Ermita grabada en tronco de chopo, con campanario resquebrajado y a punto de derrumbarse. |
FOTOGRAFÍAS: Un chopo de las Merindades (Tomadas en octubre de 2021)
“Hay gente pa`tó”, suele decirse, y es verdad. Referido a los árboles, hay quien graba en ellos el nombre o las siglas de su enamorada (casi siempre es enamorada y no enamorado), por lo general acompañado de un corazón atravesado por una flecha a la manera de Cupido. Hay también quien gusta de grabar su nombre allí donde la corteza del árbol lo permite, a veces acompañado de una fecha, un año, quizá en un afán de pervivencia (Infelices, ¡como si los árboles fueran eternos!). Andando el tiempo, hay quien vuelve al árbol para comprobar si lo grabado sigue allí, y puede suceder que a veces sigue, quizá envejecido y desdibujado por el paso de los años, y a veces, no, como el amor no cuidado. Pero hay también quien se aparta de los estándares, se explaya y hace grabaciones que llaman la atención por sus caprichosas y esmeradas maneras artísticas. De estas dan fe las dos descarnaduras que descubrí ayer mismo en un chopo que empezaba a vestirse de otoño (no digo donde está este chopo por si al cafre de turno se le ocurriera borrar lo inciso, ya llegará el día en que árbol y grabados desaparezcan por sí mismos).
Proteger al arte y proteger al árbol, dice mucho de cómo eres. Gracias.
ResponderEliminarSi no proteges el arte ni a los árboles, ¿qué eres?
EliminarGracias por el comentario