Despoblado de Ochate, en el Condado de Treviño |
FOTOGRAFÍA: Lugar de Ochate (Tomada en 1997)
En
estos días que vivimos, atribulados por los estragos que está causando en el
mundo un malhadado virus coronado, temerosos por la posibilidad de que nos
lleve por delante, me viene a la memoria un relato de ficción que yo mismo
escribí en 2005 sobre las causas que motivaron la despoblación del lugar de
Ochate, del Condado de Treviño. No trato de hacer hoy publicidad del libro,
pues apenas si quedan ejemplares, sino recordar que estas epidemias las hemos
vivido antes en la España no vaciada. “El año de la gripe”, lo titulé, haciendo
un paralelismo con la Gripe Española. Uno se imagina a los pueblos chiquitos de
Burgos, prácticamente indefensos y entonces repletos de gente, tratando de superar aquella epidemia al
tanto que cada día enterraban a uno o más de sus vecinos, y siente escalofríos,
los mismos escalofríos que nos produce este virus aún no domesticado que hoy nos
asola y que amenaza con arruinar nuestras vidas. Nada cambia, ni siquiera nuestra inseguridad
y nuestros miedos.
Algún día escribirás "El año del coronavirus" porque todo habrá pasado y podremos extraer lecciones de inmunidad al virus. Los ejemplos de solidaridad son los más eficaces. Mientras tanto no te dejes influir por el desánimo, ya se sabe que si las defensas emocionales bajan, todo puede atacarnos.
ResponderEliminarLeí tu libro, maravilloso, ahora toca releerlo de nuevo.Buen día.
Las defensas emocionales me parece a mí que van a bajar a muchos. Seguramente habrá que contratar a legiones de psicólogos para tratar los estragos de este maldito virus que nos ha encarcelado. Aunque, como dicen por mi tierra, siempre que ha llovido ha escampado. Ya verás, querida amiga, cómo sin darnos cuenta todo habrá vuelto a la normalidad y habrá quedado solo en un mal sueño. Volverán las chimeneas de las fábricas a echar humo, los cielos se llenarán de aviones, las carreteras de coches atascados, las playas se convertirán en hormigueros humanos, y todos volveremos a ser felices. No hay mal que cien años dure, suele decirse, o “El que ha hecho el mundo que lo arregle”, como lapidariamente me dijo una vez un buen amigo.
EliminarSaludos solidarios