bonito, porque no veías el agua, sólo el bloque hermético de hierro fundido. Me acuerdo también de las dinamos y de sus escobillas, que en vez de ser de carbón eran de cobre..., es que entonces la corriente era continua”.

Así recuerda este burgalés sus inicios en el universo de la electricidad. Pura tradición familiar. Pero sólo tradición de padre, porque la luz eléctrica no llegaba más lejos en el tiempo. Su abuelo, a lo sumo, podría haber sido farolero del aceite o del gas en el XIX. Conoce, pues, como nadie hoy la evolución tecnológica del alumbrado eléctrico en Burgos, y lo mismo puede hablar de las bombillas de filamento de carbón –“que daban una luz muy apagada”-, que de las bujías, “porque en los primeros tiempos la intensidad de las bombillas se medía por bujías; lo del watio fue más tarde, aunque watios y bujías venían a ser la misma cosa”.

Santos vivió muy de cerca la época de reñida competencia entre las tres productoras de electricidad que hubo en Burgos hasta los años treinta: Compañía de Aguas, Electra de Castañares y El Porvenir de Burgos. Tan cerca como que, “de chaval”, trabajó para la segunda de ellas: “Por ahí si tenía 13 años cuando ya iba a ayudar a reparar los hilos y postes que se rompían en La Quinta cuando, por tormentas o vendavales, caían árboles  o ramas sobre ellos”. En aquella época, “la turbina primitiva de la Central de Castañares, que era de rodete, se cambió por una moderna que trajeron de Suiza, y al mismo tiempo se montó un alternador también nuevo. Todo ello bajo la dirección del ingeniero de la central, Juan Espinosa. Recuerdo que la transmisión del eje de la turbina al alternador se hizo con una correa de eslabones hecha con cuerda de camello; era muy silenciosa, no se oía nada”.

Aquellos artefactos, la turbina, al alternador y la correa de camello, todos ellos en aparente buen estado, se encuentran en un edificio ahora amenazado de ruina. ¡Qué espléndido papel haría este conjunto lucernario en algún museo de arqueología industrial!.

UN RECADO PARA RAQUEL MELLER 

También por entonces (hacia 1920), Santos aprendió a andar en bicicleta, incluso llegó a ganar una carrera en Lerma: “con una bici que pesaba un demonio. De premio me dieron una dinamo para la luz de la bici”. Y fue, precisamente, ese dominio a lo Indurain lo que le valió que la Electra de Castañares le empleara como lector de contadores eléctricos, en sustitución de  “un hombre de más de sesenta años que estaba a cargo de la central  y que el pobre ya no podía subir las escaleras de las casas. Porque, claro, entonces no había ascensores. El único edificio que tenía ese lujo era el Hotel París, que estaba frente al Condestable”. 

Al nombrar el Hotel París, brillan los ojos tras las gafas de Santos. Como un tesoro escondido en su vieja memoria, guarda el día en que “estando trabajando ya en el Salón Parisiana, me mandaron llevar un recado a Raquel Meller, que estaba hospedada en el Paría. Recuerdo que entré en su habitación y la vi allí, en el tocador, medio desnuda y arreglándose”.

Leyó, pues, el viejo electricista los contadores de la Central de Castañares, ejercicio en el que “empleaba tres días”, y nadie antes pudo hacer semejante trabajo  por la sencilla razón de que “con la corriente continua no se podían poner contadores, y la alterna se empezó a producir en la Electra de Castañares.  Antes de ponerse los contadores se cobraba a tanto el alzado, es decir, un tanto por bombilla instalada, gastaras lo que gastaras. Generalmente, las casas venían a tener, como mucho, dos o tres bombillas instaladas de 10 o 15 watios, entre otras cosas, porque las centrales no producían suficiente potencia”.

LUCES DE LA ALDEA

Ya consumado instalador electricista, Santos llenó de luz infinidad de hogares burgaleses, de la ciudad y de los pueblos. Sobre estos últimos explica: “Antes de ponerse [la central] de El porvenir de Burgos, en Quintanilla de Escalada, ya había pueblos con pequeñas centralitas de electricidad. Los rodetes de los molinos se aprovechaban para mover las dinamos que producían la corriente. Había incluso quien iluminaba sus casas con dinamos de los coches. Yo mismo hice una instalación con una de éstas a un amigo de Santa María del Invierno, y le puse bombillas de 5 o 10 watios, que era, pues fíjate, casi como estar a oscuras”.

Eran otros tiempos”, sueña, mientras continúa buscando en los cajones la fotografía tazada y sepia de su padre al pie de las turbinas de la Compañía de Aguas.

Publicado en Diario 16 Burgos, el 11 de noviembre de 1995


sábado, 22 de diciembre de 2012

FELICES DÍAS, AMIGOS

FOTOGRAFÍA: Arco de la Villa (Tomada en febrero de 2012). 

