Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

martes, 4 de febrero de 2025

PERFORMANCE EN VILLAVETA (BODEGAS XI)

                

Parcial de foto general. Mujeres y hombres, pañolones y sombreros,
coloños y cestos para cargar uva, perros, y hasta un burro.
Todo sirvió para dar verismo a la escena.  


FOTOGRAFÍA: Performance en las bodegas de Villaveta,  de la convocatoria "Mi Pueblo es el Mejor". (fotógrafo desconocido pero que nos gustaría conocer).

Ayer volví a Villaveta, a ese pequeño lugar en el que, el 3 de septiembre pasado, refugiado en el coche con parte de mi familia, temí ser abducido y lanzado a la estratosfera como consecuencia de una descomunal tormenta, de vientos huracanados y torrencial lluvia, como jamás se había visto en el pueblo ni en su contorno. Seguro que lo recordáis, queridos amigos, pues os lo conté en este Cajón de Sastre al día siguiente, cuando la tormenta ya era solo un mal recuerdo. Quizá recordéis también que os hablé de las bóvedas de la iglesia del pueblo, que tanto nos maravillaron cuando se hizo la calma, obras dignas de una catedral y que parece increíble que se encuentren en un pueblecito tan humilde. Pero no es de esto ni de aquello de lo que hoy quería hablaros. He vuelto, digo, con mi compañera, a Villaveta, pues quería ver el rincón donde aparcamos el coche en aquella ocasión creyendo que en él íbamos a estar protegidos del ciclón. No fue así, no fue un buen refugio, ningún lugar en el exterior lo hubiera sido, tal fue la fuerza de la tempestad. En fin, todo aquello son truenos y agua pasada, y en esta nueva visita, al contrario que en la descrita, el sol fue generoso para con el pueblo, paseándose y sembrando de luz plazuelas, callejuelas y el imponente campanario palomar. Ello nos animó a pasear a nosotros también y a buscar el barrio de las bodegas (que no hay pueblo en los partidos de Villadiego y Castrojeriz que no tenga su propio barrio de bodegas, uno o incluso más). No hizo falta ir muy lejos, pronto, a las afueras, por el norte, muñones descarnados de adobe sobre un terreno alzado nos anunciaron que allí debía encontrarse dicho barrio. Como así fue. Aquellos muñones rojos parecían, en efecto, restos de bodegas derrumbadas, o por mejor decir,  de los merenderos que hubo sobre ellas, aquellos donde un día se elevaron porrones y comieron arenques. Pero no todas las bodegas están hoy hundidas y enterradas, algunas hay, mochas y sin merendero, que mantienen sus puertas, lo que permite adivinar que su interior guarda la misma oscuridad y el mismo frío de los siglos pasados, además de vino churrillo haciendo edad. Otras pueden verse, muy pocas, sobre las que se han construido merenderos modernos de caprichosa arquitectura. Dar pasos sobre este campito, donde uno puede tropezar con las bóvedas camufladas por la hierba, es un riesgo hoy, pues los derrumbes están al acecho y puedes ser tragado al menor descuido y en cualquier momento.

Bueno, y todo lo anterior, ¿para qué? ¿Cuál es el motivo de este introito y de esta entrada? Todo tiene su razón de ser, amigos, os cuento. Tras nuestra visita a las bodegas, nos acercamos a la plaza del pueblo, donde nos alegramos de que la cantina estuviera abierta. Entramos, era buena hora para un café. Y allí fue donde saltó la sorpresa de la mañana. En una de sus paredes vimos una fotografía enmarcada que tenía su miga. Cuál no sería nuestra sorpresa al ver en ella a todo un pueblo reunido delante de las bodegas que acabábamos de abandonar. La foto parecía corresponder a una de las convocatorias anuales que en Diario de Burgos se hace cada verano con el título de “Mi Pueblo es el Mejor”. En cada una de ellas los pueblos participantes hacen lo que buenamente pueden para tratar de ser los “mejores”, creando performances de todo tipo, a veces ciertamente interesantes. Este puede ser el caso de Villaveta, que encontró la manera de recordar vendimias pasadas (aunque no olvidadas), recuperar el valor de las bodegas y el costumbrismo ya perdido en torno a ellas. Y así, ataviados con sombreros de paja y ropas de antaño, durmientes en los desvanes, y mostrando cestos y útiles de todo tipo necesarios para la vendimia y transporte de la uva, los vecinos de la foto recrean un ambiente pasado que conmueve. Llama la atención el hecho de que en la imagen solo aparezcan tres niños, el resto parece gente de cierta edad, sin duda personas que debieron conocer bien aquella vida de uvas no tan lejana.

Ahora ya solo resta que los vecinos, hecho su cuidado performance, valoren y consoliden los testimonios bodegueros que aún quedan en pie para que su pueblo pueda seguir presumiendo de su pasado vitivinícola.


Testigos añorantes de una actividad vitivinícola que hace tiempo se perdió. 



lunes, 27 de enero de 2025

UNA BODEGA MULTIUSOS (BODEGAS X)


Sobre una de las dos bodegas se construyó un merendero y un palomar

FOTOGRAFÍAS: Bodega-merendero-palomar en Villangómez (Tomada en julio de 2024)  

                           

 Feliz año, amigos, y perdón por el abandono al que os he sometido. A ver si puedo abrir el Cajón, que seguro que habrá creado óxido por falta de uso. Uf, suenan los goznes, como en una película de terror, pero parece que va a haber suerte. ¡Ya está, el cajón, por fin, se ha abierto! A simple vista todo lo veo tal cuál lo dejé antes de las fiestas navideñas, o sea, como un totum revolutum de cientos de historias menores, muchas de las cuales ya tengo olvidadas. Heme aquí, pues, dispuesto a sumar contenido en este Cajón, mi particular archivo, que bien sabéis que es también el vuestro. Para ir aclimatándome, regreso a las bodegas para dar cuenta de un asuntillo relacionado que en su día me llamó la atención por su indudable valor etnográfico. Me refiero a una bodega antigua en Villangómez que, con el paso del tiempo, fue transformándose hasta convertirse en un edificio de usos múltiples. Primero (de eso hará una eternidad), fue un subterráneo del vino con todos sus pertrechos, una bodega con toda ley; después, el edificio se recreció para dar lugar a un merendero, y más tarde, un poco más para alumbrar un palomar. De esta manera, lo que hoy vemos ha de llamarnos la atención, pues nos habla de cómo, a veces, las necesidades agudizan el ingenio. Por lo que me fue contado, la bodega, con su eclecticismo popular, sufrió dichas transformaciones hacia la mitad del siglo pasado.

 

sábado, 4 de enero de 2025

FELIZ 2025


deseo  a todos los amigos de este Cajón de Sastre, y a los que no lo son, también. Ojalá esta cerradura y esta llave que veis sirvieran para abrirnos a un mundo mejor, libre de odios que solo conducen a la frustración y a la infelicidad.