Intrusiones en el callejón. |
Palacio de los Velasco. |
Adaptación, carnicería y pescadería en el palacio. |
Sorpresa modernista en soportales blasonados. |
Detalle modernista. ¿Anagrama? Debe tener su explicación. |
Anilla para caballería en la Plaza mayor, lírica de aparcamiento. |
FOTOGRAFÍAS: Villadiego (Tomadas en abril de 2012).
Creo haber
dicho ya, en este mismo Cajón de Sastre, que Villadiego tiene una magia muy,
pero que muy especial. Sin embargo, no sé por qué, tengo la sensación de que
esta villa es la gran desconocida de Burgos. Sus rincones de otro tiempo, sus
numerosos elementos histórico-artísticos, su arquitectura vernácula de la Castilla profunda, su ritmo y cadencia de vida, lánguida y con raíces
milenarias asentadas, hacen de ella un lugar para el descubrimiento y el des-estrés. Uno llega a Villadiego hacia la
mitad de una tarde de domingo invernal, y al callejear se encontrará con esa
magia, con detalles que hay y con otros que se adivinan, pero sobre todo con
ese relax total que parecía imposible encontrar. Qué queréis que os diga,
queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, uno tiene sus
debilidades.
Tomar un café
en una taberna bajo los soportales, cuando los coches no se mueven y el sopor
de la sobremesa tiene recogido todavía en sus casas al vecindario. Luego,
caminar con sosiego, observar y sentir. Es entonces cuando nos podremos
encontrar con las sorpresas, con lo que da carácter a Villadiego. Aquí veremos
un palacio de los Velasco, de piedra, magnífico, con carnicería en un extremo y
pescadería en el otro, desconcertante, aunque práctica adaptación. Allí, una
calleja de piedra, paseo-atajo hacia la calle mayor con su gran
arco-cárcel-museo, solitaria y con duende, entre el palacio y el convento de
las agustinas. Y a la entrada del pasaje, una casa esquinera, noble y
blasonada, de piedra y ladrillo pero con incrustaciones fuera de lugar
(corríjanse). Al otro lado, en una
amplia plaza, un paquete-regalo de casas colgadas sobre sombrío
soportal, con escudos desapercibidos de pasadas centurias, y sobre una de ellas un
anagrama en la fachada, una sorpresa modernista fuera de contexto. En lugar no
lejano, en la porticada Plaza Mayor, asombra en una columna una cartela lírica
que nos advierte y lleva a tiempos de tiro animal. He aquí el mensaje:
“MEDITA CON HUMILDAD,
CUANDO AQUÍ APARQUES EL COCHE:
SI EN DESTREZA HACES DERROCHE,
Y ALARDE EN VELOCIDAD,
MODERA TU VANIDAD,
Y SÍRVATE DE CONSUELO,
CUANDO LLEGABA A ESTA VILLA,
CON EL CORDEL A ESA ANILLA
ATABA EL BURRO TU ABUELO”
Y seguiremos
otro día sorprendiéndonos con Villadiego, seguro, pues todavía queda mucho de
qué hablar.
NOTA: La vieja
ferretería de la que os hablé en otra entrada, ha cerrado para siempre.
Descanse en paz, tras sus setenta años de clavos y cacharros.
Buenos días, Elías Rubio Marcos:
ResponderEliminarNunca estuve en Villadiego, pero casi he caminado por sus calles con esta entrada tuya, y con la anterior.
¿Sabes? Mi abuela materna era de Villadiego.
Quizás, alguna vez también mi abuelo, cuando quería ir a verla, ató el burro a esa anilla, como nos dice en la columna de la Plaza Mayor.
Saludos.
Naci, creci, vivi , no se donde moriré pero quiero que mis cenizas sean aventadas desde el alto del Calvario y que rieguen todo Villadiego, mi amada villa. Eliseo
ResponderEliminarEspero que eso que deseas sea lo más tarde posible.
ResponderEliminarUn saludo