En algún lugar de este Cajón de Sastre ya comentamos las posibilidades que tiene el antiguo Patio del Sobrado, antaño lugar de mercado y ahora integrado al campus de la Universidad burgalesa, para convertirse en un corral de comedias. Por su historia, siempre asociada al Hospital del Rey, notable arquitectura tradicional, morfología y amplitud, le harían idóneo para actividades culturales al aire libre, si las casas arruinadas, algunas con siglos de antigüedad y escudos en sus fachadas, fueran debidamente restauradas. Acceder al Patio del Sobrado por el Arco de la Villa es introducirse en la noche de los tiempos, a un lugar lleno de magia y evocaciones..., en este momento también de escombros, lamentablemente. Por eso hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, quiero reivindicar para la ciudad una dignificación mayor del patio y su pasaje, ahora prácticamente vacíos y sin aprovechamiento, y a través del artístico y blasonado arco enviaros mis mejores deseos para estas fiestas y el año nuevo. 

domingo, 9 de diciembre de 2012

ALFAREROS BURGALESES, MEMORIA DE UN RESCATE

Molde para catedral de  Burgos. 

Molde para acueducto de Segovia.

Molde identificador.  

Molde para torero herido. 
FOTOGRAFÍAS: Moldes alfareros de la familia Calvo. (Eliseo Rubio). Páginas de la revista Exposiciones y actividades. Museo Etnográfico de Castilla y León. 
Os traigo hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, una historia que tiene que ver con reconocidos alfareros de la capital burgalesa. Perdonad que en ella me vea involucrado. Ocurrió a finales de 1983, una noche en que nos encontrábamos cenando cuatro amigos del Grupo Edelweiss en el bar-restaurante Arriaga. Fue en aquella ocasión en que mi buen amigo Félix, a la sazón maitre-camarero del desaparecido y mítico establecimiento de la plazuela de Laín Calvo, al servirme el pescado se ofreció con la seriedad y gran profesionalidad que le caracterizaba: “¿Te lo limpio?” ¿...?; y a un servidor, poco acostumbrado entonces a semejantes sutilezas y pillado de sorpresa, no se le ocurrió otra cosa que preguntar: ¿qué pasa, está sucio? (¡Ah, el Arriaga!, mi recuerdo también para Julio). Fue a los postres de aquella cena y de aquella simpática anécdota cuando se presentó otro amigo para comunicarnos que acababan de demoler las viejas instalaciones y construcciones de un alfar en la Calle Alfareros, al parecer para levantar en su lugar bloques de viviendas (hoy calle Frías). El amigo, recién llegado de la demolición, nos habló de montones de escombros en la calle en los cuales afloraban abundantes moldes de yeso y escayola (unos enteros, otros fragmentados), aquellos moldes que la saga de los Calvo (Alejandro, Francisco,  Simón...) utilizó a lo largo de su muy dilatada actividad artesana en Burgos. Uno, que es muy sentido para estas cosas del patrimonio histórico, y que además se había criado por aquellos barrios, unas veces combatiendo en terribles dreas allá por el Molino de Viento, otras calentándose en los duros inviernos en los caleros de Tano, cuyos hornos se encontraban junto a la mencionada alfarería, sintió un profundo escalofrío al escuchar la noticia; fue una puñalada de la que tardé en recuperarme. Decidimos salir de estampida, había que ir para allá por ver si se podía salvar algo del naufragio. Era muy avanzada la noche (creo recordar que más de las doce) cuando, sorpresivamente, nos vimos escalando y escarbando en montañas de escombros para recoger los moldes blancos que iban surgiendo en la negrura, unos a flor de tierra y otros más enterrados. Qué dolor. Tristes, pero a la vez emocionados por rescatar piezas que creíamos únicas e irrepetibles, debimos levantar la voz más de lo que por entonces era permitido cuando los vecinos duermen. Y así, alguna ventana se abrió, alguien nos sorprendió en nuestra muy sospechosa  actividad y llamó a la policía. Los guripas llegaron al poco y nos interrogaron sobre lo que hacíamos allí. Nos identificamos, lo explicamos y se nos aconsejó que desistiéramos en la operación porque aquellas no eran horas. Así lo hicimos. Y así quedó la cosa, hasta que al día siguiente volvimos al lugar de la escombrera. Era el mediodía, unos chavales del barrio jugaban subiendo y bajando por los montones. Al principio comenzamos la búsqueda de moldes nosotros mismos, pero alguien del grupo pensó que era mejor dar una propina a los chicos y que fueran ellos los que, con más tiempo, se encargaran de la rebusca. Así quedamos, y así fue cómo, al día siguiente, pudimos recuperar algunas piezas más. Al poco de esto, los escombros del alfar desaparecieron, y con ellos parte de la memoria de los Calvo y del barrio de Los Alfareros.  

