FOTOGRAFÍAS: Peluquería Bureba (Villarcayo). La Unión Montijana (Villasante de Montija). Torre-palacio de Villalázara (Tomadas en abril de 2016).
Mis
recientes días en Bruselas no me han hecho olvidar la excursión que con mi
paciente compañera y madre de mis hijas llevé a cabo por el norte de Burgos, también en el mes pasado. Fueron dos días luminosos como pocos en el lluvioso
abril. A ella se le había antojado dormir en una posada singular, de esas que
ahora tanto proliferan y que hacen que por unas horas uno pueda sentirse conde-duque o marquesa. Y puesto que a ella lo mismo le daba, yo le ofrecí la
espléndida torre de El Ribero, un palacio fortificado del XVI, habilitado como
posada, que estaba seguro había de colmar sus expectativas. Aceptó de buen
grado (bien es verdad que no esperaba menos), lo cual me permitió hacer de
trotapueblos, una vez más, por las tierras del norte, por zonas que sabía que un
día u otro tendría que volver por considerar que eran sospechosas de contener una y mil sorpresas. Bueno, bueno, la
excursión fue de lo más gratificante y provechosa. Ahora, recién llegado de
Bruselas, cambiado el chip geográfico, recapitulo y trato de hacer memoria de
todas las cosas que vimos y que llamaron nuestra atención, cosa harto difícil
pues fueron muchas. Vamos a ello.
PRIMER DÍA, PRIMERA PARADA
(Villarcayo, la vieja Peluquería
Bureba echará el cierre este verano)
Para abrir
boca, como siempre que viajamos al norte por la 629, paramos en Villarcayo, para el café mañanero (una lástima que ya no esté el Café Toledo). Sucedió que nada más
aparcar el coche, al transitar por una acera de la calle mayor, nos sorprendió
el escaparate de una barbería que parecía antigua. Digo antigua porque,
arrimando la nariz a la cristalera, pude ver en una repisa diversos objetos
barberos, como viejas maquinillas cortapelos, navajas o afiladoras de navajas y otros utensilios del oficio,
y en el interior, una estampa barbera de las que yo tenía recuerdo
pero que creí que ya no volvería a ver. Aquello me resultaba ciertamente tentador. Dudé en un
primer instante en entrar a aquel vetusto establecimiento, pero pudo más mi
curiosidad y decidí que no me quedaría con las ganas. Que fue así como de
pronto me encontré dentro de un obrador de pelo y barba que parecía sumergido en la
noche de los tiempos. Ya solo por ver los dos tradicionales sillones peluqueros de
sube y baja, modelo película Gran Dictador, el juegos de frascos rociadores y
atomizadores de noble vidrio azul, y el precioso perchero modernista que
colgaba sobre una pared (“Fue adquirido en una peluquería que hubo en la calle
Almirante Bonifaz, de Burgos”), mereció la pena la osadía. Y más que mereció cuando conocimos al último de los barberos-peluqueros clásicos de
Villarcayo, a Pedro García García, conocido en toda la
Merindad de Castilla la Vieja con el apodo de “Bureba”, seguramente debido a
que su padre, de quien heredó la barbería, era briviescano.
Es una pena
que, según nos contó el mismo "Bureba", esta barbería, abierta en
1939 y que llegó a tener hasta cuatro
sillones, la única con vida hoy de las cuatro clásicas que funcionaron en Villarcayo,
echará el cierre este verano y para siempre. Será el adiós en el oficio de un profesional que bien ganada tendrá su jubilación tras una friolera de 56 años de actividad.
