CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II).
SEGUNDA PARTE, TERCERA ENTREGA
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| Hacienda de beneficio al pie de mina, hoy convertida en museo y donde la piedra se transformó en metal precioso. |
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| Exvoto que recuerda la inundación de una mina en Guanajuato. Los mineros iban desnudos. |
LA
OSCURIDAD DE LA PLATA
Como
despedida de Guanajuato visitamos testimonios de las minas, las que dieron y
dan personalidad a esta ciudad. Descendimos a
las tinieblas de una de ellas, perteneciente al complejo de La Valenciana,
guiados por un jubilado que, a sus 70 años corridos, roto de piernas por tantos
años de trabajo en la mina que ahora enseña, ayudándose con la cuerda-guarda
que alivia hoy a los turistas, baja con mucho esfuerzo, uno a uno, los pronunciados
escalones, afortunadamente ya sin llevar ningún cargamento a la espalda.
Quisimos ver el brillo de la plata en las paredes y solo vimos en ellas hombres
desnudos, oscuridad y lamentos de siglos de explotación, minera y humana, solo
eso. Quizá el filón se encuentre hoy en profundidades cercanas al infierno, en
las que probablemente no habite San Cayetano, especie de protector de los mineros
guanajuatenses a cuya devoción se levantó, arrimada a las minas y con gustos
churriguerescos, una suntuosa iglesia que causa hoy admiración. La misma
iglesia que visitamos de nuevo, al día siguiente, cuando emprendimos viaje a
Dolores Hidalgo, en una de las típicas “combis” que hacen trayecto turístico de
ida y vuelta de Guanajuato a San Miguel de Allende.
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| Iglesia de San Cayetano, un santo protector para los mineros. |
DOLORES
HIDALGO Y SU GRITO
El trayecto a Dolores Hidalgo fue de lo más entretenido, sobre todo para el que le gustaran las rancheras, aquellas que, a todo trapo, no dejaron de sonar durante toda la ruta. Las rancheras es un patrimonio mexicano que todos conocemos, y que tienen en José Alfredo Jiménez uno de sus más famosos y queridos exponentes. En realidad, visitar el colorido mausoleo de este compositor y cantante era uno de los motivos de la visita a Dolores Hidalgo, además de la iglesia parroquial desde cuyo atrio el cura Miguel Hidalgo lanzó, en 1810, su famoso “Grito de Dolores” con el que se inició la guerra de la Independencia. Al parecer y según describen algunas crónicas, su grito fue: ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII! Es la Historia, amigos, por eso Dolores Hidalgo es considerada “Cuna de la Independencia de México”.
Así, pues, como los demás viajeros de la combi, visitamos también la monumental tumba de José Alfredo, donde parece obligado fotografiarse con sarape y gran sombrero charro, de ala ancha, por supuesto. Como así lo hicimos, ¡ándele!
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| Bella arquitectura colonial en San Miguel de Allende. |
EN SAN MIGUEL DE ALLENDE
Finalizado el programa en Dolores Hidalgo, volvimos a la combi de las rancheras para seguir ruta, ya rumbo a San Miguel de Allende, una de esas ciudades de huella española con las que tanto habíamos soñado, que en el momento de su fundación recibió el nombre de San Miguel el Grande y que su actual apellido lo recibe del general insurgente Ignacio Allende, quien colaboró con el caudillo Miguel Hidalgo en el movimiento independentista.
Se fue la combi con su música tras dejarnos en una ciudad que, en una primera mirada nos produjo grande emoción, por su bella arquitectura colonial, en la que destacan casonas e iglesias de fantasía y largas calles cuidadosamente empedradas y adornadas con buganvillas. No nos extrañó que, por este motivo, por la bonanza de su clima y por su existencia como pueblo tranquilo, en su día se le adjudicara el título de “Mejor ciudad del Mundo”, que fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que haya sido elegida, como residencia temporal o fija por cierto turismo, fundamentalmente de norteamericanos y canadienses, que, todo hay que decirlo, salen beneficiados también con el cambio de moneda.
Con
todo, si hay algo que por su grandeza y espectacularidad llama la atención en
San Miguel de Allende es su iglesia parroquial de San Miguel Arcángel,
monumental, neogótico e icónico conjunto que, si no fuera porque sabemos que no
lo es, la confundiríamos con una catedral gótica de las famosas europeas. Haber
tenido el privilegio de estar sentado en un banco una apacible noche en la
plaza central de la ciudad, queridos amigos, admirando esta obra tan asombrosa,
es algo impagable, mágico y un regalo para los sentidos y para la memoria.
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| ¡Cómo no enamorarse de San Miguel de Allende! |
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| Parece gótico, pero es imitación. |
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| Iglesia colonial de Nuestra Señora de la Salud con espectacular concha. |
Antes de dejar San Miguel de Allende aún teníamos programada una visita al parque que llaman “El Charco del Ingenio”, situado a corta distancia, a orillas de la carretera de Querétaro (antiguo Camino Real) y que debe su nombre a una poza encajonada en una gran grieta por donde discurre un río, cerca de donde hubo un batán. Se trata de un enorme jardín botánico en el que se cuidan y exhiben toda suerte de cactus, además de otras especies protegidas de México, y “Un espacio de paz”, como lo bautizó el Dalai Lama en su visita de 2004. Caminar por alguno de los senderos establecidos es un atractivo más de los muchos recomendables en San Miguel de Allende que no nos quisimos perder.
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| Una vista del "Jardín Botánico el Charco del Ingenio". |
Próxima
parada: Querétaro, y más








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