Convencidos de que las piezas recuperadas tenían valor etnográfico y arqueológico, las ofrecimos al Museo Arqueológico, por pensar que a falta de un museo etnográfico y antropológico en la capital (algo muy lamentable y que habría que subsanar) sería el lugar más indicado para conservarlas, pero no fueron aceptadas en esta institución, y no se nos ocurrió ninguna otra. Pasó el tiempo, y en 2007 yo mismo hice una entrega de las piezas más notables que obraban en mi poder al Museo Etnográfico de Castilla Y león, en Zamora, donde fueron mostradas en exposición temporal. En la revista “Exposiciones y actividades. Invierno-primavera 2008”, editada por dicho Museo, se “solicitaba encarecidamente que si en un futuro llegara a crearse algún museo de carácter etnográfico o artístico en la ciudad de Burgos, las piezas pudieran regresar a la capital del Arlanzón”. “Es una razón de peso que respetamos por entero”, decía la revista, como puede verse en una de las páginas que adjunto. 





   

domingo, 2 de diciembre de 2012

LOS DEGOLLADOS DE ROJAS

Descarnado castillo de Rojas. 

Ventana oteadora en el castillo de Rojas. 

Ruinas con extraña ventana. 

Picón de los degollados. 


FOTOGRAFÍAS: Castillo de Rojas (Tomadas el 17-11-2012).  

Ahora que has aplacado tu ira, y que yo me muestro en sosegado sirimiri, ven junto a mí, Aire, recostémonos en el socallado del poniente y recordemos algo de lo que vimos y vivimos en este alcor  de desolación. Sí, Lluvia, tu memoria y la mía son hermanas, van de la mano, nuestros descansos no son fáciles en estas lomas y picones de colores extraños, acepto, pues, tu invitación. Pasado otro siglo más, rememoremos, declararemos como testigos de aquellos hechos que sucedieron cuando el rey Pedro, que decían XI, llegó de Briviesca a este castillo en son de paz. Lo recuerdo bien, amigo Aire, porque nuestra memoria no se resquebraja con el paso de siglos y ni siquiera de milenios. Por esta saetera libre de daños, donde ahora estamos recostados, y por otras que ya desaparecieron, se dispararon saetas al coronado y a quienes le acompañaban. ¡Qué osados, tirar contra el Rey! Los dos recordamos al rebelde que ocupaba circunstancialmente el castillo, un tal Diago Gil de Fumada, poca cosa, uno que estaba en nombre de López Díaz de Rojas, de los Rojas de siempre, dueños y señores, que a la sazón lo eran también de Poza, y de Cavia. Pero acércate más, Lluvia, mira por este hueco de mis resoplidos, observa cómo, abajo, los escudos y pendones reales paran las flechas que llegan de las hendiduras, y las piedras que caen desde el almenar. Ah, con qué saña combatieron los reales a los insurrectos traidores, hasta yo temblaba al ver el encarnizamiento, antes de la noche. Lo recuerdo bien, señor de los vientos y señor de estar ruinas, desde una solitaria nube vi cómo, al poco, el citado Diago determinó rendirse al monarca a condición de que ni a él ni a los hombres que con él combatían se les hiciese daño. Aceptó el rey, los dos lo vimos, los dos fuimos testigos, ¿verdad, Lluvia?, pero al fin y a la postre, el rey es un hombre y su palabra vale lo mismo con corona que sin ella. La guarnición del castillo se entregó y fue prendida, tomó posesión el rey y los suyos, que al fin podrían pasar la noche bajo techo. ¡Ah!, pero cuando Pedro tuvo el dominio del bastión, cuando se vio fuerte con el poder de las alturas y al amparo de las murallas, renegó de su palabra y promesa. Preguntó, eso sí, a los hijosdalgo que le acompañaban si los rebeldes habían incurrido en traición, y como todos respondieron afirmativamente, ordenó que se les degollara. Bien que lo recuerdo, Aire, sueño todas las noches con  el brillo del hacha al amanecer, con el correr de la sangre de Diago Gil y de otras diecisiete cabezas cortadas, en el patio de armas. Sí, Lluvia, yo mismo todavía me estremezco al ver los cuerpos desmembrados arrojados a un barranquillo cerca del castillo de Rojas, en un día aciago de 1333. 

 De Ecos de la lluvia y el aire

domingo, 25 de noviembre de 2012

ARTE EN LOS POLÍGONOS INDUSTRIALES




FOTOGRAFÍAS: Polígono Industrial en Burgos (Tomadas el 22-11-12).