"Bureba", un peluquero de los de antes, un esforzado profesional que compaginó su actividad peluquera con la de camarero. "Llegaba a trabajar hasta 17 horas al día" |
Sillón de peluquero que a partir del verano dejará de moverse |
Atomizadores y rociadores de bello cristal decimonónico |
Precioso perchero modernista. Llegó a Villarcayo procedente de una peluquería de la calle Almirante Bonifaz, de Burgos. |
Edificio de 1920 en cuyos bajos se encuentra la Peluquería Bureba, que cerrará este verano |
PRIMER DÍA, SEGUNDA PARADA
(Villasante de Montija, liquidación de la “La Unión
Montijana”)
Nuestra
visita a Villasante se debía a un compromiso con un amigo de allende los mares,
un leal seguidor de este Cajón de Sastre que habiéndose enterado de la
liquidación de “La Unión Montijana. Seguros Mutuos Contra Incendios a Prima
Variable”, con 136 años de antigüedad, quería que yo investigara o escribiera
algo sobre ella. Mi amigo es una persona sensible por los temas históricos de
los pueblos, de los pueblos muertos y de los que se están muriendo, en realidad
le pasa lo que a mí, que una simple chapa de aseguradora en la casa de un
pueblo arruinado llega a conmoverle. Pero temo que voy a defraudarle, pues poco
pude sacar en mi visita. Las oficinas de la mutua aseguradora, al parecer la
única que funcionaba en España a prima variable, en el precioso edificio de
Villasante, estaban cerradas y un aviso en la puerta comunicaba la disolución y
liquidación. La Montijana ya nunca más, creo, asegurará a los pueblos por
incendios, tan frecuentes en otro tiempos, y sus placas oxidadas, tantas como
he tenido ocasión de ver, poco apoco irán desapareciendo entre escombros.
Bueno, alguna quedará, alguna aún queda, como la que aquí dejo de una casa del
mismo Villasante que luce el bonito año de 1900.
Precioso edificio de La Unión Montijana en Villasante de Montija |
Placa de La Unión Montijana en una casa de Villasante |
PRIMER DÍA, TERCERA PARADA
(Villalázara, ventanas en “El
Palacio”)
Mi afán por
coleccionar ventanas notables, ya bien conocido por vosotros, queridos amigos,
nos llevó a la cercana Villalázara y a su torre-palacio de los Bustamante y
otros, que ahora luce esplendorosa después de un ejemplar remozado y la desaparición del revoque que
tanto la afeaba. Es difícil que una torre no tenga ventanas singulares, aunque
nada más sea que para lucir las armas de quienes fueron sus dueños, y en el
caso de la de Villalázara no es para sentirse defraudados, pues en el lienzo
del oriente vemos un dignísimo ejemplar con escudo y tejadillo protector, que
mucho se parece a tantos que llevamos guardados, bien de palacios o de casonas
de hidalgos. Por su parte, el lienzo del sur cuenta también con otro ejemplar,
ciertamente elegante, pero sin el privilegio de las armas familiares. Parece claro que el primer propietarior
de la torre quiso que la ventana más trabajada, para el lucimiento del
escudo, estuviera en el flanco que
mejor pudiera verse por todo aquel que llegaba a la población. Es natural.
Conjunto palaciego con torre, una ejemplar restauración |
Ventana blasonada en la torre-palacio de Villalázara |
Aparte de la
torre y sus ventanas, el paseo detenido por el pueblo nos llevó a descubrir un
dintel que bien podría calificarse de original. La casa donde se encuentra no
tiene nada de especial, pues se trata de una muestra más (al menos exteriormente)
de la sencilla arquitectura tradicional de la zona, pero llama la atención una
inscripción en el dintel de su principal ventana, donde puede leerse:
REINANDO
D.
FERNANDO VII
AÑO 1825
A falta de
más información, no parece normal que una simple casa, sin otros merecimientos,
que sepamos, haga mención real en el momento de su construcción, pero, quién
sabe, quizá detrás de la inscripción se esconda alguna historia llena de interés.
Casa en Villalázar con patio para distintos servicios |
Inscripción de 1825 en dintel de ventana |
Muy interesantes esos testimonios,Elias. El norte de Burgos, nunca te defrauda.
ResponderEliminarEn cada rincón , en cada alto en la carretera hay algún mensaje para descifrarlo Esta en nosotros descubrirlo. Un abrazo desde Ultramar.
Gracias, Juan Carlos. Tienes razón en lo que dices, el norte nunca defrauda. Me alegra mucho saber que estás ahí, en tu Buenos Aires, siguiendo mis correrías por tierras que tan bien conoces.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Elías