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Honorio Melgosa cumplió su sueño |
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Elementos de indiscutible apariencia románica |
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Un conjunto armonioso |
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Una espectacular visión |
FOTOGRAFÍAS: "La Casa de Honorio", en Montorio. (Tomadas en julio de 2018).
Hay quien nace artista y no lo
sabe. El burgalés de Montorio, Honorio Melgosa, lo es, pero no presume de ello.
Por el contrario, habiendo construido una casa de ensueño, digna de un cuento
fantástico, apenas lo pregona. Honorio quiso hacer una casa para vivir y por
poco no le salió una iglesia. Sin ser un profesional de la arquitectura, ni
tampoco de la cantería, diseñó una idea arquitectónica hecha piedra que hoy es
motivo de gran asombro y admiración para quien la contempla. Honorio asegura
que no pretendió hacer con su obra algo parecido a un templo románico, y sin
embargo, es indiscutible que respira arte románico por cada uno de sus poros.
No es la obra de un heterodoxo, de
alguien que practica el Art Brut, desde luego que no, la Casa de Honorio
(porque así habría que llamarla siempre), nacida en una era de trillar fuera de uso, es algo más serio y
donde un eclecticismo lleno de lirismo domina los ambientes. Su afición por el
románico, quizá devenido por sus estudios de Historia del Arte, que le llevó a
visitar iglesias y ermitas románicas por toda la provincia de Burgos, e incluso
fuera de ella, debió ser el origen de su sueño.
Hace veinticinco años, cuando aún
trabajaba en Madrid, como empleado de Telefónica, decidió comenzar su obra
empleando vacaciones y fines de semana. Primero de todo fue encontrar la piedra, y por eso recorrió lugares sin cuento hasta dar con la que creyó más
conveniente, la Burgalesa de Quintanaloma y Loma, donde compró algunos
edificios en ruinas, y la segoviana de Sepúlveda, dos tonalidades diferentes y queridas para el embellecimiento y el contraste. Después fue crear la
estructura de hormigón donde depositar el sueño que vivía en él, sobre planos aprobados por el arquitecto de turno. A continuación llegó la parte decorativa,
y ahí es donde Honorio dio rienda suelta a su imaginación y creatividad artística,
tallando con maestría y paciencia elementos tan característicos del arte románico como
arcos de medio punto con sus arquivoltas, canecillos, capiteles, ajedrezados,
dientes de sierra..., todo un mundo de piedra esculpida al estilo medieval para
cubrir paramentos y cornisas. Y entre todo, destaca la cúpula circular y
calada, que sin haber sido la intención del montoriano, ha de recordarnos a los
cimborrios o cúpulas-linterna de las grandes monumentos románicos o
cistercienses.
Estamos, pues, ante un sueño hecho realidad de un hombre tenaz que se
planteó un reto y que lo ha cumplido con creces, un sueño en el que, desde hace ya diez años, todos podemos integrarnos. Habrá puristas que no lleguen a comprender la casa que parece jugar al “engaño”, como yo tampoco comprendo que sea una gran desconocida, pero
si me lo permitís, queridos amigos de este Cajón de Sastre, por mi parte le doy
una alta calificación, como se la di a otras obras de neorrománicos burgaleses que han ido
apareciendo en este blog. Que la disfrutéis.
Un sueño hecho realidad.
ResponderEliminarYo diría algo así como un pequeño Gaudí. Felicidades Honorio
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEs una joya. FELICIDADES!!!
ResponderEliminarEnhorabuena compañero, sabía que lo conseguirias. Me acuerdo mucho de vosotros, de Vicenton, Martinito, Diez y de ti, pero perdí el contacto y hoy te encontré a tí...un abrazo.
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