Echan humo y vapores los minaretes de las fábricas en los polígonos industriales. A veces, dédalos de tuberías forman acertijos de difícil comprensión y solución. Engulle nuestra vida la fábrica, en turnos de inspirar-espirar y sin solución de continuidad, o pasamos de largo ante ella, sin fijarnos en la belleza que encierran sus neuronas de metal y cemento, en sus intestinos abiertos. Ni siquiera los ingenieros creacionistas advierten en los kilómetros de conductos retorcidos que ellos mismos diseñaron un ápice artístico. Todo el esfuerzo es para  fabricar una punta, un tablero o una botella, y ya está, no buscamos más pies al gato que nos permite seguir jugando a vivir. Y sin embargo, cuando desde fuera contemplamos contraluces de humos en el laberinto venoso y fabril, todo se convierte en un poema para enmarcar.

PD: Perdón por la manipulación fotográfica.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

OTRAS VENTANAS EN EL RÍO DE LOS HIDALGOS

Casona de Tubilleja en 2007. 

Misma casona de Tubilleja en noviembre de 2012. 

En el costado norte hay una ventana del siglo XV.


Arco conopial en casona de Tubilleja.


Otra casona con escudo en Tubilleja.

Casona con escudo en Tudanca de Ebro.

FOTOGRAFÍAS: Ventana de Tudanca (Tomada el 13-10-2012) y Tubilleja (Tomadas en 9-5-2007 y 13-10-2012)

Siguiendo la estela de las ventanas con historia, de nuevo  os propongo navegar por el Ebro, por el río de los hidalgos. Hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, vengo con otras tres joyitas. Una la encontré en visita reciente a Tudanca, traspapelada de visitas anteriores, y las otras dos en la cercana Tubilleja. De las últimas, una de ellas se halla en una casona de bella fachada, con gran escudo, que ha sido recientemente restaurada, o al menos echada nueva cubierta, algo que es de agradecer, porque así tendremos edificio histórico para rato. Pegada a la carretera, ya no luce el balcón de madera que hasta hace poco lucía, habiéndose colocado en su lugar un simple armazón, seguramente para recordar lo que allí hubo. Pero íbamos de ventanas; en el costado norte y sombrío de esta casa puede verse un precioso ejemplar con arco conopial, elemento que le da cierto porte moro y que puede llevarnos al siglo XV, lo que no estaría nada mal.

En otro lugar de Tubilleja encontramos otra casona y en ella una nueva  ventana hidalga, cuyo interés radica en el escudo que luce sobre ella; el blasón está situado bajo una graciosa moldura con inscripción, de la que sólo he alcanzado a leer la fecha: 1666. Se trata, pues, de un ejemplar más de ventana con escudo, de los muchos que llevamos aquí registrados y guardados.  

Otro día traeremos una muestra del gran número de escudos vacíos que venimos encontrando en el Ebro y aledaños. Os pediré opinión sobre estas ¿obras inacabadas?, sobre las que todavía no he encontrado nada escrito.


viernes, 16 de noviembre de 2012

VENTANAS DEL EBRO, HUELLA DE HIDALGOS


FOTOGRAFÍA: Ventana en Cortiguera (Tomada el 13-11-2012).

He vuelto a Cortiguera, ayer, después de trece años transcurridos, y el silencio es el mismo en las sombras profundas de la tarde. Buscaba los colores del otoño y aparecieron fantasmas grises de hidalguías pasadas. He visto construcciones recientes junto a muros herrumbrosos que se resisten, todo no está perdido. Una hiedra trepa paciente y abraza con fuerza la ventana de una noble casona; le falta poco para apagar el apellido Moral, un hidalgo del Ebro en Cortiguera, un hijodalgo que proclamó su limpieza de sangre en el dintel, recostado en la loma sombría, junto al palacio de enfrente, su competidor más poderoso. Escudo perfecto, señas de identidad de una casta que se perdió, que proliferó en los meandros del río, escondida entre montañas de difícil llegar.  Tantas casonas, tantos hidalgos con memoria de piedra, con sus escudos, a orillas del Ebro...

martes, 13 de noviembre de 2012

IGLESIA DE ROZAS, UN LUGAR PARA LA LEYENDA



Torre de Cidad de Valdeporres. (1973).


Torre de la iglesia de Rozas. (2011).

FOTOGRAFÍAS: Torre de Cidad de Valdeporres (1973). Torre de la iglesia de Rozas (2011). Tras las ruinas y la yedra se esconde la leyenda. 

Don Miguel Espinosa, a quien agradezco el seguimiento que habitualmente hace de este blog, me envía un largo y bien documentado comentario referido a la entrada de 27 de febrero de 2011, titulada El barco de Rozas no corta el mar, sino vuela. Por su indudable interés y porque en la sección de comentarios no se admiten textos tan extensos, me permito registrarlo aquí como si fuera una entrada más, con su permiso, por supuesto. Y aquí va


Estimado Elías:

Estaba investigando sobre los Condes de la Revilla de la Casa de los Velasco, y he llegado a su su blog (que sigo habitualmente con mucho interÉs) y me han parecido interesantes sus apuntes de tradición oral sobre el "Señor de horca y cuchillo"
http://arqytrad.blogspot.com.es/2011/02/el-barco-de-rozas-no-corta-el-mar-sino.html
Al hilo de esa tradición oral, quiero compartir con usted por si no los conociera estos apuntes históricos sobre dicho Conde:

Episodios de trágicos sucesos llenos de amor y odio, de poder y venganza,
El II Conde de la Revilla D. Pedro Fernández de Velasco, hijo de D. Alonso y de Doña Casilda de Velasco, fue señor de Rozas, Porres y Balmaseda, casó en 1609 con Doña Ana María de Velasco muriendo, como diremos, en 1636, un siete de julio.

Muerto trágicamente, la leyenda arropa su figura como personaje novelesco, típico del futuro Romanticismo. Contemplando los escudos y sepulcros de la Iglesia de Rozas, que puede visitarse en su desconchado interior, un anciano lugareño refirió al autor la razón de su sangriento final y es que el tal Señor y Conde quedó prendado, en una de sus salidas de caza, de doña Inés de Cidad, cuya familia poseía la Torre próxima de su nombre.

Inés, que no conocía barón, era el orgullo de su padre, viudo hacia años, y de sus hermanos que la protegían de numerosos pretendientes que no satisfacían a la moza ni a sus allegados. Mas el Velasco, amo y Señor feudal, que frecuentemente utilizaba el Derecho de Pernada, y que tiránicamente dominaba el valle, rapta a Inés llevándola al castillo de Rozas, temido por su imagen y el visible cadalso (que hasta hace pocos años podía verse en el lugar) donde se ejercía tajante justicia bajo los mandatos del propietario del legendario edificio.

Heridos en su honor, padre y hermanos, junto con otros parientes de la pequeña Inés, acuden con su gente a la fortaleza del Conde quien, no esperando la rápida reacción de los ofendidos, cae indefenso en sus manos.

Presos de la ira, son ajusticiados en su propio cadalso el Conde y la desafortunada y mancillada Inés de Cidad, quién así lava con su sangre el blasón familiar.

Enterado presto el Condestable de Castilla, primo del noble ejecutado, presiona al Rey y a las Juntas para castigar a los culpables, como ejemplo y defensa de sus próximos, siendo aquellos detenidos y conducidos a Soncillo, en espera de proceso. Sin embargo, toda la comarca estalla en una reacción popular que hace temer a las propias Autoridades. Tal era el odio de la población por su decapitado Señor y la justeza de la venganza de los de Cidad.

Durante año y medio el asunto es paralizado en espera de la paz del olvido mas, aprovechando ésta el Condestable, ávido de satisfacción y sin aguardar juicio alguno, ahorca a los presos, de noche, en la Plaza Mayor de la localidad de su cautiverio.

Algunos brotes de indignación fueron duramente reprimidos por el Velasco quien, con mano firme, pone "las cosas en su sitio", según él deseaba.

A pesar de estos tristes y agitados sucesos, el linaje de los Condes de la Revilla continuó con su tercer titular, D.Alonso.

RODRIGUEZ, Ramón Hilario: Los Velasco, vida, obra y patrimonio de una dinastía, Asociación cultural "Fernández de Velasco", Villarcayo, 2002. pp.167-171.

¿Otra leyenda o tapadera?

"Fallecimiento del Conde de la Revilla, Pedro Fernández de Velasco y del Campo, corregidor de Madrid (1634-1636), ocurrido a causa de una insolación en una corrida de toros. A 17 de Julio murió el Conde de la Revilla, corregidor de Madrid, de cansancio y pesadumbre que le causó la fiesta de toros que hubo dos días antes en el Buen Retiro, habiendo andado mucho por el sol y enviándole á decir al señor Conde Duque algunas palabras pesadas con el alguacil Quiros; y de ahí á dos días fué proveido en su lugar Don Juan de Castilla, que lo exerce con retención de las demás plazas que tiene."

RODRIGUEZ VILLA, Antonio, Monarquía de España de los años 1636 y 1637, Luis Navarro, Madrid, 1886. p.21. 

Opinión: Siendo segura su estancia en Madrid de 1634 a 1636 veo más posible los últimos hechos. 

Un saludo

viernes, 9 de noviembre de 2012

ESCUADRA Y COMPÁS EN EL PÚLPITO DE SAN LESMES




FOTOGRAFÍAS: Púlpito de la Iglesia de San Lesmes, Burgos. (Tomada en octubre de 2012). 

Podría muy bien comentar aquí la belleza del medallón que contiene la escena materno-amorosa, detenerme en las suaves y dinámicas curvas que el escultor renacentista dejó impresas en el púlpito de la iglesia de San Lesmes, en Burgos. Podría hacerlo si fuera capaz de describir como se merece tanta belleza. Pero no, no me siento capaz, y en realidad, lo que más me ha llamado la atención del conjunto escultórico es el escudo que se encuentra bajo la elegante Madonna, con sorprendentes emblemas masones en los cuarteles inferiores, en uno la escuadra y en el otro el compás. El tema es interesante y daría mucho juego para un estudio en profundidad, cosa para la que tampoco me veo capacitado. Pero no hace falta ser un especialista para que, a la vista de semejante curiosidad, quepa preguntarse qué nos están diciendo estos símbolos, ¿acaso quien labró el púlpito pertenecía a una tradición de logia masónica medieval, y por tanto estaba dentro de lo que se ha dado en llamar masonería operativa, la relacionada con quienes trabajaban la piedra, o por el contrario, el escudo es la impronta de un mecenas que sufragó el púlpito, perteneciente ya a lo que se ha definido como masonería especulativa, que poco tiene que ver con los trabajos de la piedra y mucho con la filosofía y el pensamiento? La época en que se labró el púlpito apunta ya a una transición entre las dos formas de masonería, con lo cual parece lícito hacerse la pregunta.


jueves, 8 de noviembre de 2012

PANORAMA DESDE EL PUENTE




FOTOGRAFÍAS:  Río Arlanzón, desde el Puente Malatos ( 6 de noviembre de 2012). 

Solo un pequeño apunte, a modo de relajo. Este fin de semana será, probablemente, la última oportunidad de disfrutar en  plenitud con los colores del otoño en Burgos. La lluvia y el viento anunciados vendrán y las hojas multicolores de los árboles caerán. Se habrá ido así  uno de los espectáculos más bellos que contemplar se puede en nuestra ciudad. Os aconsejo, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, que os detengáis una vez más en los puentes y os asoméis al Arlanzón y su arboleda dorada, el panorama es de aplauso, un regalo que guardamos en la etiqueta arte en la naturaleza.  

Picad en cada fotografía.      

sábado, 3 de noviembre de 2012

TERCER AÑO DEL ÁRBOL DE LA PROVINCIA, LAS BELLOTAS DE TODOS




FOTOGRAFÍAS: Árbol de la Provincia, Jaramillo de la Fuente. (Tomadas el 30-10-2012).

Han pasado tres años desde la plantación (en marzo fue su cumpleaños) y el Árbol de la Provincia sigue creciendo bajo los ritmos serranos de Jaramillo de la Fuente. Su tercera producción de bellotas viene abundante y con fuerza este año, cada fruto debe llevar ya una parte sabia de cada pueblo burgalés y eso se nota, pues no debe ser lo mismo crecer con la sangre de una tierra que con la de un millar de tierras. Alguien dijo que tanta tierra diferente podría originar una locura de difícil control en el árbol, se equivocó. Alguien dijo que no era tierra de encinas, y que por ello no arraigaría, se equivocó también. Hubo incluso quien predijo: el árbol es viejo, pronto morirá. Nada de eso ha sucedido, afortunadamente, días pasado le vi lleno de vitalidad y de lozanos frutos. Pero, y aunque llegara a caer, cosa que no permitirán los buenos vecinos de Jaramillo, que tanto le miman al pie de su maravillosa iglesia románica, quedan ya hijos para continuar la saga. Pasarán siglos y estará entre nosotros, el Árbol de la Provincia, que es el de todos con la tierra de todos.


miércoles, 24 de octubre de 2012

ALTORELIEVE EN LA ESPUMA

FOTOGRAFÍA: En un pueblo de La Bureba (Tomada el 6 de agosto de 2011). 

Derribaron una casa en un pueblo de La Bureba. En su lugar surgió un solar y una mediana. La mediana fue recubierta con una capa aislante, creo que de espuma proyectada. Alguien no advirtió su presencia, y ahora, sepultado por dicha capa, ofrece una insólita imagen. Podría llamarse El Cristo de la Espuma. 


sábado, 20 de octubre de 2012

BRIZUELA, LA VENTANA INDISCRETA


Ventana mutilada.

FOTOGRAFÍAS: Ventanas de la Casa Blanca, Brizuela. (Tomadas el 4 de octubre de 2012).  

Un día reciente, abandoné los campos queridos y heridos de Castilla, con sus rastrojos y lomas de campanario, allá por aldeas y pueblos de Castrogeriz y Villadiego, y tomé las del norte. Hacía tiempo que no me acercaba al norte, tan dentro de mí. Me acompañaba mi compañera y consejera, siempre atenta al detalle que se escapa. Comimos en la ermita de La Paz, atalaya increíblemente desconocida y desde la cual el mundo parece estar a tus pies, allá por los riscos de Nela, encima de Sobrepeña, con los canales de Dulla de frente, con los montes pasiegos perdidos en el horizonte. Imposible pedir más. Íbamos camino de Brizuela y Puentedey, pero con escala en Nela, tanto tiempo en el olvido. Buscábamos palacios y nos salió una ermita. ¡”Ermita de la Paz”! ¿Qué paz, la de los desiertos, la de los muertos? ¿Hubo alguna guerra que desconocemos en este recóndito y pacífico territorio? En la paz se  hacen las guerras. Pero dejemos este juego y vayamos al grano.  En realidad, lo que yo quería hoy era hablaros, otra vez, de ventanas. Y es lo que tiene salir al norte, que siempre vuelves con la mochila llena. Primero hicimos escala en Brizuela, sí, allí donde hace ya muchos años encontré a Jesús, el cantero casi centenario que sabía demasiado, todo sobre la piedra,  aquel que me enseñó la jerga hablada de los de su profesión, una reliquia única. De entonces guardaba recuerdo de un palacio en la plaza, ahora sé que es conocido como la Casa Blanca. No es casa de película ni de presidencia, pero tiene su nobleza, y tiene, sobre todo, unas ventanas que para sí las quisiera la White House. La de la fachada principal es soberbia, con sus escudos y su porte clásico parece llevarnos hacia el S. XVII. La del costado sur era bellísima también, pero alguien tuvo la infortunada idea de mutilarla abriendo vano sobre vano, sellando el noble, abriendo otro de... (me reservo la calificación).   

Ventana en Casa Blanca. 

La Casa Blanca.


Desde la Ermita de La Paz. 

viernes, 19 de octubre de 2012

PADILLA DE ABAJO, LA VENTANA QUE ALUMBRA Y DESLUMBRA

Ventana en la iglesia de Padilla de Abajo.
Se  hizo en 1573.

FOTOGRAFÍAS: Iglesia de Padilla de Abajo. (Tomadas el 2 de octubre de 2012).. 

        Ahí están, San Juan Verde y San Juan Seco, el engordador de la espiga y el degollado al final de la cosecha, entronados como una pareja de hecho y de derecho, como reales guardas de piedra que guiaron los siglos y los tiempos agrícolas y festivos de los habitantes de Padilla de Abajo. La bellísima portada que da lustre a este cajón de sastre, homenajea a quienes durante cuatro siglos fueron patrones de un lugar que un día estuvo pleno de vida, de un pueblo que hoy se resiste al mal de la despoblación. ¿Y para qué tanto arte, si al final...?  De la maravillosa ventana que acompaña a los santos, ¿qué decir?, ¿acaso su deslumbrante Renacimiento no ilumina más el exterior que el interior? La traigo aquí, queridos amigos, para enriquecer el elenco de ventanas con historia que en este Cajón de Sastre seguimos y guardamos con cerrojo de tres llaves. Os la recomiendo vivamente. 

San Juan Verde y San Juan Seco en la iglesia
de Padilla de Abajo. 


domingo, 7 de octubre de 2012

EL TÍMPANO DE PUENTEDEY Y LA CULEBRA HIPNOTIZADORA


FOTOGRAFÍA: Tímpano de Puentedey (Tomada el 4 de octubre de 2012). 

Puede que no se aprecie en la fotografía, pero si en el pórtico de la iglesia de Puentedey nos acercamos lo suficiente a la escultura de su curioso tímpano, veremos que los ojos del caballero románico con espada, enfrentado a una robusta sierpe, no  miran de frente al animal, sino que nos miran a nosotros. Sin duda, le costará más acertar con sus mandobles, pero, evitando su mirada, no caerá en las redes paralizantes del animal. La cualidad hipnotizadora de las culebras está bien asentada en el imaginario popular. Sería prolijo traer aquí las muchas descripciones que sobre este tema tenemos recogidas en los pueblos de Burgos. Como muestra, valgan estos dos ejemplos de Adrada de Haza y La Aldea.


  “Que si miras fijo a una culebra, que te hipnotizaba. Y aunque quisieras marchar, no podías. Y tú hablabas, o pedías auxilio, pero no podías marcharte”.

La Aldea, 15-6-97

“Las culebras te hipnotizan. A mí, de pequeña, iba al majuelo, como llamábamos, y había muchas acequias alrededor, y como pasaría una culebra, me quedaba plantada, plantada, plantada, y ya no podía dar un paso. Te saca la tijera así de larga”.

Adrada de Haza,  9-9-2005

miércoles, 3 de octubre de 2012

"TORRE CAÍDA" Y LAS ESPIGAS. LOS ARTISTAS DEL PUEBLO

Sobre la nave desaparecida, la niña de hierro salta a la comba.

Torre Caída. 

Ruinas de Santa María. La iglesia caída. Las esculturas.  

La colina del arte. 

La columna blanca.

Ventana y relieves. 

FOTOGRAFÍAS: Torre Caída, en Padilla de Arriba. (Tomadas el 2 de octubre de 2012). 

 Pasado  este tórrido verano, que parecía no tener fin, he vuelto  a mis pueblos,  a mis carreteras solitarias de los páramos resecos. He vuelto al partido de Villadiego, por donde disfruto perdiéndome. Como casi siempre, voy sin brújula y sin rumbo, y allá donde se distingue un campanario, allá que me voy pues debe haber un pueblo. No llevo noticias de nada, quiero explorar y sentir, sin influencias externas. Y así, llegué ayer a los Padilla, al de arriba y al de bajo. Y en verdad que la visita fue de los más enriquecedora. Dejaré para otra ocasión Padilla de Abajo, donde solo encontré en movimiento la camioneta del carnicero ambulante, que hacía sonar su bocina para despertar los letargos de una mañana calmada por el sol de otoño. Asomados en su hornacina, San Juan Verde y San Juan Seco atisban el invierno que está próximo y sienten la tristeza de lo cerrado y de lo que se cerrará.  Conocía desde hace muchos años este pueblo, pero no su vecino de arriba. Y aquí, queridos amigos de este ya repleto baúl, saltó la sorpresa: en el barrio de abajo, siguiendo la calle El Claustro, hallé las ruinas románicas de una iglesia para mí totalmente desconocida. (Siempre la provincia, su tierra, su paisaje y sus pueblos guardan algo por descubrir). ¿Era un desastre del  patrimonio más, de los muchos que llevamos vistos? Quizás. Pero en su descargo he de decir que el monumento dio en ruina en una época en la que las sensibilidades y los guardianes del patrimonio estaban bajo mínimos. Corría 1921 cuando se vino abajo definitivamente. Después fue la parábola del árbol caído y las astillas. Hoy se llama a estas ruinas Torre Caída, como si en lugar de una iglesia hubiera sido un castillo; ayer, se llamaba Santa María. Pudo ser un monasterio, pudo ser simplemente una iglesia o una ermita, documentos tiene que haber que descubran su partida de nacimiento. No queda mucho en pie, parte del campanario y parte de la cabecea, y algún resto claramente románico, como la ventana del oriente, a cuyo lado se ve una hilada de sillares labrados que, aunque bellísimos, son de dudosa filiación, ¿prerrománicos?


La segadora y la espiga.  

El gallo de hierro anuncia la primera luz.  

Los viejos de roca y las espigas. 

Niña saltando a la comba en el vacío. 


OBSESIÓN POR LA ESPIGA   

Sería prolijo, queridos amigos, hacer aquí relación de los artistas que,  con el paso de los años, he ido encontrando a lo largo y ancho de la provincia. Podría hablaros, una vez más, de mi amiga Pilar, de Lorilla, que hizo la maqueta de su pueblo muerto y esculpió románico con tanto arte como los grandes maestros de Silos; o de las casas pintadas de Quintana y Rezmondo; o del constructor en miniatura de cosechadoras y toda suerte de aperos en Mambrillas de Lara; o de todos aquellos que levantaron castillos en el siglo XX; o de Casilda, de Brazacorta, que construye belenes con piedras parameras figuradamente animadas. Podría hablaros de otras personas que sintieron la llamada del arte de los sueños, de aquellas que sin pasar por academias sacaron arte de lo más profundo de sus raíces, gente del pueblo y de pueblo, a mucha honra. Y así, hoy quiero traeros la obra de un escultor, Emilio Torres, cuyas obsesiones tienen forma de espiga. Ya a la entrada de Padilla de Arriba, se puede ver una gran espiga de hierro sujetada por las manos de alguien enterrado que ve crecer el pan, homenaje a lo que dio sentido a los pueblos. Después, el mismo artista ha sembrado de esculturas el entorno de Torre Caída. Allí, crecen y envejecen esculturas de metal y piedra con las espigas como protagonistas (me quedo con la muchacha espigadora); crecen y envejecen más dos abuelos de roca sentados, recuerdan cuando Santa María estaba en pie. Canta un gallo de hierro el amanecer, canta la luz del oriente que ha de entrar por el ventanuco del ábside románico; y al mismo tiempo, una niña de metal salta a la comba en el vacío de la nave caída. Ya digo, obsesiones y pasiones de un artista del pueblo y para el pueblo.

Habrá quien pueda opinar que este pequeño parque escultórico resulta anacrónico junto a las ruinas románicas. Pero, bien mirado, quizá sea una manera de dar vida a lo que nos dejamos morir. Al fin y al cabo, las representaciones alusivas al campo y a los pueblos no están reñidas con el arte ni con las iglesias o monasterios. Quizá sea un exceso, eso sí, la gran columna blanca que soporta a la Virgen, quizá. De todos modos, todo luciría más si se ajardinara y adecentara la loma donde se levantan las ruinas.


Juntos siempre, hasta hacerse de roca.